Un hito transcendental
germinado en la Edad Media,
que instituye religión
y ratifica creencias,
es la historia en que se forja
Santiago de Compostela.
Según la etimología
el nombre de “Compostela”
se deriva del latín
tal como “campo de estrellas”
pues por las noches lucían
dando luz en las tinieblas
porque allí yacía el sepulcro
del apóstol que viniera
hasta la lejana Hispania
a traer la buena nueva.
Núcleo de la Cristiandad,
según cuenta la leyenda
aquí está la sepultura
del apóstol que concierta
profunda españolidad
con la fe pura y sincera,
siendo Santiago el Mayor
el patrón de nuestra tierra.
Atravesando caminos,
por atajos y veredas,
pernoctando en monasterios
o en el atrio de una iglesia,
peregrinos fervorosos
postrados de hinojos rezan
certificando su fe
ante la tumba de piedra
donde reposan los restos
del apóstol que anduviera
desde tierras palestinas
a la sacra Compostela.
El camino de Santiago
es un icono y emblema
que recorren peregrinos
con la absoluta certeza
de que en llegando a Galicia
hallarán la recompensa
de visitar al apóstol
para orar en su presencia.