“Al acoger e indicar el progreso, la moda se pone a la cabeza de todo, crea las revoluciones de la música, las letras, el dibujo y la arquitectura.”
Honoré de Balzac: El dandismo de nuestro tiempo
Que cada libro tiene su momento para cada lector concreto parece estar fuera de toda duda. Así el estado de ánimo, la propia edad, el interés por un determinado tema, la moda -¡Ay, las modas literarias!- y tantas otras circunstancias hacen del devenir de cada libro en cuestión toda una aventura, que daría para una extensa crónica cuando no para una obra de creación novelesca. Y hago tal consideración como fruto de la propia experiencia, que supongo que compartirán algunos de los lectores de esta reseña: cuántas veces no habremos dejado abandonada la lectura de un libro para recuperarla años después, cuando ya ni nos acordábamos de su existencia.
Observo últimamente, no sin cierto desagrado, la tendencia a deshacerse de los libros de la manera que sea –bien es sabido el engorro que suponen y la urticaria que pueden llegar a producir con sólo pensar en su lectura. El caso es que, en días pasados, entrábamos mi mujer y yo en la frutería a hacer la compra y pronto llamaría mi atención una de las cajas de fruta que, cuasi arrumbada en un rincón, estaba repleta de libros a 1 euro el ejemplar. Por el impulso propio de los que sentimos un verdadero amor por los libros, me acerqué a tan “delicada estantería” y no tardé demasiado en comprobar que entre aquel revoltillo de ejemplares me estaba esperando “La sabbia non ricorda” (“La arena no recuerda”) de Giorgio Scerbanenco. En cuanto llegué a casa no me fue difícil dar con él pues efectivamente estaba en mi caja rotulada con el cartel de “Lecturas pendientes”. En estos días de convalecencia pareciera que el azar se hubiera confabulado para recuperar también la obra de Scerbanenco, que el próximo año cumplirán sesenta años desde su publicación (1963).
He de reconocer que la novela policiaca –prefiero denominarla así a novela negra, término este es más amplio y, en consecuencia, más inespecífico)- nunca ha estado entre mis preferencias literarias, aun reconociendo que hay auténticos maestros del género no exentos, evidentemente, de una notable calidad literaria. Más aún, raros son los escritores del último medio siglo que no han hecho sus incursiones en el terreno de esta clase de relatos. El caso es que “La arena no recuerda” ofrece, a mi juicio, peculiaridades tan notables dentro del género, que a más de un lector que hubiera acometido su lectura le pudieran asaltar serias dudas de si se halla, en efecto, ante una novela policiaca. Publicada en España en 1975 por Noguer, con algún que otro error de traducción, de su autor podemos decir que, aunque no muy conocido en España, en Italia sí que obtuvo un notable éxito –varias de sus novelas fueron llevadas al cine- e incluso llegaría el reconocimiento internacional en 1968 con la concesión del Grand Prix de Littérature Policière.
Como decía más arriba, la originalidad de la obra consiste en la espléndida combinación, urdida magistralmente por el autor, de la trama detectivesca con la narrativa rosa (género que también llegó a cultivar Scerbanenco) y que condicionará inevitablemente el final de la obra. La consecuente huella psicológica, tan propia de este tipo de relatos, no solo se muestra en los interrogatorios policiales sino en el padecimiento que sufre la propia protagonista, que predispone a los personajes que la rodean a adoptar actitudes indeseables, convirtiéndolos con frecuencia en seres sufrientes y atormentados: el propio comendador Silvestro Loré, padre de la protagonista, interferirá en más de una ocasión en procesos policiales con tal de facilitar por encima de todo la felicidad de su hija Michela; o Alberto Missaglia, de la policía científica, buen amigo y alumno de Silvestro y tercer elemento, no siempre a su pesar, del extraño triángulo amoroso.
Ensamblados magistralmente por la mano de Scerbanenco, elementos tan dispares como el amor, el odio, la ambición, la marginalidad o el sexo – todos ellos contaminados por un tufo de deleznable perversión- dotan a los personajes secundarios de una fuerza brutal en un universo de pasiones descontroladas, en el que adquieren especial relevancia los personajes femeninos: la propia Michela, Maruzza, Irene, Gertrude e incluso Tatiana son mujeres dotadas de una fuerza vital que se alza muy por encima del protagonismo de los personajes masculinos. Muy significativa al respecto es la actitud de Giuliano Pappalettera: “Quedó ante ella como vacío, al oír aquella invesosímil esperanza de que se quedaría con él. Nunca le había dicho nada parecido, con aquella voz y aquella expresión profunda, cálida, de mujer que siente lo que dice.” En efecto, sólo en contadas ocasiones los personajes sentirán lo que dicen. Muy al contrario; el disimulo, la hipocresía,el engaño y la mentira jugarán un papel de primera magnitud en el devenir de las vidas que arrastran todos y cada uno de los personajes.
En definitiva, extraña y hermosa novela policiaca que merece la pena rescatar del paso del tiempo para los innumerables aficionados al género, aprovechando el próximo sexagésimo aniversario de su publicación.
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Comentarios
3 respuestas a «Blas López Ávila: «Una agradable recuperación»»
Gracias, López Ávila, por tu excelente reseña sobre este autor, Scerbanenco, que me era desconocido, relativa a esa novela suya, «La arena no recuerda».
Reseñas como la tuya despiertan el apetito y te dan ganas de devorar ese libro y de conocer algo, un poco al menos, al autor. Lo cierto es que soy poco o nada aficionado a la novela policiaca, pero según comentas, esta novela y su estilo trascienden el género, así que por ese agradable tufillo ha comenzado mi apetito.
Estoy contigo en cuanto a que «cada libro tiene su momento»; y eso lo extendería también a otras artes, como la música, la pintura, el cine, etc.
Me ha parecido muy curiosa, y divertida, la casualidad de encontrar en esa portentosa frutería – librería una caja con libros a euro, entre los que estaba este “La sabbia non ricorda” ¡Buena anécdota! Sería precioso que hubiera droguerías – librerías, peluquerías – librerías, y así…
No se si terminaré leyéndola (he visto en Internet ejemplares a la venta), pero lo que sí te digo es que, con tu bien hilvanada reseña y tus jugosos comentarios has despertado mis ansias lectoras, al tiempo que has hecho aumentar mi desesperación, como les ocurrirá a muchas personas, respecto a cuánto nos queda por leer. Qué pena que la esperanza de vida no fuera de 400 años, para poder así leer un poquito más.
Gracias, López Ávila, y mi ruego de que continúes con tus reseñas, que como si linternas en la noche fueran, nos descubren un misterioso camino sembrado de libros.
Gracias, Ángel, por tus generosos comentarios y que por venir de una persona tan notable como tú en el mundo literario, constituyen todo un acicate para seguir en la tarea que me he trazado de divulgar obras y autores que, a mi juicio, merecen un mayor reconocimiento y una mayor difusión.
Saludos.
Gracias, Ángel, por tus generosos comentarios y que por venir de una persona tan notable como tú en el mundo literario, constituyen todo un acicate para seguir en la tarea que me he trazado de divulgar obras y autores que, a mi juicio, merecen un mayor reconocimiento y una mayor difusión.
Saludos.