¿Qué estás pensando? Me pregunta, con ironía, la pantalla de este cachivache móvil, que me acompaña en nuestra agonía, sujeto en temblorosas manos.
Quiero, en él difuminar la amargura nocturna de esta eterna noche acre y triste, con sesenta minutos más, por cambio horario que, cual regalo macabro se amplía en maldad. Una habitación penumbrosa y plena de ayes y tristes ecos de dolor… es un abatido “soneto” que amarga el corazón. En la lejanía, del amplio y opaco espacio que domina el ventanón, una anónima campana con su pesado badajo marca los minutos de pasión. ¡Machacón es el dolor y traicionero el malestar! que, con garras afiladas desgarran la vida, enturbian la mente, anulan la conciencia, para la razón alterar.
Todo es dolor y tristeza. Húmedas mejillas que imploran piedad originan cataratas que furiosas estrellan en el suelo sus aguas. Anulando felicidad y alterando la paz. Se acelera el corazón, sus pulsaciones a la par, influyen y entristecen el alma sumida en la enfermedad. ¡¡Dios!! … ¡compasión! Tú regalaste esa vida que ahora quieres llevar. Gracias ¡oh Dios! por ello… ¡pero regala piedad! Fuerza para sufrir. Fuerza para el no poder estar. Y con ello remedia la agonía del malvivir. ¡Qué es morir!
Avanza la noche. Negros nubarrones la acaban de “adornar”. Haciendo más profundo y más angosto, su largo caminar. ¡Quisiera limpiar las nubes!, ¡tormentas y oscuridad! . Que el sol invada esta estancia y dé fin, con radiante aurora e hiriente luz, de este cuarto borrar, la tenebrosidad. Preñar de sol su espacio y de esperanza nuestro ser. ¡Renazca un nuevo día! más brillante. Con lúcidas conciencias, alegre armonía. El sosiego y la paz. Que enmascare nuestro sufrimiento y difumine nuestro mal.
¡¡Maldito mal!!, que aun siendo más compasiva la esperada jornada que nos pueda deparar, nuestras atribuladas conciencias, jamás de la mente, esta víspera, podremos borrar. ¡Maldito mal!, cruel fuiste otrora y maldito… ¿Y otra vez vienes acá ¡ahora!, a destrozarnos las vidas? ¡¡Miserable y mil veces maldito!! … ¿por qué no nos dejas estar y vivir en paz nuestras vidas sin a ti te recordar?… ¡¡¡maldito, ya!!!
¡¡CÁNCER!!, ¡te hicieron llamar!
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Inspector jubilado Policía Local de Granada
Comentarios
2 respuestas a «Gregorio Martín García: «Desesperanza»»
Pocas familias no conocen esa enfermedad, desgraciadamente…. Y todas se verán reflejadas en este relato
Muchas gracias por tú compresión.
Sí, sí… es muy amargo y yo sufrí dos.