¡Que levante la mano, quien, con más de 60 años, no ha escrito cartas!
Miro y veo el espacio extendido de brazos.
Debo reconocer que 6 años intensos de internado en un régimen de Academia Militar, la carta se convirtió en el instrumento de comunicación, ella misma, me hizo amar y ser amado, convertir el silencio al diálogo. Cientos de cartas, un legado de líneas escritas entretejidas de palabras al mundo exterior. Quizás el peso de las frases y el volumen de hojas redactadas, me llevó a mi afición actual de escritor.
La correspondencia postal con la persona enamorada, con los familiares lejanos, con los amigos. Aquellas cartas y postales, se convierten en el patrimonio imborrable de nuestros recuerdos, se leían y releían, se guardaban en un cajón agrupadas con el elástico o en las cajas de cartón de los zapatos, que servían para todo.
El cartero se convertía en uno más de la familia, con su saca repartía ilusión, pocas veces traía letras de luto como el telegrama con alguna desgracia, del fallecimiento de un familiar.
Con las palabras escritas exhibíamos el talento, de transformar en texto la llama del amor que brotaba en los jóvenes corazones, no importaba lo que tardará en llegar la carta, un día, dos, tal vez semanas, pero siempre estaba actualizada, contenía el fulgor resuelto de la pasión: en el lenguaje del cortejo, en el juego de palabras, en los versos sustraídos a los poetas románticos. Sentado a la orilla de la noche, la luna y la soledad se convertían en aliadas, mientras nuestra mano ligera escribía, en la distancia que el destino nos deparó, la larga palabra de amor que no acaba nunca.
Cerrábamos el sobre, pegábamos el sello con un poco de saliva y esa cápsula cargada de uno mismo, viajaba por carretera, tren, barco, avión, hasta llegar a su destino, a las manos de la amada, de la madre o del amigo. Al abrirla era capaz de hacer: saltar la realidad aparente con una espontánea sonrisa, rodar una lagrima de alegría.
Quiero decir adiós a este pequeño mundo de la correspondencia postal tradicional, adiós aquellos que escribían para mí, adiós aquellos que contemplaban lo que escribía. Me condeno a no escribir a nadie y ya no vuelvo a ser yo mismo.
En la actualidad, el mundo gira a gran velocidad y en pocos años, se desliza a un nuevo estilo de vida, más libre y espontaneo, menos formal donde predominan: lo visual y lo instantáneo, que nos lleva, a otras formas, a otros tiempos, donde la tecnológica se ha impuesto con fuerza, como los mensajes por: Whatssaps, Telegram, Twitter… que vuelan a la velocidad de la luz, al extremo más remoto del planeta, las videoconferencias con varios participantes Un innovador lenguaje telemático de imágenes y texto por Instagram, Facebook . Llegado a este punto, dejo caer, la frase del filósofo Séneca “El destino guía a quien lo acepta y arrastra a quien lo rechaza”.
La aceptación del destino, no implica resignación. La mayoría de los mayores en su sabiduría de los años, admiten lo positivo que supone para sus vidas y su entorno aprovechar las nuevas tecnologías. Está claro que supone un esfuerzo y un sacrificio. No podemos cambiar el mundo, cambiemos nosotros, es la mejor estrategia para adaptarnos a lo útil y disfrutar de las cosas buenas que nos aporta.
No tengo quien me escriba. Hay una puerta cerrada. No hay regreso al pasado.
Pero la puerta se abrió, cuando a miles de millas náuticas de distancia de Granada, me salió al paso una carta escrita por un joven desde la Pampa, Argentina y hubo regreso para revivir el placer de leer la palabra escrita y a continuación remitir una respuesta. Dentro de mí se apiñó la nostalgia de un pasado a veces lejano..
Nadie la detiene, ella escarba inquieta las formas de la integración de los mayores en la sociedad y en esta ocasión, la profesora Susana Rocha de la Universidad de Rio Cuarto de Argentina, junto con su equipo, emprenden el novedoso proyecto de intercambios de cartas vía telemática entre jóvenes y mayores de Argentina, México y España, con el objetivo de crear por medio de la correspondencia el vínculo de la hermandad y enriquecer las relaciones humanas intergeneracionales.
