La semana pasada hablamos de cómo, sin queremos, podemos aprender a gestionar nuestras emociones y vimos algunas técnicas que nos pueden ayudar.
Esta semana quiero centrarme en los pensamientos, últimos responsables de nuestras emociones. Actuamos porque antes hemos pensado y sentimos acorde a lo que se nos pasa por la mente.
“Para muchos, el pensamiento negativo es un hábito Opens in a new tab.que, con el tiempo, se convierte en una adicción”. Peter McWilliams.
Nuestro patrón de pensamiento proviene sobre todo del que confeccionamos de 0 a 7 años, es decir, en nuestra infancia. Reproducimos como adultos lo que pensábamos como niños, de ahí que la mayoría de las creencias sobre nosotros mismos, el mundo y de los demás, sean irreales, incongruentes, distorsionadas y negativas. Experimentamos la vida desde una emoción infantil, desde unas reacciones exageradas, como si fuésemos niños en cuerpos adultos. Esto es así porque mantenemos casi intactas nuestras creencias de niños.
La mayoría de nuestros pensamientos negativos tipo “no valgo para nada”, “quién me va a querer”, “no lo voy a conseguir”, provienen de una experiencia infantil que, sin necesariamente ser un trauma, nos marcó.
“Nunca le des una pulgada a un pensamiento negativo o tomará una milla”. Matshona Dhliwayo.
En terapia es muy importante desentrañar esas cogniciones negativas que están mermando a la persona, como he señalado, no es necesario haber vivido experiencias extremas para que un recuerdo mal almacenado en la infancia pueda estar siendo un problema en la actualidad.
Para ello es muy importante descubrir qué patrón de pensamiento es el que mantienes, observa qué te dices a ti mismo e intenta correlacionarlo con algún recuerdo de tu infancia, algún recuerdo relacionado con tus padres, hermanos, profesores, compañeros, etc. Ahí puede estar el origen.
Lo importante es darse cuenta que cómo te hablas y cambiar el lenguaje interno, si constantemente te dices que no puedes, probablemente conformaste esa creencia en algún momento de tu niñez, viviste una situación en la que algún adulto te presionó, o te dijo que no podías hacer algo. Se trata ahora de gestionar ese recuerdo, esa situación, como un adulto, darte cuenta de todas las cosas que sí has conseguido y procesar ese recuerdo con emociones positivas de refuerzo.
“Tenga en cuenta que los pensamientos y las emociones negativas no solo destruyen nuestra experiencia de paz, sino que también socavan nuestra salud”. Dalai Lama.
Saber identificar a nuestros pensamientos boicotadores, cuidar lo que nos decimos y cambiar la forma en la que nos hablamos, es la clave para tener una identidad sana y una autoimagen positiva y acorde a la realidad, acorde a quién sí eres.
“Tú eres lo más importante que te ha pasado nunca”. VML
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Psicóloga especializada en Mindfulness y
Terapia de Aceptación y Compromiso
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