En las montañas de Asturias
nobles de la Hispania goda
se unieron para hacer frente
a las fuerzas invasoras,
surgiendo así el primer núcleo
para una gran gesta heroica
como fue la Reconquista,
de compleja trayectoria
pero intensiva en valores
para su honor y su gloria.
Por Asturias, D. Pelayo,
vencedor en Covadonga,
infligió a los musulmanes
su primigenia derrota.
Después del reino de Asturias
surge otro nuevo en Galicia,
poco más tarde en León
y alternando las intrigas
con traiciones, con proezas,
con valor y bizarría
entre todos conformaron
la soberana Castilla,
y el conde Fernán González,
su precursor y su guía.
En el reino de León
fundaron con hidalguía
unas cortes democráticas
que hasta entonces no existían
en ningún país de Europa
ni en reinos de la Península.
También al este de España,
tras diversas banderías,
tras recelos y batallas
de amplia escenografía
brota el reino de Aragón
marcando soberanía.
LA FRONTERA DEL TAJO
A comienzos del siglo once
el monarca Alfonso sexto,
bajo el pendón de Castilla,
entra triunfante en Toledo
estableciendo en el Tajo
un baluarte frontero
ante el poder musulmán
por entonces muy señero.
En la ciudad imperial
tres culturas convivieron
alternando la armonía
con graves enfrentamientos
aun cuando el rey de Castilla
legisló el entendimiento
y apostó por la concordia
tan peregrina en el tiempo.
Con la nobleza y la iglesia,
en el hispánico suelo
se construyeron castillos,
catedrales, monasterios,
monumentos esenciales
en el cristiano medievo,
siendo el estilo románico
el que se impuso primero
llegando después el gótico
tan hermoso como esbelto.
EL CID CAMPEADOR
Por este tiempo aparece
Rodrigo Díaz de Vivar,
Mío Cid, campeador,
que muy pronto alcanzará
el laurel de la leyenda
por su valor y lealtad
tanto en las tierras cristianas
como en feudos del islam.
En santa Gadea de Burgos
al rey obligó a jurar
que no había sido partícipe
en un crimen puntual
tal el de su hermano Sancho
en su Castilla natal.
Ello le costó el destierro
teniendo que abandonar
la tierra que más amaba
y ofrecerse a pelear
con otros diversos reinos
no siempre en la cristiandad.
En sus lides conquistó
al poderío musulmán
la siempre hermosa Valencia
impregnada de azahar.
El Cid acabó en leyenda
y tonadas del juglar
recitando las hazañas
rimadas en el Cantar.
Incluso después de muerto
no cesó de acaudillar
ganando hasta una batalla
en la ilusión popular
según nos cuentan los versos
y la tradición oral.