En octubre 2021 se puso en marcha esta idea de cartas de ida y vuelta. Un numeroso grupo de jóvenes y mayores de Argentina, México y España. Los participantes pertenecen:
Por Argentina: Estudiantes del Programa Educativo de Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) y jóvenes de la UNRC. Jóvenes de la murga barrial Mulato Mulé.
Por México: Jóvenes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) y mayores de hogar y taller educativo en ciudad de México.
Por España. Jóvenes y mayores de la Universidad de Granada, Aula Permanente de Formación Abierta (APFA) y Asociación de Alumnos Mayores ALUMA. Estudiantes Mayores de distintas Universidades y Confederación CAUMAS (Las Palmas de Gran Canaria, Asturias, Madrid…), Taller de Arte y Creatividad
El joven envía una primera carta a un mayor que le han asignado al azar y quien en periodo de tiempo estipulado le responde.
Ahora las cartas surcan los mares y países, con ida y vuelta y un equipo marcan: las pautas, fechas y el procedimiento del proyecto.
Para más información:
aquiallacartas@gmail.com
Leer más artículos de
Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Comentarios
7 respuestas a «Rafael Reche: «Los universitarios mayores escriben cartas de ida y vuelta»»
Y todo esto se perdió con la llegada de los móviles y el whatssa (como se escriba), una pena pero hay que adaptarse o morir.
Muy bueno tu escrito.
Gracias María, esa es la auténtica filosofía de la vida, sino estaríamos escribiendo en papiro y el mundo progresa, más rápido de lo que creemos y en los mayores actuales tenemos el ejemplo de su capacidad de adaptación, aunque seamos más lentos para incorporarnos.
Enhorabuena Rafael por habernos transportado al pasado con las misivas como vehículo. Efectivamente, hoy el enviar o recibir cartas se ha convertido para la comunicación entre personas en un método obsoleto, al que los que tenemos más edad miramos con añoranza. Es verdad que nos hemos adaptado a los paradigmas más adelantados y que quien no se adapte perderá el tren de la comunicación.
Sin embargo, esta modernidad jamás igualará el tocar aquel papel sobre el que tú ser querido escribió. Jamás se igualará.
Gracias Diego por tus acertados comentarios. Las cartas, postales y felicitaciones era una tradición y un arte escribir, fíjate ahora es complicado hasta encontrar un buzón en la ciudad. Un abrazo
Que vien explicado Rafa yo que estuve 35 años repartiendo ésas cartas y me esperaban la jente para saber de sus familiares sus novios y novias y todo hera lágrimas de alegría y más cuando venía algún giro terminabas el reparto muy contento esperando que llegara el del día siguiente hera muy satisfactorio el tiempo pasaba volando todas las cartas buenas no había ni multas de tráfico y hacienda no se conocia eso no se olvida. Un abrazo amigo Rafa.
Te felicito amigo Antonio, has tenido una de las profesiones más bonita y agradecida, repartiendo alegría con las cartas y postales. Un abrazo
Estimado Rafael: Cómo no estar agradecida con tu escrito!!!! Primero, por haber elegido este tema para tu Blog; creo que recuperar modos de comunicación social como fueron las cartas es acceder a un mágico mundo de emociones, recuerdos, anhelos, plasmados en papeles que viajaban para encender a sus destinatarios…cuántas historias dentro de esos sobres finitos pero que ensanchaban el corazón!!!
Por otra parte destaco tu mente abierta a un nuevo mundo y el deseo de disfrutar de todo lo que nos brinda…la frase de Séneca…muy atinada!!!!
Pero por sobre todo admiro tu compromiso con el hacer, un hacer sin fronteras donde pones en juego tus ideas, tus saberes, tus convicciones y tus proyectos…Gracias por perpetrarlos en palabras en estos escritos! Felicitaciones!!!!