Desde la Edad del Bronce
a la posterior del Hierro,
mil años antes de Cristo,
tan lejanos en el tiempo,
floreció en Andalucía
el reino de los tartesios,
tal vez el primer Estado
de aquellos pueblos ibéricos.
Esta civilización
de comerciantes viajeros
y mañosos artesanos
en fabricación de objetos
se erigió en la más antigua
del occidente europeo.
En el suroeste andaluz
tan fértil como halagüeño,
entre el río Guadalquivir
y el litoral marismeño
se desplegó con pujanza
la cultura de Tartessos.
Se les menciona en la Biblia
por pasajes muy diversos
y el cronista Herodoto,
eximio historiador griego,
ya nos habla de Argantonio,
mítico rey de Tartessos,
llamado “Señor de Plata”
por su floreciente reino;
la mesura y el buen juicio
producto de su intelecto
fueron asaz celebrados
sirviendo a todos de ejemplo,
la inteligencia del rey
y el bienestar de su reino.
Destacó la metalurgia
y su boyante comercio
con pedrería y cerámica
de arcilla, marfil y huesos.
Las joyas de Carambolo
hoy son piezas de museo
pues el valor del tesoro
acopia un valioso acervo.
En sus periplos llegaron
los incansables viajeros
a territorios distantes
y a escenarios tan diversos
como las islas británicas
o el lejano Oriente Medio.
Con los colonos fenicios
se inició el desconcierto;
luego, los cartagineses,
invasores muy violentos,
demolieron la riqueza
del pacífico Tartessos.
Tras la muerte de Argantonio
arribaron malos vientos
y la civilización,
que alcanzara un gran progreso,
se diluyó con premura
culminando su hundimiento.
Los anales de la Historia
rememoran a Tartessos
como cultura radiante
por la labor y el talento
que han cincelado su nombre
en la memoria del tiempo.
Ver capítulos anteriores de
Profesor jubilado y escritor, autor de
‘Ortografía práctica del español’,
‘Ronda para niños’ (inglés),
‘Federico en su centenario’, ‘Las acacias del Macabe’,
‘Cervantes y Don Quijote’, ‘ La boca del infierno’
‘En la noche de San Juan’
y ‘Mencía de Mendoza. La nieta del cardenal’