¿Por qué esta pequeña localidad la incluye DOLORES en su oferta al viajero? Hay una poderosa razón y siempre está relacionada con pequeños grupos que son acogidos por el clan de Said Akhmedov que los tratará como si fueran de la familia, unos miembros más de la casa, dando lugar a una de esas experiencias que marcan un antes y un después sobre este pueblo de artesanos y cuya cerámica lleva mil años en el mercado. Said y sus tres generaciones trabajan para que eso no desaparezca –de hecho hay un millar de alfareros en la pequeña ciudad de poco más de 25.000 habitantes-.
El abuelo de Said nos explicó toda la historia de este arte y nos mostró infinidad de piezas que hay en su casa. Después de un rápido repaso, incluso por el jardín y la parcela que ocupan y de donde extraen la arcilla que con sus manos se convierte en objetos realmente hermosos con esa materia prima por este pequeño grupo de artistas cuyas obras se hicieron famosas por todo el país y, con anterioridad, en toda la Unión Soviética.
Una vez abierto ese proceso, los visitantes son convidados a participar en la elaboración de una cena que nunca olvidarán y la que participan todas las mujeres que lo deseen, de ahí que sólo reciban pequeños grupos para hacer factible esa convivencia sin necesidad de muchas diplomacias. También llegan viajeros “libres” en nuestra tarde apareció una chica parisina.
La mayoría de las féminas del grupo se colocaron los delantales y el pan que comimos fue elaborado por los más pequeños de la casa y las españolas que se arremangaron para estrujar la masa mientras que los hombres quedaron para la parte técnica del trabajo en arcilla. Cuando todo estaba ya en los hornos, un buen rato de relajo y los consiguientes refrescos para disfrutar de la tarde-noche debajo de una hermosa parra disfrutando de los tés que fueron realmente reparadores después de la gran jornada llena de calor.
Si alguien llega a Rishtan puede retener esta dirección 8 A. Temur, Rishtan, Región de Fergana, Uzbekistán. Estamos ya a mitad de camino entre Kokand y Fergana ambas ciudades están separadas por un centenar de kilómetros. Al ser un núcleo de población relativamente pequeño no es un lugar extraño para que sus pobladores te dirijan al lugar. Mayoritariamente viven de esas artesanías coloristas y brillantes que salen de un millar de artesanos que allí se concentran.
Hay varios especialistas y guías que podrán adentrarnos en sus interioridades y familias dispuestas a acoger a los visitantes a un coste que realmente sería un insulto para nosotros pero para ellos les alivia el presupuesto con un extra que nunca viene mal o simplemente acudimos al Museo de la Cerámica (Aroshidony 230) que nos podrá acercar a este peculiar mundo y su imponente resultado final. En muchos países esa actividad ha desaparecido del mercado o ha sido reducida a pequeños enclaves donde, contra viento y marea, los últimos quijotes de la cerámica tratan que ese arte no desaparezca ante el imparable Made in China que todo lo inunda y que me recuerda aquella letanía de los chamarileros o viajantes de mi niñez. ¿Cuántos se acuerdan de Guillermo cuando venía con su borrico cargado de cosas que en aquellos años me mediados del XX nos parecían de lo más extrañas en la Alhama de mi infancia?
Esos años, ahora que uno peina canas, afloraron en este recóndito lugar de Rishtan en el remoto valle de Fergana y que cualquier guía al uso le recomendará no visitar. OK, de acuerdo, en ese sector caliente –en este 2021 de COVID hubo alguna escaramuza que enrareció las relaciones entre esos tres países, antaño repúblicas de la URSS, pero en los momentos actuales estamos, en alguno lugares, sentados sobre un polvorín y nadie te garantiza nada aunque algunos, después de incendiarlo todo, se vayan a Estrasburgo a tratar de que otros se hagan cargo de sus desaguisados. Personalmente me vienen a la memoria los atentados de Barcelona y Cambrils, como quien dice, al lado de casa y la clásica exclamación. ¡Quién se lo iba a imaginar!
Pues eso, precaución siempre, miedo bastante hemos tenido con el COVID que al menos ha servido para que la OMS les asigne nombres de letras para evitar que una zona del mundo sea estigmatizada [recordemos la gripe española de la I Guerra Mundial que nunca salió de nuestro país sino que arrancó en una base de los Estados Unidos] por mucho que desde un punto del orbe se haya expandido por todo el planeta y las farmacéuticas hayan hecho el negocio del siglo. Las funerarias han resultado beneficiadas por el fuego amigo como ahora dicen los que se dedican a la guerra..
Eso sí, la batería se agotó allí, así que el testimonio gráfico de esa jornada, en su parte más esencial, se esfumó, justo en plena tarea de elaboración del pan. ¡Nada es perfecto!
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio internacionales.