Un adolescente estigmatizado por el dolor infringido por un adulto y otro joven carismático dispuesto a hacer justicia y salvar un alma de la fatalidad o de la podredumbre.
Publicada por la editorial Nocturna, y con traducción de Pilar Ramírez Tello, hemos tenido la oportunidad de leer la novela juvenil Una lista de jaulas, de la escritora Robin Roe, catalogada como juvenil por la edad de los protagonistas, pero cruel y contundente, lo mismo que tierna y esperanzadora con los valores que aquellos encarnan.
A pesar de ser nuevo en el instituto, Julian ha venido faltando mucho a las clases, sobre todo a las de Lengua. Julian lleva cuatro años viviendo con su tío Russell. A ninguno de los compañeros y profesores les ha pasado desapercibido su carácter extremadamente introvertido. En cambio, Adam es todo lo contrario: un joven popular que puede presumir de contar con muchos amigos y al que le envuelve una aureola de chico interesante entre las adolescentes.
Cuando los padres de Julian fallecen en un accidente de tráfico, permanece un tiempo en una casa de acogida, hasta que su tío reclama la custodia. El reencuentro entre Julian y Adam (ambos habían sido hermanos de acogida) es recibido por aquel con total indiferencia, pues un problema que mantiene en secreto lo tiene permanentemente afligido.
Julian ha crecido creyendo que es una persona rara y difícil sobre todo porque así se lo ha hecho ver su tío. Si en la primera parte, la autora presenta y contextualiza las circunstancias de los dos personajes principales, ya en la segunda la historia da un giro cuando descubrimos las agresiones de las que es víctima Julian. Una vez que Adam descubre el tormento psicológico por el que está pasando su amigo, no está dispuesto a tolerarlo.
Aunque los caracteres de Adam Blake son complejos y diferentes (este es impulsivo, padece TDAH) y Julian Harlow (disléxico, generoso, reservado y estigmatizado por las experiencias traumáticas que padece cada día), la voluntad por mejorar la convivencia les hacen ir ganando confianza, y descubrir así el maltrato del padrastro.
Compuesto por setenta y dos capítulos, las voces narrativas de los dos personajes se van alternando hasta ir ganando en intensidad, gracias a lo cual empatizamos progresivamente con la vulnerabilidad de Julian que va sufriendo en silencio el despecho, las ofensas y humillaciones de su tío. Pero en contraste a la dureza de estos hechos y al sufrimiento del personaje, la obra impregna ternura en cuanto nos envuelve la implicación que Adam muestra por conocer el mundo interior de Julian y poner remedio a su lenta agonía.
Ambos personajes cautivan por motivos muy diversos. Uno por el daño que está padeciendo en soledad y otro por demostrar que la generosidad de nuestros actos pueden salvar vidas. ¿De qué otro modo habría sido capaz Julian de resolver un conflicto que le tenía atenazado y, sobre todo, que estaba proyectando una imagen distorsionada de sí mismo?
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Profesor de Educación Secundaria y Bachillerato