Tras la comida, se realizaban las presentaciones y de nuevo en marcha, los cuatro viajeros y los dos turcos [conductor y guía, acababan equilibrando aquella célebre “igualdad” que en España nos la meten con calzador para cualquier cosa]. En vehículos de primera haríamos un espectacular recorrido por el país tras el tramo aéreo que nos dejaba a menos de una hora del magnífico complejo hotelero de Urgup, centro base para hacer el recorrido por Capadocia y uno de los más espectaculares lugares de la Tierra cuando creías haberlo visto todo.
Hay que colegir que el viaje fue realmente un regalo por parte del mayorista español que al final nos envió a Turquía. No siempre se da el caso de hacer un grupo tan pequeño y varias veces he visto cómo la ilusión del viaje se ve truncada ante la persistente carencia de viajeros para determinados destinos. Lamentablemente, muchas veces, por desconocimiento y otras por la mala prensa que tienen en España. Sólo nos faltaba el bichito para rematar la indecisión ¿O es acojonamiento del personal?
Sea lo que fuere, en la práctica, el periplo ha significado una bendición, apenas hubo tiempos muertos y las cuatro personas funcionaron con puntualidad alemana. Todo ello hizo fáciles los traslados, aunque algunas salidas realmente nos dejaron con un dolor de huesos de espanto. Digamos también que en materia COVID uno no deja de hacerse preguntas y preguntas y no obtiene respuesta. El servicio turístico funcionando de acuerdo con las advertencias de la OMS y mascarillas en los interiores; el personal de a pie, ni está espantado ni la mayoría lleva ese bozal que nos han acabado imponiendo por medio mundo [no así el turismo ruso que rara vez lo encontrabas con una mascarilla en las manos, algo que en todos los establecimientos te facilitaban gratis para acceder a sus instalaciones].
Pero tampoco te arruinabas si tenías que comprarlas [aunque hombre precavido vale por dos, yo personalmente llevaba un paquete de 50 en el equipaje que regresó intacto], el último día me compré un centenar por dos euros. ¿Alguien logró pagar alguna vez eso en España? ¡Ah, claro, me había olvidado del confiscatorio IVA que aquí nos hacen creer es una imposición de Bruselas y no una muestra más del despotismo de quienes nos gobiernan!
Si de algo tenemos que quejarnos sería el calor que, en algunos yacimientos arqueológicos, fue una verdadera tortura. La diosa naturaleza también sabe cómo azotar a los bípedos a determinadas horas del día, sería el caso de Afrodisias, un fantástico lugar de grandes sepulturas y un trabajo de picapedreros que te deja realmente sorprendido y te devuelve al inolvidable tiempo de tu infancia feliz cuando, en mi Alhama natal, los críos disfrutábamos con Escobedo y su desmonte del tajo frente al Molino de Harina de Mariano Pérez y que hoy es ya un resto arqueológico de aquella escasa industria que un día floreció en la histórica Artigi.
Allí también, ante tanto calor y todo el yacimiento sin una sombra que echarse al tarro, el panorama era espectacular y uno imaginaba viejas películas con sus circos y cuádrigas [Ben Hur, por ejemplo] en el nunca olvidado CINEMA PÉREZ que languideció ante el imparable paso del tiempo, en la época de mi infancia era el único entretenimiento que había y la chiquillería [por no decir todo el pueblo] colapsaba en sesiones, a veces de dos películas: hala ya completabas la tarde y, a veces, también te cubrías de malos sueños ante la temática de la cinta; sería el caso de TITANES que nunca he olvidado, como tampoco las peripecias de América, América, que creo recordar narraba precisamente la odisea de un joven, griego, de Anatolia que emigró a principios del XX a los Estados Unidos para alcanzar un sueño y que a nosotros los críos nos parecía con aquella cinta en blanco y negro, algo imposible de conseguir. ¡Qué gran cinta la del inolvidable Elia Kazan, a pesar de su larga duración y con lo duro que estaban los asientos de la época!
Como resumen diré que en algunos casos tuvimos establecimientos de lujo por el precio que a veces he pagado en España por una casa rural. Con eso ya estoy diciendo mucho de lo que espera al viajero, aunque quizá el motivo de esos precios esté precisamente en el COVID maldito. Sea como fuere, una vez que sales de Estambul [nombre dado en 1930, hasta entonces fue Constantinopla en honor del Emperador Constantino], los establecimientos suelen ser magníficos, modernos y funcionales. Sí, además, necesitas tomar aguas termales, no olvide nunca el DOGA en Pumakale y sus magníficas tres piscinas a diferentes temperaturas, la más alta a 38º y yo volviendo a pensar en el balneario de Alhama. Incomparable Capadocia y posteriormente inolvidable Anatolia.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.