El color seduce las formas hasta integrarlas en un torbellino de tonalidades. Es una neblina cromática que absorbe el paisaje, transformándolo en ilusión, presentimiento de figuras y ciudades, de campos o simplemente nubes danzantes abrazadas por la luz.
José Luis Campos elabora una obra elegante, centrada en el color, el cual estructura en sus composiciones con armonía, engarzadas las gamas de forma rítmica, en cuyo compás interpreta un mundo sensitivo, expresado en los destellos, que escapan por los roces de los diferentes tonos que soportan su colorido. Describe un espacio ligero, a punto de evanescerse, en las claridades acogedoras, cálidas, donde la frialdad es vislumbrada como horizonte distante que se esfuma en el resplandor de la escena.
Describe José Luis Campos el universo encerrado en el seno de la Luz, cuando se rompe en su espectro recitando el sonido que impregna la realidad sensible.
Este pintor controla el color con precisión, lo distribuye con equilibrio, construyendo imágenes de significado azaroso, pues se introduce en el mundo de la fantasía, mas no pierde la relación con su origen, pues éste se vislumbra como recuerdo de que lo tangible sigue dictando su orden.
José Luis Campos ofrece un trabajo plástico de gran calidad pictórica, excelente técnica y buen dominio del lenguaje cromático.
A veces hay lugares donde se exponen propuestas artísticas interesantes, como ocurre en esta ocasión.
Francisco Bautista Toledo
crítico de arte y autor del blog