Los Reales Pósitos fueron obras civiles construidas bajo el reinado de Carlos III (1759-1788), destinadas al almacenamiento, negocio y control del grano. El 10 de febrero de 1768, se firmó en la ciudad de Baza el contrato necesario para erigir en la villa de Caniles el Real Pósito, cuyos planos y trazas fueron realizados por el arquitecto bastetano Felipe Carmona y supervisados por la Academia de San Fernando. La obra en sí fue presupuestada en 17.900 reales y ejecutada por el maestro alarife –maestro de obras−, el canilero, Torcuato Ruiz Rodríguez. Si debemos de tener en cuenta que la “supervisión” de la Academia fue muy laxa, puesto que dejaron casi total libertad a los maestros albañiles para su construcción.
Hemos podido documentar gráficamente que una de las salas superiores del edificio fue acondicionada para usarla como salón de teatro, todavía quedan en ella algunos adornos, mascarones y pinturas al fresco, que pretendían emular el escenario de un teatro. De igual forma, la primera planta del edificio fue utilizada como sede de la sociedad “Círculo de la Amistad”. Una sociedad que despierta el interés puesto que podría estar relacionada muy estrechamente con la masonería. Incluso este edificio se pretendió que sirviera de centro educativo al amparo y mecenazgo de dicha sociedad. Como podemos ver, unas actuaciones muy avanzadas para la época, que seguramente, estarían relacionadas con la corriente de pensamiento Liberal y ciertos aires masónicos.
Pues bien, el Real Pósito de Caniles ha llegado hasta nuestros días. Sin meternos demasiado en los aspectos históricos y las cuestiones intrahistóricas –como diría don Miguel de Unamuno‒, sólo hemos pretendido dar unas breves pinceladas de las mismas para poner en contexto y situación lo que vamos a comentar en estas líneas, que no es más que, una vez restaurado, recuperado y puesto en valor dicho edificio histórico civil: ¿qué deberíamos hacer con él?, es decir, ¿cuáles serían los mejores usos que podríamos darle?
El Pósito canilero constituye uno de los pocos edificios históricos de titularidad civil, ubicados en el casco urbano de esta localidad, por no decir el único. Nada más que por eso, nunca debería de haberse permitido por las autoridades civiles y políticas canileras, provinciales, andaluzas y estatales, que haya llegado hasta nuestros días en las lamentables condiciones que éste ha llegado. Dicho esto, no se trata aquí de hacer un repaso por los más de veinticinco años de promesas incumplidas, ahora ya no tiene sentido puesto que, como reza un viejo refrán castellano “agua pasada no mueve molino”; siendo optimistas, debemos mirar hacia adelante sin olvidar lo que ha ocurrido tiempo atrás puesto que forma parte de la memoria del propio edificio.
Como de todos es sabido –ya se encargaron sus señorías de anunciarlo “a bombo y platillo” en los medios de comunicación con el afán de colgarse tal o cual medalla en sus respectivas “guerreras” y “hoja de servicios” políticos‒ el Real Pósito de Caniles va a ser restaurado. Una gran noticia, sin duda alguna. En breve comenzarán las obras, una vez salvadas todas las dificultades que presentaba un extraordinario proyecto realizado por un brillante arquitecto, Antonio Jiménez Torrecillas (†2015), y debiendo ser actualizado por Antonio García Bueno a causa de haberlo dejado demasiado tiempo depositado en un cajón “durmiendo el sueño de los justos”.
