Rafael Reche: «XXV aniversario ALUMA. Crónica de un viaje universitario a Portugal»

Todos hemos cambiado. Hemos estado sujeto a tanta tensión que al volver la mirada atrás se percibe la sensación de que el tiempo ha dejado de fluir a la velocidad normal. En el mes de noviembre hemos querido recuperar ese tiempo como encerrado en una esfera de cristal, volver a un mundo con futuro, retornar al ritmo de vivir, viajar.

Regresar a la aventura de compartir nuestro tiempo, con los fragmentos: de ciudades, de paisajes, de cielos, de ríos, de amistad con los compañeros, con los universitarios de otros países. De esta manera, la asociación ALUMA inicia el atrevido proyecto, de los viajes interuniversitarios cuando se cumple su XXV aniversario de fundación, con el resorte oculto de la incertidumbre de la pandemia, con la confianza de que lo inesperado no se presentara.

La historia la escriben los valientes, los que se atreven, los que lo vuelven a intentar. No es necesario decir más, el plan de viaje salió adelante con 40 compañeros, un número ideal, para disfrutar, compartir el reencuentro con los amigos estudiantes senior de la Universidad de Oporto.

Y el 31 de octubre las luces del amanecer se abrieron otra vez y nos mostraron una mañana diferente, con jóvenes de regreso de una noche de regocijo y desmadre en la fiesta de Halloween, un tráfico inusual e intenso para un domingo en Granada y en medio un grupo de mayores con los ojos más vivos, despiertos y una sonrisa amplia, con sus maletas esperando el autobús que nos conduciría a la primera ciudad: Badajoz.

Grupo de viaje delante de la Puerta de Palmas que da acceso a la ciudad amurallada.

Ancha la tierra extremeña, de silenciosas dehesas, paraísos de encinas y alcornocales, la vista se alegra con las piaras de cerdos en el campo dormido, los rebaños de ovejas segando la hierba. Viajar en tren o en este caso en autobús es contemplar y a su vez descubrir desde la ventana el lenguaje entrañable de la naturaleza en un paisaje singular. En el cenit del día llegamos a la majestuosa Badajoz, regada por el rio Guadiana de corriente dulce y calma, alargan sus brazos las murallas defensivas, se alzan las piedras convertidas en fortaleza. Es una ciudad con el encanto de la frontera entre dos reinos, dos países, España y Portugal, con un pasado bañado de sangre en conflictos.

En la plenitud de la fiesta de todos los santos y de los muertos no olvidados, fiesta común en ambas naciones. Llegamos a Oporto, una encrucijada entre un desnudo Atlántico y el caudaloso rio Duero. Surcados por el vértigo de los vistosos puentes. Cuando llegas a Oporto el tiempo se congela, el tiempo es la belleza de sus coloridas casas entre ambas orillas, el tiempo es la grandeza de su esplendor de la historia comercial y exploradora de otros mundos, el tiempo se precipita en el sabor de sus vinos, el tiempo es el gocé de pasear por sus riberas, el tiempo transcurre tranquilo navegando por su rio.

Una joya de ciudad Oporto y un recibiendo cálido de hermanos y compañeros universitarios Seniors portugueses.

Tres días intensos en Oporto, cultural, gastronómico y de hermandad. El programa incluía: paseo por barco, visita y cata de vino de Oporto en una tradicional bodega, Palacio de la Bosa y otros monumentos, recorrido por la grandiosidad de la arquitectura moderna en la Terminal de Cruceros, una comida especial portuguesa en la zona del muelle pesquero… Pero la amistad se descubre así mismo, con la inmensidad de los corazones y la autenticidad de los compañeros portugueses (Luis Milheiro, Manuel Moreira, Irene Marques y Manuel Bastos) quienes durante meses prepararon con el máximo cariño y esmero nuestra visita de reencuentro en Oporto. Su ternura se plasmó en el obsequio de una rosa blanca a cada mujer española y sorprendernos con “el himno de Granada” Granada tierra soñada por mí.

Instantes para no olvidar el detalle del regalo de unas rosas y compartir el vino de Oporto en una Bodega

A esta edad que algunos denominan de la tercera edad otros simplemente mayores, estamos de regreso de muchas cosas. cuyo valor no lo eran tanto y sin embargo añoramos los placeres y dulzores de lo sencillo. Portugal fluye y desgrana nuestros sentimientos. Caminar al atardecer, cuando el cielo arde sobre las nubes nómadas, la luz proyecta sus reflejos en el agua callada del rio, entonces borramos cualquier pensamiento, dejamos atrás las inquietudes y nos dejamos arrastrar por el goce de cruzar los puentes, algunos de piedra, hierro, y otros los más atrevidos, fascinan con su diseño modernista sobre el rio Duero en Oporto.

Al quinto día partimos hacia el pueblo de Aveiro. Oigo llegar el suave viento de la ría, olfateo el olor a mar a salina, la vista se pierde en los bosques sin límite de Eucaliptos, en el horizonte se despierta un bello pueblo marinero, de casas de maderas con fachadas de colores y rayas, de pirámides de sal y tatuada en su interior los canales. La Venecia Portuguesa. Sentados en una embarcación alargada y colorista conocida como molineiros, que antes se dedicaba a recoger algas y sargazo y ahora a pasear turistas. Las formas del pequeño pueblo se embellecen desde la barca, los puentes de los canales con multitud de cintas de tela prendadas en sus barandillas, testigos de las promesas de los enamorados (Los candados se suprimieron porque su peso, ponían en riesgo la resistencia del puente).

Coímbra, ciudad universitaria y cuna del cante del Fado

Rematamos el viaje con la estancia en Coímbra, ciudad medieval, ciudad universitaria. Pasado y Universidad se funden en el mismo lugar. Un lugar mágico por su belleza, enclavada en una colina a sus pies el rio portugués Mondego. Sus calles respiran lo antiguo fundido con la algarabía de los jóvenes estudiantes universitarios. El corazón universitario se palpa en todo el espacio donde se congregan las Facultades de los distintos saberes y la gloria de los siglos (1290) una de las primeras de Europa, se enclaustra en la espectacular y única biblioteca barroca de la Universidad de Coímbra. Se le otorgó el Sello de Patrimonio Europeo. Para finalizar la estancia en Portugal, realizamos un viaje descendente a la tradición, a un chal. una guitarra clásica, una voz y mucho sentimiento, al Fado de Coímbra, tradicionalmente cantado por hombre y estudiantes universitarios con su uniforme académico.

Foto de grupo en la Universidad de Coímbra

De regreso a Granada, nos volvemos de otra manera. No podía ser de otra forma, necesitamos, deseamos después del largo periodo de clausura, volver a sentirnos, nosotros mismo, libres y felices de compartir la sensación de viajar y socializar con los compañeros. Hemos regresado a beber un agua nueva el sabor del turismo en otro país.

 

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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche Silva

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Comentarios

Una respuesta a «Rafael Reche: «XXV aniversario ALUMA. Crónica de un viaje universitario a Portugal»»

  1. Diego Quiros Montero

    Magnífica exposición la de Rafael sobre el viaje recientemente realizado por la asociación ALUMA, a algunas de las ciudades más representativas de Portugal. Enhorabuena por la iniciativa y sobre todo por tu especial y cálida forma de relatarlo.

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