Pertenecemos a otra edad, con el juicio más claro, el equilibrio consolidado entre el pasado y el presente, declaramos la belleza con la certidumbre que los años acumulados nos otorga. Ahora hemos aprendido a escuchar, a ver con los ojos el mundo de fuera, a no tener miedo de hablar, a sobrellevar el vacío de las ausencias, en definitiva, a que la sangre fluya con más vida. Nos presentamos sin ruido, invisibles para muchos, somos el colectivo de mayores, incluidos en la escasa especie de estudiantes universitarios mayores, que no se esconden. “Existimos” que es lo importante, así que nosotros: no tenemos que decirle nada al tiempo, y él tampoco nada que decirnos.
Ahora, después de este pequeño rodeo, estamos más cerca de lo que iba a decirte: hay personajes que se mueven por la vida, como si hubieran abolido las leyes de la gravedad, redimensionado las estructuras físicas, convirtiendo el arte a las tres o más dimensiones, en estructuras con vida. ¡Y yo diría que la he encontrado en Granada!
El Aula (APFA) de la Universidad de Granada, me invita a visitar la exposición: Geometría: crecimiento y transformación, situada en pleno corazón del emblemático barrio del Albaicín, Palacio del Almirante cuya autora es Ligia Unanue, compañera y alumna del Aula Permanente (APFA).
Os haré una confidencia. Al cabo de tantos años de vivir en Granada, esa tarde cuando los rayos de sol declinaban en el horizonte, en una impronta decidí ir al Palacio del Almirante por el itinerario menos usual, más intrincado, más silencioso. El Albaicín es un barrio agarrado a sus callejuelas empinadas, a las revueltas en las angostas travesías, como si el barrio te quisiera encerrar dentro de él. Siempre subiendo, él me conducía ahora a la izquierda ahora por la derecha, los minutos se me echaban encima como una sentencia y el infinito laberinto continuaba incesante. El enjambre de giros, me obligó a parar y afrontar que estaba totalmente perdido. Un alma caritativa me recondujo al Palacio del Almirante.
Allí, en el centro de su propio universo, estaba la paciente protagonista de la entrevista, Ligia, una mujer de figura estilizada, melena suelta con su mechón rebelde en la cara, me saluda con una expresiva sonrisa mientras explica a un grupo de turista su obra suspendida sobre el techo de la sala, un pincel de luz de su linterna guía las miradas de cada espectador por cada pieza.
Su obra plástica flota en sí misma, en sus formas y color, llena de vida en un espacio sacado de un trozo de historia, envuelto por columnas blancas y telas colgadas que reconquista el remoto tiempo romano.
En este mundo sin dimensiones, Ligia con un tono suave de voz que toca la dulzura me responde a la batería de preguntas, con la tentativa de que me deje vislumbrar, a ella misma, su entorno, y desvelar la llave maestra que le conduce a la originalidad de su obra plástica.
Ligia, nace en algo así como el mismo paraíso, se llama Puerto Octay a orillas del lago Llanquihue, frente al volcán Osorno, en Chile, octubre del año 1954. Este lugar se convierte en la base artista de sus obras. Los reflejos del volcán sobre el espejo de las aguas del lago, dibujan sus primeras líneas geométricas en su mente infantil.
Su padre le enseña a dibujar el microcosmo de la inmensidad de la naturaleza que le rodea.
Ella, avanza en sus primeros pasos, estudia Diseño, pero el infortunio le sorprende con el golpe de estado de Pinochet, cierran la escuela y pasa a estudiar Bellas Artes. En la plenitud de su juventud a los 26 años por propia iniciativa deja Chile y se marcha a Barcelona.
Retoma los estudios de Diseño y trabaja como diseñadora de moda. Ligia, siente un vacío necesita recobrar su herencia arrebata en lo artístico. Su amor por las figuras geométricas le lleva a experimentar con trozos de una tela con muy poco cuerpo, translúcida y, a la vez liviana y sostenida, la organza de seda.
Lejos del quietismo, innova en otros campos tejiendo con tubitos de vidrio para su geometría.
El arte vive en las delgadas fronteras que separan lo real de lo irreal y ella con la meditación y en sus sueños nace el vértigo de las formas que intenta plasmar en la obra.
Su obra es para los ojos y el espíritu. Miro hacia ese cielo colmado de figuras, algunas movidas por el suave aire que le proporciona vida propia y le pregunto:
¿Por qué, utiliza esa tonalidad cromática?
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Las esculturas geométricas son de papel piedra o tubitos de vidrios, con matices turquesas, azules y verdes, que se abren a la naturaleza, a la tierra y el cielo.
Como espectador miro como se disuelve la quietud, muestra la transición de unos a otros, poliedros semiregulares, que nos hace percibir todo un universo de formas arquimedianas, sumergidos en su propia tridimensionalidad, un espectáculo de luz, formas, huecos, niveles de altura, que nos lleva a distintos estados de ánimo.
Las piezas de su obra en la exposición están en plena armonía, en el centro una cúpula de concavidades y orbitando a su alrededor el resto. El arte es una forma superior y esta obra crea una simbiosis con el espectador.
No podía dejar de preguntarle por su experiencia en el Aula de Mayores (APFA) y ella, me responde con toda claridad. “Es fantástico, que la gente este permanentemente estudiando, porque el aprendizaje es toda la vida, cuando eres adultos eres un ideal estudiante porque valoras mejor las cosas”
Sólo me queda invitaros a asistir a la exposición de nuestra compañera que está abierta hasta el 25 junio 2022, en el Palacio del Almirante. Granada.
¡Y por qué no decirlo! Nos sentimos orgulloso de Ligia Unanue, el reconocimiento a su dedicación al arte. Le deseamos mucho éxito en su carrera artística.
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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.
Comentarios
4 respuestas a «Rafael Reche: «La geometría convertida en arte por la alumna Ligia Unanue»»
Nuevo artículo en el que Rafael mezcla con mucho acierto el arte de la escritura con las obras de la artista y diseñadora Ligia, y por descartado, describe someramente aunque con maestría, uno de los lugares más emblemáticos y mágicos de Granada, el Albaicín, una maravilla para pasear y disfrutar. Enhorabuena.
Gracias amigo Diego, gaditano, extremeño y segoviano, siempre estás invitado a Granada, a descubrir el encanto del Albaicín y el sabor de esta tierra andaluza.
Gracias Rafael por tus exquisitas palabras casi tan efimeras como la obra de Ligia…los dos se acompañan bien. Presenciar el trabajo de Ligia, muy querida amiga mia, es volar entre los sueños y acceder al Mundo Real…
Mucho exito Ligia y mucho exito Rafael.
Muchas gracias, Rafael, por trasladarnos con tu arte hasta esta maravillosa artista de la geometría y la luz, y descubrirnos la magia de sus obras. Sin duda iré a visitar la exposición.