Tras la derrota de Alarcos,
que generó tantas sombras
en el reino de Castilla,
se rehicieron con estoica
fortaleza los cristianos
y en una alianza heroica
la entusiasta coalición
cambió el rumbo de la Historia.
Castilla, Aragón, Navarra,
todos juntos enarbolan
sus pendones y banderas
buscando en ello la gloria;
y allá por Sierra Morena,
cerca de donde brotan
aguas del Guadalquivir,
infligieron la derrota
a las huestes almohades
emergiendo la aureola
de los reconquistadores
con fe ciega en sus coronas.
Tras la afamada batalla
de las Navas de Tolosa
el islam se tambalea
y el Califato de Córdoba
inicia su decadencia:
el poder se desmorona,
germinando por Al-Ándalus
la cizaña y la zozobra,
la ansiedad, el desconcierto,
la fractura y la discordia.
Era el mil doscientos doce
cuando en Navas de Tolosa
se grabó en letras de oro
la epopéyica victoria
convirtiéndose en Cruzada
esta efeméride histórica.