Daniel Morales Escobar: «El Carmen de Peñapartida»

Al Carmen de Peñapartida se accede a través de una sencilla puerta verde de madera. ¡Demasiado sencilla! Además, nada indica dónde estamos. Esa puerta pasa desapercibida detrás de la parada de taxis que hay frente al hotel Alhambra Palace, en lo alto de la colina del Mauror.

Reconozco que he estado por allí infinidad de veces y nunca antes había sentido curiosidad por este espacio cerrado que llega hasta Torres Bermejas. Son casi 20.000 metros cuadrados entre la calle Niño del Rollo —donde está el mucho más famoso Carmen de los Rodríguez Acosta— y el frondoso bosque de la Alhambra, que se eleva por encima de la Puerta de las Granadas.

Entrada al Carmen y canal de agua en los jardines de Peñapartida ::D.M.E.

Pues en estas dos hectáreas ocultas tras sus tapias nos encontramos huertas y jardines, albercas, fuentes y curiosos sistemas de riego, los restos de dos antiguas torres y de numerosos silos de la Edad Media usados también como mazmorras, una gran vivienda vacía y deteriorada, pérgolas y miradores, un bosque de higueras, membrillos, granados, plátanos y cipreses, así como increíbles campos de flores y de cultivos que hacen del paraje un auténtico vergel.

Curioso sistema de riego. Foto: D.M.E

Sin embargo, pese a toda esa abundancia, si de algo está realmente cargado este rincón es de silencio, frescor, olores y paisajes. Porque desde allí se ven, por el lado norte, las torres de la Alcazaba, que se alzan sobre nosotros. Al oeste, las ya citadas Torres Bermejas, solitarias y austeras, como corresponde a un recinto que fue prisión. Y al otro lado, al sur —tras la casa—, la fundación Rodríguez Acosta, el hotel Alhambra Palace y, entre ambos, El Realejo y esa gran parte de Granada que parece extenderse hasta las primeras elevaciones de Sierra Nevada.

N. 5.

Vista de la Alcazaba desde el carmen. Foto: D.M.E.

 

Vista de Torres Bermejas. Foto: D.M.E.

 

El hotel Alhambra Palace. Foto: D.M.E.

La semana pasada pudimos conocerlo, en una visita en la que una guía del programa Alhambra Educa nos fue contando sus misterios. De la época anterior a los Reyes Católicos nos dijo poco. Solo que toda la colina del Mauror, vecina a la de la Sabica, fue terreno de abundantes enterramientos musulmanes y de silos para el almacenamiento del grano. También que estos silos terminaron siendo empleados para “alojar” a prisioneros cristianos, en los años más duros de la Guerra de Granada, e intercambiarlos por los que habían corrido la misma suerte tras la frontera castellana. De aquellos lejanos momentos saltó al “romántico” siglo XIX, cuando ya el lugar era propiedad de un jurista, académico y político liberal granadino de la época y de su esposa, don Antonio Porcel Román y doña Isabel de Porcel, quienes fueron incluso retratados por Goya gracias a su amistad con Jovellanos, que los puso en contacto con el célebre pintor. También que, con ocasión de la visita de la reina Isabel II a Granada, en el otoño de 1862, que recogí en mi artículo «El viaje a Granada de la reina castiza», el carmen fue remodelado por sus herederos. De este momento son las albercas y la entrada por donde ahora se accede —la primitiva estaría en la calle Niño del Rollo, junto a la vivienda—.

Una de las fuentes. Foto: D.M.E.

 

Una de las albercas. Foto: D.M.E.

Con el nuevo cambio de siglo, la finca fue comprada por el industrial catalán Mariano Miralles, por lo que empieza a ser conocida también como Carmen de los Catalanes. Sin embargo, no estaría mucho tiempo ligado a esta familia. En 1942 es adquirido por los García Valdecasas, que no llegaron a vivir en él —lo que dio paso a un rápido deterioro—, y en 1989 el Patronato de la Alhambra y el Generalife comenzó un proceso de expropiación que fue concluido ya en los inicios del actual milenio.

En estos años el patronato ha llevado a cabo trabajos de adecuación en todo el exterior de la propiedad, que luce el aspecto admirable que he descrito. Sin embargo, la casa se mantiene en un estado precario, lo que impide el acceso a su interior.

Vivienda del carmen. Foto: D.M.E.

Las visitas a los jardines se han iniciado muy recientemente, pero sin duda merecen la pena. Durante algo más de una hora se puede disfrutar de un paseo tan encantador que, incluso, fue llamado también “Carmen del Paraíso de Colón”, como consta en documentos del Archivo Histórico Municipal. Espero que las imágenes, mucho más que las palabras, sirvan para hacerse una primera idea de lo que todos hemos recuperado en la colina del Mauror. La segunda será con la visita ¡imprescindible! que cada cual haga a este lugar.

 

 

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Daniel Morales Escobar,

Profesor de Historia en el IES Padre Manjón

y autor del libro  ‘Un maestro en la República’ (Ed. Almizate)

 

Daniel Morales Escobar

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