Me entero, en una conversación con amigos docentes, que a los inspectores de Educación de Andalucía les acaban de subir generosamente el sueldo. Tan generosamente que, según la misma fuente, puede suponerle a cada uno por encima de los 300 euros limpios de incremento mensual, por lo que a un inspector con abundantes complementos vinculados a la antigüedad debe llegarle su retribución neta cada mes a 3.500 euros, lo que constituye, sin duda, una paga envidiable para la mayor parte de la ciudadanía de este país y envidiable, particularmente, para cualquier maestro o profesor de cualquier colegio o instituto de nuestra Comunidad, porque también su salario queda muy por debajo del mencionado de los señores inspectores.
Aunque no se si fue la envidia o la indignación la que me llevó, ya en mi casa, a buscar información sobre el tema. Y no me resultó difícil hallarla en varios medios, como europapress y lavozdelsur.es, que el 31 de diciembre y el 3 de enero, respectivamente, publicaban la noticia con los siguientes titulares:
“Ustea crítica a la Junta de Andalucía por dejar fuera a cuerpos docentes en la subida de sueldo en educación” (europapress).
“La Junta aumenta en más de 6.000 euros el sueldo a los inspectores educativos, ‘con festividad y alevosía’” (lavozdelsur.es).
Europapress hace referencia a que la subida ha sido mediante el anexo de un decreto que modifica la organización y el funcionamiento de la Inspección Educativa. Y he podido averiguar que es, en efecto, el “Decreto 264/2021, de 21 de diciembre, por el que se modifica el Decreto 115/2002, de 25 de marzo, por el que se regula la organización y el funcionamiento de la Inspección Educativa, así como el Decreto 302/2010, de 1 de junio,…” (publicado en el B.O.J.A. el 24/12/2021 —día de Nochebuena—).
En él, tras las firmas del presidente de la Junta de Andalucía —Moreno Bonilla— y del consejero de Educación y Deporte —Imbroda Ortiz— se adjunta un anexo que establece los complementos específicos de los distintos cargos de la inspección en cada provincia, así como el de los inspectores e inspectoras de Educación. En este último caso dicho complemento asciende a 27.599,18 euros anuales.
Ya entrando en detalles, la subida salarial será, según indican ambos medios de información, de 6.381 euros anuales. Como no aclaran si se refieren a retribución “bruta” o “neta”, vamos a dar por supuesto que se trata de la primera —que es lo más probable—, por lo que a esa cifra hay que descontarle los impuestos. Dado que estamos hablando de altos ingresos, podemos aplicarle un 30% de reducción en concepto de I.R.P.F., que son 1.914 euros. De esta forma, la subida quedaría, neta, en 4.467 euros y, si la dividimos entre 12, serían 372,25 euros limpios mensuales más para cada inspector, lo que sin duda ha sido un excelente regalo de “Papá Noel” a todos ellos.
El problema es por qué a los demás no. Por qué los demás colectivos no hemos sido premiados igual. ¿Qué hemos hecho mal para merecer solo “carbón” o, a la inversa, qué ha hecho la inspección para lograr semejante “aguinaldo”?
Quiero dejar claro lo siguiente:
Como desconozco el trabajo realizado por los inspectores, ya que yo nunca lo he sido, nada tengo que objetar a que se mejoren sus retribuciones si es de justicia. Pero personalmente, en esta cuestión, comparto la opinión del sindicato Ustea, que se muestra asombrado de que “no se haga extensible a otros cuerpos en peor situación y cuyo trabajo es igualmente valorable y digno de reconocimiento…” y que defiende que los complementos salariales “puedan equiparar o aminorar las diferencias salariales entre los actuales cuerpos docentes”, exactamente lo contrario a lo que se ha hecho mediante el “navideño” decreto y su enriquecedor anexo.
En cambio, sí se cuál ha sido el trabajo desempeñado por los maestros y los profesores desde hace casi dos años, cuando empezó la pandemia:
Porque fuimos los maestros y los profesores los que desde marzo a junio del 2020 convertimos nuestras casas, con nuestros propios medios y nuestra inteligencia, en las aulas on line que permitieron a todo el alumnado seguir formándose en esos durísimos meses.
También fuimos los maestros, profesores y el personal no docente —de administración, de conserjería y de limpieza— los que en septiembre de ese mismo año abrimos los colegios e institutos y, mientras que en muchos países de Europa volvían pronto a cerrarse, aquí logramos mantenerlos abiertos y seguros hasta el día de hoy.
Fuimos nosotros los que nos adaptamos a unas estrictas medidas de seguridad contra el covid, que todo el mundo conoce, como el uso constante de la mascarilla y las puertas y ventanas siempre abiertas. ¿Puede alguien imaginar como se está en clase así? ¿Cómo se hace frente al ruido y, sobre todo, al frío del invierno? ¿Cómo lograr que todos te escuchen bien cuando tú, además, hablas con la mascarilla puesta?
Asimismo, fuimos nosotros los que iniciamos otros sistemas de docencia, como la enseñanza sincrónica a través de ordenador, que permitía tener al alumnado repartido entre las casas y el centro y, de esta manera, que las distancias de seguridad pudieran garantizarse en las aulas y en las demás dependencias de los institutos. Aquello resultó difícil y nada estimulante, pero fue la única vía de arreglar las vergonzosamente elevadas ratios de la Educación Secundaria y postobligatoria. Mientras, en Educación Infantil, Primaria y en los cursos iniciales de Secundaria, los maestros y los profesores se enfrentaban sin remedio y con gran temor al mismo volumen de alumnos de siempre.
En resumen, hemos sido los maestros, profesores y todo el personal no docente los que hemos sacado a flote la educación andaluza en estos dos años de pandemia. ¿No es suficiente para que se nos reconozca, como a los inspectores, con una subida de sueldo igual de generosa?
¡Qué agravio tan injusto por parte de la Consejería! ¡Y con qué sigilo ha actuado! Pero no olvidemos, cada uno de nosotros, que es año de elecciones en Andalucía. Yo, desde luego, ya se a quiénes no voy a votar.
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Profesor de Historia en el IES Padre Manjón
y autor del libro ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)