Antonio Luis García: «Indignación, tristeza y emoción»

Putin ha vulnerado todos los límites de la conciencia humana, al anunciar que tiene activado el armamento nuclear, para emplearlo cuando lo desee.

Sí, efectivamente, indignación, tristeza y emoción es lo que está produciendo, entre nosotros, esta indeseada e indeseable invasión de Ucrania por parte de Rusia o lo que es lo mismo, por parte de Putin, que puede pronunciar y hasta con mayor certeza, la frase “el estado soy yo” atribuida al rey Sol, Luis XIV de Francia. ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI y en Europa, sigan existiendo jefaturas de estado, semejantes al antiguo régimen, a las monarquías absolutas, a las dictaduras comunistas y militares del siglo XX, con la abolición de los Derechos Humanos, incluidos los más elementales, como es la separación de poderes, en peligro también en España?

En el fondo de todo ello y entre las causas de esta guerra, subyace la oculta influencia que la extrema izquierda española y europea, ejercen sobre la política general de la U.E., haciéndola cada día, más débil e inoperante. Los actualmente llamados progresistas, tras abandonar la socialdemocracia, el socialismo moderado y hasta el eurocomunismo, se han acogido al liberalismo más radical y al nihilismo más peligroso, quedándose sólo con el sectarismo y con ataques a occidente, contribuyendo así a la desaparición de los grandes principios y valores universales, generadores del bienestar, la justicia y la paz en los que hemos vivido hasta hoy.

La indignación y la tristeza de ver una invasión completamente arbitraria e injustificada, una guerra sin causa, una destrucción y un dolor espantosos, unas muertes y un pánico atroces y repugnantes, un éxodo masivo de miles de personas huyendo de la muerte, sin destino y a su suerte, etc. Pero, también nos produce emoción, el coraje y la resistencia del pueblo ucraniano, el rechazo unánime de los ciudadanos europeos, incluidos los propios rusos y del resto del mundo. Igualmente, es admirable la disposición de los países de acogida (Polonia, Rumania, Hungría, etc.), que están recibiendo a miles de personas con alegría, con los brazos abiertos y sin ningún tipo de exigencia o documento, basta con ser ucraniano. De la misma manera nos satisface la solidaridad de la ciudadanía española, europea y la mayoría de los países del Planeta.

Ciertamente que nuestras vidas se decantan entre los extremos del amor y del odio, de la amistad y la hostilidad, del altruismo y del egoísmo, de la paz y de la guerra, etc. Pero esta bipolaridad, a veces extrema en muchas conductas, está modelada y moderada por la razón, el corazón y la educación de las personas, de todos los seres humanos. Nosotros, a diferencia de los animales, que nacen y viven con unas pautas de comportamiento fijas, uniformes y limitadas, disponemos de una libertad natural, de un libre albedrío sin límites, para poder hacer todo aquello que nos venga en gana, sin que nadie, ni nada nos lo pueda impedir. De ahí la función esencial de la tradición histórica y la necesidad existencial de creencias religiosas, ideales, valores y de la ineludible educación, para mantener y darle sentido a nuestras vidas y lograr la felicidad individual y la convivencia en paz. Cuando las creencias, la educación y los valores humanos desaparecen por completo, el hombre queda sumido en el vacío psicológico, espiritual y mental, y sin reparo alguno, para incurrir en los peores horrores.

Dicen que las guerras son todas injustas y que muchas de ellas obedecen a las causas más triviales. Ciertamente, la invasión de Ucrania por el ejército ruso, es una guerra tremendamente injusta, pero su causa no es sólo trivial, sino peor todavía, caprichosa y personal de un jefe de estado, llamado Putin, que actúa con criterios unipersonales, sin que haya ley, ni parlamento, ni justicia que lo pare. Sin embargo, puede que esta guerra, sea un síntoma de su debilidad o decadencia y la razón por la que ha recurrido a ella. Da la impresión de que podía ser la última; porque enemistarse con el mundo entero, nunca ha dado buenos resultados. Parece increíble, pero es real, incomprensible y tremendo: Putin ha vulnerado todos los límites de la conciencia humana, al anunciar que tiene activado el armamento nuclear, para emplearlo cuando lo desee. Ello constituye la mayor amenaza para el mundo y el más grande peligro para la Tierra y la humanidad.

Conocemos cuál es la situación geopolítica actual del mundo, sabemos que la deseada y cacareada multilateralidad, está muy lejos de alcanzarse. Pero en tiempos de peligro y de premuras, son más necesarios que nunca, los acuerdos y los consensos, como – ahora sí – se está haciendo en la Comunidad Europea, en Estados Unidos, en la ONU y en la mayoría de los países del mundo. Si las sanciones económicas y políticas, que se le están imponiendo a Rusia se mantiene y el consenso entre todo el resto de países también, no habrá duda de que Rusia se verá muy afectada y su presidente también. Todos tenemos el compromiso y la obligación moral de colaborar como podamos en la solución de esta guerra; porque ya están amenazadas Finlandia y Suecia y porque ya va siendo hora de que Chechenia, Siria, Venezuela y otros, se liberen de sus dictadores, protegidos por Moscú. Hemos de contribuir a la condena unánime y universal para que finalice esta guerra.

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ANTONIO LUIS GARCÍA

Catedrático y escritor

 

Antonio Luis García Ruiz

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