Juan Franco Crespo: «La mítica Ruta de la Seda: el Valle de Fergana, II»

El valle es una colosal zona de productos agrícolas gracias a las canalizaciones del Syr Darya, Kara Darya y Naryn. Una vez en él, uno apenas percibe las gigantescas cordilleras de Tian Shan y Pamir Alay, entre esos dos contrafuertes montañosos el valle, de poco más de 20.000 kilómetros cuadrados [Uzbekistán tiene 447.400 Km²] alberga casi la cuarta parte de la población total del país. Pasa por ser un área sumamente conservadora y religiosa pero nada de eso nota el viajero ante la amabilidad de sus gentes. Algunos hablan de los tediosos llamados desde los minaretes, debo señalar que, en todo el viaje, nunca sentí las citadas llamadas a la oración mientras que donde vivo es algo habitual y estoy en España.

Bienvenida a Kokand

 Kokand es la primera ciudad importante que se presenta ante nosotros, tiene un cuarto de millón de almas y todavía es relativamente fácil de recorrer. Recordemos que fue la capital de un janato independiente entre el XVIII-XIX cuando el ejército zarista la conquistó y el janato pasó a la historia. Hoy, el palacio del Jan, es posiblemente lo más importante de la zona correspondiente a esa turbulenta etapa histórica. Recién había acabado su construcción (1873) cuando el Khudayar fue depuesto por los rusos.

Tres años fueron suficientes para disfrutar de esta inmensa construcción que se alza sobre una pequeña colina artificial junto al mayor parque o zona verde de la ciudad: algo quedó para el pueblo de la megalomanía del jan. El inmenso edificio es hoy una especie de museo, tiene siete patios interiores de gran tamaño que permiten disfrutar de un poco de frescor cuando sales de alguna de las más de cien habitaciones, no siempre están ventiladas y producen una sensación nauseabunda o de ahogo; eso permite hacerse también una idea de la vida de aquellas gentes hace poco menos de doscientos años ante los rigores del clima con temperaturas extremas en invierno y verano, algo más mediterráneas en las otras dos estaciones.

Exterior del palacio del Jan

Tras esa visita las restantes fueron relativamente poca cosa para lo que el viaje significó; en la mezquita de Jami destacan un centenar de columnas de madera roja de la India-hay que poner imaginación para transportar semejantes árboles por aquellas montañas en los tiempos en que Jan Umar la levantó en 1812, el minarete -no siempre accesible- permite una buena visión desde esa altura sobre la llanura en que se halla la ciudad.

El autor ante la puerta de entrada al Palacio del Jan

La mezquita y madrasa de Narbatabey fue cerrada en 2008 y así sigue, por lo tanto los pasos nos llevaron al gran cementerio, relativamente próximo donde están las tumbas reales, del célebre mausoleo sobresale su extraordinario portalón de madera en donde se grabó la poesía dedicada a Nodira, su esposa. Hay tumbas por doquier y, como siempre, personal autóctono cuidando de sus antepasados por lo que también debemos mostrar respeto por el lugar.

Mujeres bailando en el patio de la madrasa

China la tenemos a la vuelta, la población más cercana de cierta importancia, en una zona donde las cumbres de más de 7.000 metros son frecuentes, Kashgar se nos presenta como otra ciudad de la mítica ruta pero, en esta ocasión no se pudo llegar, al margen de ser una zona bastante controlada por Beijing. También relativamente cerca tenemos las fronteras de Tayikistán y Kirguistán, pero ni los visados lo permitían ni por supuesto la agencia de viajes se hacía responsable de cualquier incidente con la policía de fronteras, así que hay que contentarse con imaginar que a pocos kilómetros tienes a esos países, en algunos de ellos también enclaves uzbecos [que me recuerdan a los enclaves armenios y por los cuales en 2019 se enfrentaron sus ejércitos], pero a los que prácticamente es imposible de acceder sin los correspondientes visados por mucho que vayas de un trozo de Uzbekistán a otro. Tocaba reconcentrarse para ir a comer en donde seríamos los únicos clientes de esa jornada y, tras reponer fuerzas, tocaba continuar viaje hasta nuestro siguiente destino en la coqueta ciudad de los alfareros (o ceramistas) de Rishton.

 

Juan Franco Crespo

Maestro de Primaria, licenciado en Geografía

y estudios de doctorado en Historia de América.

Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas

del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.

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