En plena polémica por la excarcelación de agresores sexuales, el Gobierno mantiene ocultos los informes entregados por los distintos ministerios durante la tramitación de la Ley del sólo sí es sí. Se trata de un trámite preceptivo que permite a los proponentes conocer las objeciones e ir perfilando el texto final. Entre ellos, constan hasta 23 informes de ministerios dirigidos por el PSOE, lo que demuestra la implicación del partido de Pedro Sánchez en la construcción de una norma de la que ahora los socialistas tratan de desmarcarse. Algunos departamentos, como Inclusión, remitieron hasta tres versiones.
Ahora, y en plena polémica por las decisiones judiciales que han supuesto la rebaja de penas a los delincuentes sexuales, el Gobierno oculta las aportaciones que sus departamentos hicieron a la norma. Estos textos no fueron remitidos al Parlamento durante la tramitación de la ley, pese a tratarse de un trámite obligado para que los diputados puedan conocerlos antes de la votación.
Según consta en la memoria, se solicitó opinión a todos los ministerios para garantizar un mayor acierto de la norma. A lo largo de 2020 se recibieron todos, a excepción del de Defensa. Un año después, meses antes de la aprobación en el Consejo de Ministros, se volvió a requerir un nuevo informe a estos departamentos. Interior, Universidades, Inclusión, Asuntos Económicos, Educación, Derechos Sociales, Hacienda, Política Territorial, Justicia e Igualdad entregaron su versión definitiva. Los últimos se recabaron apenas dos meses antes de la reunión del Gobierno para darle el visto bueno definitivo.
El que una «ministra de cuota», sin base jurídica alguna, en la que sus «ocurrencias» siempre han aspirado a ser ley, desbarre de semejante manera, es, desde luego, grave. Pero lo es mucho más el que toda la cohorte de asesoras «bienpagás» no hayan parado el dislate, que alguna Jueza cercana, Rosell, lo avale y cierre filas con su «jefa» culpando a la Judicatura a la que pertenece antes que reconocer que más que ley han alumbrado un churro.
Y sobre todo, lo más trágico es que un narciso al que le encanta pregonar que es «el presidente del gobierno más progresista de la historia» no sólo se haya «pringado» por acción -la cosa pasó por su consejo de ministras (dicho así conscientemente)- sino que también, ahora, por omisión, echando balones fuera, en dirección al Supremo al que pasa la patata caliente, en lugar de poner orden y decirle a Irene que no, que así no y en justicia señalarle la puerta de salida.
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