Un día más, mi buen amigo y Defensor de la Ciudadanía, Manuel Martín me regalaba –nos regalaba– uno de esos pensamientos que, indudablemente y al menos, nos hacen reflexionar: “No sólo eres responsable de lo que haces, sino de lo que no haces, de lo que no defiendes y de lo que callas”.
No conozco sus fuentes, ni se las voy a preguntar ya que como periodista mantengo que el secreto profesional debe de ser una de las “virtudes” que siempre se respeten en nuestro trabajo diario.
Así, y una vez más, lo escrito me permite recordar mi oposición al dicho popular de “Uno vale más por lo que calla que por lo que dice”, pues si es imprescindible saber escuchar, también lo es darle voz a la verdad de nuestros sentimientos… Callar por vergüenza, por miedo a posicionarse, o por engaño maledicente, al menos no es de recibo en nuestra sociedad actual.
Con esperanza y racionalidad, uno de mis maestros, José Apezarena rebatía la situación a la que intento referirme, relatando especialmente al papel de los medios de comunicación –pero que, indiscutiblemente, puede aplicarse a la etapa que estamos atravesando en este país–: “Pablo Iglesias (en el Congreso) habló de los tres poderes clásicos: legislativo, ejecutivo y judicial. A ellos se ha sumado después el llamado “cuarto poder”, la Prensa. (…) Pero, por encima de este último, existe un “quinto poder”: el público. Y es su veredicto el que controla, permite, anima o deja caer”.
Por ello –y por muchas cosas más– os animo y me animo a alzar la voz en todos y cada uno de los ámbitos en los que nos sea posible, aún a riesgo de que nuestro discurso no sea escuchado y quede en el olvido como una anécdota más.
Dejemos atrás cualquier canguelo que pueda acongojarnos. Merece la pena entregar el corazón –el alma– aunque los resultados de esta “misión” no sean los esperados.
Leer más artículos
de
Ramón Burgos
Periodista