Cuando me preguntan qué es gamificar, suelo decir que el mejor modo de hacerse una idea de lo que es en realidad es pensar en el término aventura, pues para mí son sinónimos. También ayuda mucho pensar en personajes de ficción como, por ejemplo, Indiana Jones, Katniss Everdeen o Han Solo y Chewbacca. El motivo no es otro que el hecho de que todos estos personajes, y muchos otros, tienen un punto de conexión, y es que lo que les sucede (sus aventuras) se caracterizan por todo aquello en torno a lo cual se configura la vida de cualquiera de nosotros. De hecho, permanentemente tienen que estar tomando decisiones, siendo capaces de adaptarse a situaciones cambiantes y sabiendo gestionar las consecuencia y emociones (frustración, alegría, envidia, traición, lealtad, etc.) que se derivan de ellas. Y así es como yo entiendo la gamificación, por lo que qué mejor contexto de aprendizaje que uno que dé lugar a algo así pues, en definitiva, la vida (al igual que la profesión de maestro o profesor) no es más que una sucesión de situaciones de este tipo, que debemos ser capaces de afrontar diariamente del mejor modo posible para ser felices.
En estrecha relación con ello, mi experiencia docente me ha permitido descubrir las grandes posibilidades educativas que, en la sociedad actual (con estudiantes influidos más por la cultura audiovisual que por la enseñanza tradicional), tiene utilizar referencias fílmicas para experimentar y aprender a gestionar emociones, desarrollar competencias y valores o explicar ideas vinculadas a la Educación; hasta el punto de que la ficción se podría decir que ha sido mi gran maestra. Buena muestra de ello es el Ensayo sobre la pasión (http://www.copideporte.es/paranoias-isaac/), de descarga gratuita, para los amantes de la ficción y la Educación. Dicha circunstancia, junto al potencial que atesora el juego a la hora de motivar al alumnado, me llevó a plantear lo que denomino gamificción, es decir, aprovechar los principios y principales elementos motivadores de los juegos en la adaptación de una referencia fílmica (serie de televisión o película) para construir experiencias de aprendizaje realmente significativas y enriquecedoras para el alumnado.
La verdad es que a raíz de los diferentes proyectos de gamificción que he llevado a cabo (inspirados en Juego de tronos, Matrix, Star wars, In time, Los 100 o La casa de papel) he tenido la oportunidad de disfrutar de una docencia mucho más enriquecedora y trascendente. Es más, la impronta que deja en ellos una experiencia de estas características ha marcado para siempre el compromiso con la profesión docente de muchos alumnos, fundamentalmente desde lo vivido y lo reflexionado. Además, me ha permitido transmitirles y hacerles vivir en primera persona un convencimiento que me acompaña desde que era alumno, y es que otra forma de hacer las cosas en Educación no solo es necesaria sino posible.
No obstante, sin gamificar también se puede flipar. Solo hay que tener claro qué es lo que realmente le da sentido a nuestra labor y nuestra verdadera preocupación, si los contenidos y la nómina de final de mes o la formación y felicidad de nuestro alumnado. Y un magnífico ejemplo de ello es la iniciativa de los PDFs, que llevo poniendo en marcha desde hace más de cinco años o, lo que es lo mismo: Proyectos De Felicidad. Su finalidad es que el alumnado trate de hacer un poquito más feliz a una o varias personas de su entorno, conocidas o no, al menos durante 21 días. A partir de ahí, teniendo eso como referencia, deben concretar su objetivo en función de la/s persona/s o colectivo en cuestión y las necesidades detectadas en el análisis previo que deben realizar. Todo ello les ayudará, al mismo tiempo, a tener una primera aproximación a los principales aspectos a tener en cuenta a la hora de programar en Educación (física), fundamental en la asignatura, pero con un valor añadido muy significativo y enriquecedor para el alumnado. Es más, los PDFs han dado lugar a experiencias realmente trans-formadoras en ellos, y me han permitido descubrir el verdadero sentido de la labor docente.
Con respecto a todo esto, mi referencia es una palabra de origen griego que, como le digo a mis alumnos, debería definir a todo docente: MERAKI (hacer las cosas con amor y creatividad poniendo el alma en ello). Por tanto, no tengo duda de que el primer paso, antes de empezar a introducir ningún contenido, es pre-ocuparnos por construir vínculos con los alumnos, lo que debería ser nuestro “ABC” (apostando por el Aprendizaje Basado en la Confianza). De este modo nos convertiremos en alguien significativo para ellos, elemento clave en todo proceso formativo. Dicha circunstancia aumentará su predisposición hacia todo aquello que les planteemos, y generará un mayor compromiso de estos con la experiencia de aprendizaje (muchísimo mejor, y más exigente -como realmente debería ser-, que el concepto asignatura) que estarán viviendo. Para lo que será un requisito imprescindible empezar a bajarse de las tarimas en la universidad (en mi caso). Y junto a ello será fundamental también generarles curiosidad y emociones, que nuestras clases sean emocionantes, ya que esto abrirá las puertas al aprendizaje y, más importante aún, les permitirá empaparse de él, por lo que la incertidumbre, la sorpresa y la expectación deberían ser ingredientes básicos en nuestro día a día.
Isaac J. Pérez López
Profesor de Educación Física en educación secundaria durante 12 años y actualmente
Profesor Titular del Departamento de Educación Física y Deportiva (Facultad de Ciencias del Deporte -UGR-),
con docencia en el máster de profesorado.