Sandra León Quito: «El gran juego de la oca literaria»

Una cosa es responder preguntas, otra es jugar mientras lo hacemos. Laboro en una institución fiscal rural y al igual que en otros sectores de la población existe una notable falta de motivación por la lectura en los estudiantes, así que buscando revertir esta situación me puse manos a la obra. La inspiración llegó después de haber visto la motivación de los chicos cuando creamos juegos de mesa con cuentos y una vez que leí el éxito del proyecto OCA STEAM la idea de crear el gran juego de la oca literaria se concretó.

En esta ocasión trabajé con el cuento “El antropófago” del escritor ecuatoriano Pablo Palacio, con un nivel de complejidad medio ya que planificaba la actividad para primer año de bachillerato (15-16 años).

Dividí el proceso en dos partes, la primera consistió en desarrollar el trabajo dentro del aula a partir del análisis del texto que incluía reflexión semántica, comprensión de trama, personajes y escenarios; posteriormente creamos un diálogo en el que inferimos el contenido y mensaje del autor para finalmente compararlo con la realidad y de ahí con otros referentes literarios. Aunque en esta primera parte, trabajamos dentro del aula, intenté que las actividades tuviesen elementos estimulantes para que conserven el interés en la lectura.

Insignias relacionadas con los personajes del cuento

La segunda parte consistió en jugar y para ello trabajé en el patio debido a que el tablero era gigante porque en cada casillero debían caber dos personas ya que participaron en parejas. Consideré que un tablero gigante en el que los estudiantes intervengan como fichas podría involucrarlos más en el trabajo y para ello cada par debía inventar una insignia que representara a los personajes del cuento. El tablero se dividió en 5 niveles o caminos: de la semántica, de la comprensión lectora, de la inferencia, de la crítica y de la intertextualidad; cada nivel contenía actividades enfocadas en fortalecer habilidades lectoras, pero esta vez los ejercicios eran más dinámicos pues debían convertirse en retos, entre ellos: trabalenguas, oraciones, cuentos, juegos de cartas, dibujos, canciones, responder preguntas, memorizar conceptos y baile. Todos estos juegos se realizaron con material concreto como papel, lápiz, tiza, cartas y otros. Además, cada nivel incluía casilleros de descanso en el que podían bailar, dibujar y cantar.

Y ahora, ¿Cómo controlar toda la dinámica?

Iniciando la aventura

Dividí en dos grupos a la clase, uno trabajó como fichas resolviendo los juegos y el segundo entregó y controló los ejercicios; así todos jugaron y yo hacia de guía. Este momento fue gratificante porque los jóvenes se divirtieron, asimilaron conocimientos, desarrollaron habilidades verbales y trabajaron en equipo. Finalmente, en la retroalimentación, evidencié que habían adquirido nuevos conocimientos, se sentían motivados a leer más cuentos para realizar juegos similares, así que fue una actividad de animación y comprensión lectora exitosa.

Espero que la experiencia que hoy les he relatado les resulte útil.

Sandra León Quito, docente de Lengua y Literatura, trabaja en el magisterio fiscal ecuatoriano desde hace 8 años.

Obtuvo el Máster en Literatura española e hispanoamericana en la Universitat de Barcelona.

Diplomada en Lectura, escritura y educación por la FLACSO de Argentina.

Le gusta ser docente porque considera que desde ahí podemos cambiar el mundo.

En la actualidad, comparte mi trabajo a través de la cuenta @la_san_nosoloesprofe.

Redacción

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