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Rafael Reche: «Diario de clase. Enero, las clases en el crudo invierno»

Como agua de mayo deseamos volver a la normalidad después de la Navidad. Miramos de sesgo el año pasado con la intención de olvidarlo pronto, no deseamos que la nostalgia anide, se instale como una telaraña de añoranza en nuestro interior, que nos disminuya la ilusión por el futuro porque ansiamos vivir con plenitud la segunda etapa de la vida.

Llegó enero como siempre gris, siempre húmedo, se nubló el cielo, comenzó a llover, hasta la escritura se heló en los dedos, sentimos frío. El invierno se ramifica en tardes gélidas, la luz afligida, se podan las horas de los días, irrumpe la tristeza y aflicción, venimos de país de sol que aborrece el invierno pelado, del viento que arrecia, de nubes y nubes que flotan dormidas, arboles desnudos, hojas a la deriva, silencio sobre las ramas, el triar de los pájaros se pausa en notas mudas.

Los estudiantes mayores intercambian saludos mientras se ocupan los asientos de la clase

La voz se adelgaza con la bufanda, el movimiento se aletarga y en la pereza encuentro una dulzura, una sensación placentera que ínsita a la contemplación, pasibilidad, holgazanería… me doy cuenta que soy un animal de sol, una criatura que levanta cansado.

Lo curioso es que aún me sorprendo y me sorprenden, nunca acaba uno de aprender. Las noticias matutinas me revelan que estamos en el “Blue Monday” (Ahora lo dicen todo en inglés, será para darle más internacionalidad y credibilidad) ¡vamos!, el día más triste del año que se corresponde con el lunes 16 de enero. Me interrogo ¿Por qué este invento, tan rocambolesco?

El sesudo psicólogo Cliff Arnall en 2005, trabajó en una fórmula para determinar el peor día del año, para una agencia de viajes. Al final concluyó que el día más deprimente del año sería el tercer lunes de enero, dado los excesos navideños, la frustración por no poder realizar los propósitos de año nuevo y también por la falta de motivación. Para los españolitos de nuestras generaciones los peores días era final de mes por que decían “No son largos los meses sino cortos los sueldos”

La hora del café, antes del comienzo de clase se reúnen en el patio de los naranjos, en una esquina soleada, un grupo de estudiantes mayores del Aula, entre ellos: Juan Valverde, Juan Jesús Tomás, Paco Oviedo, Miguel Valenzuela, Juan Marín, Rafa Reche …

Los estudiantes mayores de las Aulas Universitarias de España, tenemos la vacuna eficaz para remontar sin titubeos las lagunas del abatimiento que nos deja el crudo invierno y los presagios del gurú psicólogo Arnall.

¡Volver a clase! ¡Volver al habita del compañerismo y amistad! Al aliciente del aprendizaje continuo a lo largo de la vida. Litros de vida dispersos en la multiplicidad de clases del Aula Permanente (Aula de Mayores) APFA de la Universidad de Granada, a encontrar nuestro sitio en la variedad de actividades sociales y lúdicas de la asociación de estudiantes mayores. ¡Sitiamos la melancolía, volvemos a la vida universitaria!

La elegancia en las maneras de estar en clase, de atención e interés, hacen de los alumnos de los mayores un ejemplo en la Universidad

Hombres y mujeres, todos puntuales, disciplinados, sentados en una banca, asientos alternativos en el semicírculo escalonado del anfiteatro de la clase, todavía la inercia de la pandemia sigue grabada para mantener una mínima distancia. Las dos alas de la sala se han completado, no logro calcular con exactitud el número de alumnos, pero alrededor de un centenar pueblan el aula 10, en el resto de las clases una cantidad similar.

Aquí, la metamorfosis del estudiante mayor es una realidad, como un acontecimiento especial, el colorido y elegancia impregnan el ambiente, las señoras con su encanto y buen gusto en el vestir, algunos caballeros con la clásica chaqueta con o sin corbata y la mayoría con distinción acorde al acto académico. Los profesores de la Universidad, valoran esta actitud en el compartimiento y saber estar en una clase, que no encuentran en algunos jóvenes universitarios en su vestimenta, la falta de atención, distraídos con u móviles , tablet en la clase …

El profesor Rafael Pérez en sus clases magistrales sobre la Alhambra: álgebra y geometría versus abstracción y belleza

Las cinco en punto, El profesor de pie sobre la tarima permanece quieto en su inmovilidad, su estatura se agranda a pesar de su altura, media sonrisa, sus ojos fijos se proyectan al fondo del aula. El silencio se hace inmenso, silencio que deja sentir la frialdad del aire. El flujo continuo de conversaciones cesa y la expectación se amplifica en cada segundo de este vacío de palabras. La imagen centrada del proyector descubre el dibujo a trazo de la planta de la Alhambra.

Él camina con sosiego con la veteranía innata de los años de docencia, percibe como ondas concéntricas los cientos de miradas de los alumnos expectante, atraídos por su maestría en tejer palabras, en desatar la ilusión, en sentir la Alhambra de otra forma.

Rafael Pérez, su prestigio como docente e investigador de la Alhambra, traspasa fronteras. Los alumnos lo valoran y se sienten orgullos de contar como profesor en el Aula (APFA). Foto con el autor del artículo

El profesor Rafael Pérez Gómez, rompe el mutismo con las palabras precisas “La Alhambra habla en pasado y habla en presente” “Hay color en el aire” “Cuando se entra en la Alhambra, se entra en un paraíso”. La magia de las frases, flotan como consignas que hablan de la pasión de un enamorado del monumento.

Rafael Pérez, un caballero con alma de poeta, se define en su presentación. “Siempre me ha interesado la búsqueda de la Belleza. Quizá sea esta la razón por la cual soy matemático. Su percepción puede ser meramente sensorial, también emocional e, incluso, espiritual. Sin menospreciar los caminos anteriores, el acercamiento intelectual a ella es el que, sin duda, más me interesa”

El profesor Rafael Pérez en clase explica el emblemático Palacio Nazarí

Las dos horas de clase pasan en un instante, me queda el sabor placentero del disfrute de una clase magistral de marcharme un poco más sabio sobre el palacio Nazarí.

Salgo al pasillo y abrazo a mi amigo Juan Valverde García alumno incansable por aprender, este año del primer ciclo. Él siempre alegre, siempre bromista, siempre con la chipa del humor espontaneo, nos saludamos con acento mexicano y rompemos a reír, como críos…. Esto es universidad, no sentimos jóvenes estudiantes de juventud acumulada.

El Presidente de ALUMA José Rodríguez le entrega la revista del SENADO al Profesor Rafael Pérez

 

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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche Silva

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