Viejos castillos de España,
nacidos en la Edad Media,
velan mudos y nostálgicos
sus sueños de amor y guerra.
Viejos castillos roqueros,
reliquias de nuestra esencia,
embriagados por aromas
de juncia y de madreselva
y de lirios compungidos
en las tardes cenicientas.
Viejos castillos de España
de arrogancia quijotesca,
de batallas y torneos,
de Tizonas y Babiecas,
de perdones y destierros,
de heroísmos y de afrentas,
de dulzainas y clarines,
de timbales y trompetas,
de la ley de las espadas,
de cautivos y cadenas
en los versos luminosos
de los Cantares de Gesta.
Viejos castillos roqueros
de laúdes y vihuelas,
de obispos y barraganas,
de romances y leyendas,
de hijosdalgo y caballeros,
de horca, látigo y espuelas,
de donceles embaucados
por pícaras alcahuetas,
de rogativas y rezos,
de frailes y de abadesas,
de lujuriosas señoras
y virginales doncellas.
Viejos castillos de España
anclados en nuestra tierra,
hoy, ancianos venerables,
ayer, sedientos de guerras,
siempre, refugio de vientos
que por sus torres y almenas
truecan las picas en silbos
y en quietud las turbulencias.