El túnel viene a reunir en su potencialidad de símbolo las connotaciones de un viaje por la penumbra como el acecho a lo desconocido.
A sus setenta y tres años, el neurólogo le detecta a Zvi Luria una disfunción en el cerebro: una patología del lóbulo frontal. Ya jubilado como ingeniero jefe del Departamento de Obras Públicas, residente en Tel Aviv, Zvi es padre de Abigail y Yoav, esposo de Dina (jefa de pediatría) y abuelo. En estas tres circunstancias, más la profesional que no olvida, se entrecruzan en esta inmersión hilarante, ocurrente historia, acuciado el protagonista por la cada vez más espesa bruma de la demencia. El túnel, del exitoso escritor israelí Abraham B. Yehoshua (en Duomo con traducción del hebreo de Raquel García Lozano), supone una emocionante indagación y exigente introspección por el mundo psíquico de su personaje principal.
Aun retirado de la empresa gubernamental Netivei Israel, Luria sigue manteniendo contacto con el puesto que le ha mantenido activo toda su vida y animado por su mujer, ayuda a tiempo parcial y no remunerado a un joven ingeniero en su proyecto de hacer una carretera militar secreta en el desierto de Néguev.
El veterano ingeniero pone a disposición de Maymoni toda su experiencia e instinto, dando muestras a su entorno de su cada vez más evidente proceso degenerativo que el propio personaje convierte en divertidas observaciones cuando confunde desconcertado nombres propios, números, calles y personas. Pese a esa tela de araña, Luria no pierde la templanza que aporta la senectud.
Pero la vida del protagonista no es precisamente tranquila, pues ejerciendo de voluntario consejero y colaborador, esas jornadas compartidas en Bereshit con su nuevo compañero de trabajo permiten exponer temas como la familia y el matrimonio, conceptos que ambos entienden de manera muy diferente. Además, tiene que atender a su esposa Dina que ha contraído la bacteria del meningococo.
A pesar de sus crecientes limitaciones, a Luria aún le motivan los nuevos retos. Y mientras ausculta el desierto físico para trazar su plan de ingeniería, Luria va también ensanchando ese otro espacio psíquico de enredos y tinieblas, muy parecido a aquel túnel que plantea abrir en una colina en el famoso cráter de Mitzpe Ramon. Y aquí surge otra disyuntiva: si demoler la colina y perforar un túnel o, en cambio, diseñar una carretera para salvar aquella y a los refugiados que en ella viven.
Lo mismo que su mujer le insta a que se embarque en el proyecto de ingeniería y no resignarse a las perturbaciones de la realidad, él la anima a que abra los ojos ante la administración.
Otro de los referentes más significativos que aparecen en la novela es, sin duda, la colina que se alza como uno de los más significativos pues en su cima permanecen vestigios de la cultura nabatea de principios del siglo III a.C. Y esto da lugar a una polémica entre los compañeros de profesión: ¿proteger o profanar una civilización que aprendió y enseñó a sobrevivir en el duro desierto? ¿Respeto a una tradición legada o menosprecio y aniquilación de su memoria?
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Foto de la portada: https://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_B._Yehosh%C3%BAa
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato