José Luis Abraham López: «La condición humana ante la amenaza de la destrucción»

¿Cómo reaccionaríamos ante una catástrofe natural? La fuerza destructora de la naturaleza, su poder imprevisible y la vulnerabilidad que en sus manos tiene la especie humana

En su extenso catálogo, la editorial Juventud incorporó una novela de un escritor con talento: La séptima ola, de Luis Mollá Ayuso, merecedora del XII Premio Nostromo. Si la acción no es más trepidante es por la estrategia del autor de ofrecer al lector pequeños cuadros de los personajes que se van intercalando en breves capítulos conformando así un complejo mosaico de circunstancias y pasiones vitales.

Cuando un avión de la Armada avista un desprendimiento de tierras al sur de la isla de La Palma hundiéndose en el mar, nadie iba a pensar que se trataba del inicio de una verdadera pesadilla. El hecho venía provocado por la erupción del volcán Cumbre Vieja, cuyas últimas réplicas datan de 1949 y 1971. Como consecuencia, un maremoto que se convertiría en una gigantesca ola y que se aproxima a ritmo vertiginoso hacia las costas de Cádiz.

Ni las previsiones de que tal mecanismo natural podía suceder, ni el plan diseñado al efecto ni los informes del servicio de Sismología y Vulcanología imaginaban la magnitud del tsunami que se les venía encima. Inmediatamente se forma un gabinete de crisis para dar una respuesta organizada a la tragedia. Pronto, la noticia vuela como la pólvora produciendo el pánico entre la población civil que comienza a huir en estampida a cualquier lugar que reconozca como mínimamente seguro.

Portada de La séptima ola, en Editorial Juventud

El autor nos advierte de la fuerza destructora de la naturaleza, de su poder imprevisible y de la vulnerabilidad que en sus manos tiene la especie humana. Y por otro lado, Luis Mollá encuadra un alto número de personajes, sus historias y reacciones ante el cataclismo y de cómo cada uno de nosotros es capaz de mostrar su lado más noble como el más oscuro cuando las circunstancias te obligan a tomar decisiones extremas. En muchos personajes, no se trata de la salvación de un individuo sino la de una familia y es ahí donde el egoísmo –incluso en la desobediencia cuando se produce un motín a bordo del “Archimedes”– se enfrenta con temeridad a la propia vida.

Pero el gran mérito de Luis Mollá radica en la estructura de su novela, pues hace alarde de una deslumbrante capacidad de hilvanar muchas historias personales a partir de un hecho común que muchos sufren como una pesadilla y otros como un impensable e inevitable cataclismo. En este sentido, son varios los lugares en los que ubica la acción, como distintos son también los personajes; personajes que van vinculados a embarcaciones: la motonave “Archimedes”, el buque de transporte de la Armada “Galicia”, el buque de salvamento “El Peregrino” y el velero “Erika”. También son muy diferentes los espacios de la acción: el Océano Atlántico, el aeropuerto de la isla de Hierro, la base naval de Rota, distintos puntos geográficos de la provincia de Cádiz y su capital (Puerto de Santa María, Puerto Real, Rota, la sierra de San Cristóbal) y espacios administrativos como el Instituto Geográfico Nacional, la Dirección General de la Marina Mercante, de Madrid, Así, pues, espacios aéreos como terrestres y marítimos.

El narrador se demora en las historias personales hasta el punto de que el primer avistamiento trágico de la ola no aparece hasta avanzadas doscientas páginas. Al mismo tiempo va intercalando relatos de los protagonistas que se remontan en el tiempo consiguiendo varios efectos: empatizar con los personajes al conocer su historia personal, ralentizar la acción dramática en beneficio de la intriga y la retrospección que conduce hábilmente hacia la introspección; todos estos ingredientes traman la compleja urdimbre de La séptima ola.

A pesar de utilizar tecnicismos de la Marina, no olvida Luis Mollá al lector común, de modo que en muchas ocasiones cambia el tono narrativo por el expositivo –lenguaje objetivo y, por tanto, preciso–. Las mejores muestras son cuando el narrador explica qué es un terremoto, o Fernando hace lo propio con Carlota de cómo se forma un tsunami y del protocolo a ejecutar cuando esta ataque a la embarcación, o cuando Verónica realiza una visita guiada por una bodega gaditana. Mediante este estilo mixto, Luis Mollá se acerca al didactismo soslayando la erudición.

En La séptima ola, Luis Mollá Ayuso acredita una solvencia en la escritura cuando así se lo exige la historia que quiere compartir con el lector.

José Luis Abraham López

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