Hacía cuatro días que el ecuador del viaje se había producido, desde la inmensa, bella y extraordinaria Samarcanda me preguntaba ¿habría aún más sorpresas o ya habríamos tocado techo? Era evidente que lo que quedaba del viaje sería otra cosa, si cabe más rico en lo humano pero no en la parte arquitectónica de esa inolvidable y mítica ruta: ya no superaríamos las impresiones recibidas, sobre todo, en la última ciudad.
Tras nuestro descanso en la capital del país, al día siguiente de nuevo al tren para utilizar el Afrosab-Talgo a través de un trazado que partiendo al Sur, realizará un giro al este para alcanzar el célebre valle a través de un infernal trazado realizado entre imponentes montas por el faraónico proyecto de la Franja y la Ruta, algunas huellas del saqueo chino a las tierras raras son señales evidentes de esa poderosa industria extractiva llamada minería y que deja yelmos los territorios en los que realiza sus bien planeados cargamentos. Allá en donde te encuentres, las inevitables huellas de esa actividad no dan opción a imaginar otro mundo donde lo que prima es la economía y no la naturaleza o la gente. Ese trazado ferroviario facilita el tránsito de los uzbecos, sobre todo porque el trayecto es mucho más cómodo para ir hasta el famoso valle sin tener que jugártela en las sinuosas y serpenteantes carreteras a una altura que en invierno deben de provocar algo más que sustos.
El itinerario rodeará Tuyabogiz (pasando muy cerca de la reserva homónima), Ohangaron, Nurabad, Angren y un largo túnel donde todas las persianas serán bajadas y la vigilancia, omnipresente en todo vagón hasta que se vuelve a ver la luz y estamos al otro lado del Valle con una pendiente que me recuerdan las revueltas de Santana, tras dejar atrás Ventas de Zafarraya, pero a lo grande. La vigilancia se convierte en algo normal a pesar de los pesares. La línea ferroviaria, cual serpiente, inicia el infernal descenso, pero desde las alturas también me devolvía a trazados andinos que quitaban el hipo. En el fondo pequeños núcleos habitados y el curso fluvial bastante seco para aquella época del año pero que dan vida a trozos de sembrado que facilitan el día a día de las gentes de la región que han conseguido domesticar, a través de ingeniosas acequias, el territorio. En algunos tramos verdaderos emporios agrícolas que alimenta a personas de todo el orbe: esos ingenios no dejan indiferente al viajero que valorará aún más los frutos de la tierra.
La ruta sigue por Konibodom, Besharik, Kokand, aquí toca bajar, recoger bártulos y recomenzar el recorrido terrestre en una mini que nos permitirá realizar un recorrido circular por el mítico y no recomendado valle. Primero será la parte sur que limita con Tayikistán, luego el regreso por el otro lado pasando por Margilon, Andijon, Namangan, Pop, Kokand hasta encarar el recorrido en sentido ascendente para alcanzar el “túnel del tiempo” que traerá como sorpresa la avería del aire acondicionado en el vagón vecino y una serie de problemas que parte del grupo le quería achacar al guía, como si él fuera el responsable de los ferrocarriles; los operarios trataron de solucionarlo, pero no hubo manera y el vagón era realmente caluroso.
Antes de seguir con el relato es lógico continuar con unas pinceladas sobre el extraordinario y fértil valle que, desde tiempos inmemoriales, ha significado que todos los vecinos quieran dominarlo y de ahí ese crisol de razas y, con ellas, los conflictos que se recrudecieron a comienzos del XXI cuando los movimientos islámicos radicales trataron de hacerse con su control y el presidente [otros hablarán del dictador] Karimov reprimió con gran dureza los mismos. Destaca la revuelta de Andijon [13 de mayo de 2005] con varios centenares de muertos y miles de detenidos. Hubo sanciones internacionales que trataron de hacer arrodillar al político, pero la realidad siempre va por otros conductos cuando los intereses comerciales o estratégicos prevalecen. A las organizaciones que tanto molestan por otros lares [muchas veces financiadas por algunos de los “filántropos” menos democráticos que existen] se les conminó a abandonar la región. Los norteamericanos encontraron el cielo abierto cuando les ofreció el territorio para sus operaciones en esa gran zona caliente del planeta y desde entonces recogen información de primera mano que no allana el camino pero al menos no genera tantas víctimas ante el uso masivo de tecnologías que no existían hace décadas. Aviones no tripulados y drones de todo tipo son ahora los grandes aliados en esos inhóspitos territorios montañosos que hacen que nuestro Mulhacén se quede como un pequeño acomplejado hermano menor.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.