Haciendo un poco de memoria, que siempre es muy positivo para poder escribir la historia, hay que reconocer la gran aportación de los distintos equipos de gobierno socialistas canileros que, desde 1998, siendo alcalde de la villa de Caniles, Antonio Martínez Caler, el edificio volvió a ser de titularidad municipal al ser comprado por el consistorio municipal. En el año 2005, se firmó el primer acuerdo entre el Ayto. de Caniles, presidido por la socialista, Isabel Mesas López, y la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía, a través de su delegación en Granada, ostentada en aquellos años por el bastetano, Pedro Fernández Peñalver, actual Delegado del Gobierno en Andalucía. Desde el año 2005 hasta el 2011, transcurrieron seis años en los que se hizo el proyecto, atendiendo a los pasos, largos, tediosos y bastante dilatados en el tiempo, que eran necesario dar para llegar hasta la redacción del mismo, y, precisamente, en ese año concreto de 2011, el proyecto quedó paralizado. A partir de esee año, por distintos avatares de la política, el proyecto quedó olvidado en un cajón durmiendo el sueño de los justos, hasta que a comienzo del año 2016, siendo alcaldesa de Caniles la popular, Práxedes Moreno Urrutia, y primer teniente de alcalde la socialista, Isabel Mesas López, retomaron el proyecto realizado por el excelso arquitecto granadino, fallecido en ese mismo año, pero al haber pasado tanto tiempo desde que éste redactara su proyecto hasta ese momento, el proyecto hubo de ser actualizado, en este caso, por el estudio del célebre arquitecto granadino, Antonio García Bueno.
No obstante, estoy absolutamente convencido que, si el pueblo de Caniles ha de agradecer a alguien que este asunto –tan importante para la villa de Caniles, su historia y memoria‒ haya sido retomado con el objeto de ejecutarse es a la actual consejera de Fomento de la Junta de Andalucía, la popular, Marifrán Carazo. A lo mejor, no es del todo justo focalizar dicho agradecimiento en una sola persona puesto que todos han puesto su “granito de arena” –seguramente, unos más que otros, como siempre ocurre en estas lides y otros ninguno aunque se encuentren ubicados en el momento preciso y el sitio idóneo para “aparecer en la foto”−; sin embargo, dicho “granito de arena” será la Historia quien se encargue de dar a cada cual el peso y dimensión del suyo aportado, es decir, de dar a cada actor político el lugar que realmente merece.
Comentada brevemente la intrahistoria de su proyecto de restauración. Una vez que tenemos la certeza de su restauración, que no ha sido nada fácil obtenerla como hemos explicado antes, la pregunta principal nos surge de forma inmediata: ¿qué deberíamos hacer con él?, es decir, ¿cuáles serían los mejores usos que podríamos darle? Pues lo más lógico sería darle un uso relacionado con la cultura popular, es decir, con nuestra antropología y etnografía más rurales. La base de la economía canilera ha sido y es eminentemente agrícola y, en menor medida, ganadera, es decir, está fundamentada principalmente en el sector primario. Como bien hemos visto anteriormente, los pósitos se construyeron en la dieciochesca España ilustrada bajo el reinado de Carlos III para la intervención estatal de la producción de cereal y, además, en muchas localidades, fueron también utilizados con fines culturales y educativos como fue en este caso.
Por consiguiente, lo más sencillo sería proponer que dicho edificio se convirtiera en un espacio escénico, cuya planta superior ya sirvió para dicho menester en el s. XIX, pero, a día de hoy, por ciertas peculiaridades arquitectónicas (su pared maestra de crucero) hacen que esta propuesta sea totalmente inviable. Otra de las propuestas sencillas, que podríamos hacer, sería convertir parte de ese edificio en un “centro de interpretación de las actividades rurales agro ganaderas”, que no sería una idea descabellada, pero de centros de interpretación en Caniles, tenemos dos, y para el uso que se les ha dado hasta el momento…, yo creo que ya vamos bien servidos.
En conclusión y para no alargarnos demasiado, la mejor utilidad que se le podría dar a este edificio y la más idónea, sería dedicarlo a cuestiones educativas y culturales, haciendo de él mismo un Ateneo Canilero. Un auténtico contenedor de cultura y saber popular, que ponga en valor nuestra propia idiosincrasia a través de su investigación y estudio antropológico y etnográfico, e histórico, a la vez que nos arroje conocimiento sobre la misma para poder divulgarlo y transmitirlo de generación en generación.
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CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS
DE GRANADA Y SU REINO