Así se manifiesta Darius, uno de los personajes de la novela Entre corazones de ámbar (editorial Círculo Rojo) de Nicolás Estévez Fuertes, en respuesta al protagonista principal, Marcos, cuando este le interroga sobre el concepto de libertad, pues para aquel «definir la libertad era como querer verter el mar sobre un vaso de agua».
Y es que los sociólogos, historiadores, filósofos críticos literarios o artísticos y, cómo no, nuestros políticos españoles han considerado, durante demasiado tiempo, pasar desapercibidas la subyugación, la opresión, las deportaciones de familias enteras en los trenes de la muerte o el sometimiento de la población, como cosas menores, en las repúblicas soviéticas. Han omitido con demasiado descaro los espantosos crímenes cometidos por los regímenes socialistas en los gulags soviéticos de Siberia o, quizá, con los tanques en las calles en todos los territorios ocupados por la fuerza, que formaron parte de los denominados países satélites de la URSS. Sin embargo, la historia y la realidad de los pueblos del Este europeo también forman parte de nuestra propia historia, de nuestra propia realidad por mucho que les pese a algunos. ¡Qué le vamos a hacer!
El conocimiento profundo, la bibliografía rigurosa y las denuncias que existen sobre este tema escasea; por eso debe ser recibida con satisfacción esta obra literaria de Estévez Fuertes, situada en los últimos años de la independencia de Lituania y el ocaso de la URSS. Y decimos que debe ser recibido con satisfacción, porque se trata de un libro sólido, serio y bien informado, y porque a los que no pretendemos ser historiadores, sí deseamos disponer de ideas acerca de nuestro mundo; de un mundo para la mayoría desconocido, aparentemente perdido, pero profundamente cercano en el sufrimiento.
La temática de Entre corazones de ámbar, basada en hechos reales, es una clara manifestación de denuncia contra la ocupación y la brutal opresión a la que fue sometido el pueblo lituano por las fuerzas soviéticas durante tantas décadas; periodo que abarca desde la primera invasión en 1940, hasta lograr su independencia en septiembre de 1991, como país libre de pleno derecho en la ONU.
Sin embargo, este tiempo de dominación socialista tan solo fue interrumpido en 1941 por la ocupación nazi, que generó entre la población infundadas expectativas de libertad, pues los lituanos entendieron que venían a liberarles. Así, Lituania se convirtió en esta etapa «en un lodazal de sangre inocente y en un cementerio de cadáveres». No obstante, el ejército soviético invade por segunda vez este país báltico en 1944, lo que significó otra vez la vuelta al mismo régimen de terror que habían implantado Stalin y sus sucesores.
El hilo conductor de esta novela parte del encargo hecho a dos periodistas jóvenes, Marcos y Alberto, por el Director de la Agencia EFE, para cubrir la investigación sobre los graves acontecimientos que se estaban produciendo en Lituania a finales de 1991. El objetivo – independientemente de la información – era evaluar in situ todas las circunstancias internas que dieran las respuestas más eficaces, cercanas y sociológicas en la desigual lucha permanente que mantenía la población civil junto los grupos guerrilleros y partisanos contra las fuerzas de ocupación en este país báltico.
Estos dos reporteros estaban siendo testigos directos presenciales de las fracasadas y reiteradas intentonas soviéticas por hacerse nuevamente con el control del país desde que fuera proclamada en marzo de 1991 la independencia de Lituania por el Parlamento. En este sentido, Marcos llega a identificarse con sus atormentados semejantes lituanos y se adentra en su problemática social, vital y espiritual haciéndola suya en un alarde de comprensión y de generosidad.
A partir de aquí queda abierto el espacio del mundo lituano, concretamente en Vilnius (capital de Lituania), en donde ya el sentimiento de realidad se percibe a través de lo cotidiano, abarcando desde los nombres de cafeterías o pub al reconocimiento del estilo arquitectónico de las de iglesias; desde el ambiente de tristeza y soledad que describen sus calles – con sus nombres – al ambiente de tensión, que se suceden en determinados momento del relato entre grupos promoscovitas y nacionalistas; desde el frio húmedo de sus desérticas calles con gélidas temperaturas polares al trasiego de la Universidad como «un avispero de informadores»: o, quizá, desde las clandestinas reuniones de la disidencia en lóbregos espacios «de paredes húmedas y desconchadas en total abandono o los viejos edificios del Partido Comunista de Lituania», a «los emblemáticos tejados rojos, cubiertos por una ligera capa de nieve que daban colorido y vitalidad a la ciudad».
En fin, Estévez, narrador omnisciente, no solo describe la atmósfera de temor que se respiraba en las calles de Vilnius, sino que retratará a los personajes de tal manera que nos recordará a Galdós por la sensación de veracidad y realismo histórico que se desprende de los mismos, con personajes unas veces perfectamente definidos y otras veces misteriosos; y aunque estos se muevan con absoluta libertad, le gusta siempre intervenir en la trama personalmente, bien a través de alguno de ellos, bien describiendo algo y hablando en voz alta mientras relata. Su vocabulario es claro y sencillo, sin rebuscamientos, utiliza instrumentos verbales cotidianos, aunque a veces demasiado coloquiales, fundamentalmente, en los diálogos entre los dos periodistas. No obstante, habría que decir que detrás de nuestro narrador se encuentra también una voz poética de un lirismo encantador.
Y en el centro de todo el fulgor, el amor. El amor como el acontecimiento más importante del ser humano, que transforma a los reporteros, Marcos y Alberto. Es, entonces, cuando afloran en la obra los sentimientos más finos y delicados que puedan anidar los corazones. Estévez Fuertes describe estas relaciones con tal realismo en la pasión y con tanta sutileza en las emociones, que nos invita a soñar.
Así pues, podemos decir que Entre corazones de ámbar es una extraordinaria realidad literaria, en cuanto al contenido expresivo y en sus estructuras formales, que nos pone delante de unas circunstancias políticas reales y que actúan determinantemente en el autor como dinámica generadora de esta creación.
Está claro que no se puede recordar lo que nunca se ha vivido, pero los lituanos tienen una historia que se ha tratado de borrar, eliminando todas las pistas de su pasado; Sin embargo, gracias a los trabajos de investigación de Estévez Fuertes, como códigos referenciales, esta novela me ha hecho sentir una trocito de la historia lituana como si la hubiera estado presente.
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