Rafael Reche: «Diario de clase. Excursión a la última frontera del Al Andalus»

No tengas ninguna duda que en los libros leídos está la huella, el rastro de lo que fuimos y de nuestra evolución vital. Lo que no se escribe se pierde sin remedio. Los siglos disuelven las piedras y los paisajes se evaporan, no podemos fundar una ciudad sobre una urbe destruida nos queda los fósiles esa marca que nos dice que algo o alguien estuvo en ese lugar en un periodo aproximado de la historia. Todos se fueron sin volver el rostro, hombres y mujeres del reino Ziri, del reino de Castilla, invasores franceses…

La realidad es que todo viaja hacia su difuminación, porque hasta el tiempo que se resiste a pasar se lo lleva los años. Hoy somos agradecidos con la ciencia para recuperar el legado, tocar nuestra raíz y recobrar nuestra herencia arrebatada por los vientos de las guerras hace siglos.

Maqueta que reconstruye la ciudad medieval en la Fortaleza de la Mota e indumentaria de los moros y cristianos de la época

Mis pasos retumban sobre el empedrado de los fragmentos de piedras que siguen viviendo como testigo de la última frontera, de la línea limitada entre dos mundos, entre dos alternativas de civilizaciones, la cristiana y la musulmana. Mis pasos se insinúan por las flacas calles, la abandonada ciudad al cobijo de la fortaleza, hay un gran silencio interrumpido sólo por el incansable viento que cubre los huecos de lo que fueron: ventanas, puertas, patios, lagar de vino y botica reconstruidos, las desnudas sepulturas huecos esparcidos en el suelo de lo que fue la iglesia Mayor Abacial, tres torres donde el soplo de aire hace ondear invisibles estandartes una vez moro y después cristiano. El pasado se nos acerca y se nos aleja, vuelve de puntilla y nos alarga la mano para que conozcamos el esplendor y también el sufrimiento de vivir en la frontera en la época medieval.

A veces el destino se cruza y en esta ocasión me retornó a mis años 90 en la bella ciudad de Ceuta, última ciudad junto con Melilla frontera de occidente y el islam, línea horizontal franqueable de la comunidad europea y África, línea vertical de barrera de espinos que separan la sociedad del bienestar y de la miseria que se retuerce en la emigración del Centro de África. Tantos siglos la humanidad levantando fronteras, con dos orillas que siguen siendo la misma tierra, con idéntico color, con análogo olor a tierra.

Vista de la Torre Homenaje desde la ciudad moderna de Alcalá la Real

El reloj despertador me llama, más temprano de lo habitual para un jubilado, ya es la hora. El día se echa encima, el sol se levanta con gusto iluminando de prematura primavera. ¡Espléndido! La asociación de alumnos ALUMA ha programado una visita Alcalá la Real (Jaén) dentro de la actividad conociendo nuestra tierra. Con el entusiasmo de un colegial, con la curiosidad de un adolescente, con el ansia de aventura y con la alegría de un mayor me encamino a la excursión a conocer, vivir y disfrutar en “La última frontera del Al- Andaluz, del Reino Granada con el Reino Castilla”

La noble y leal ciudad de Alcalá la Real, según reza en su título, está situada al sur de la provincia, en la confluencia con las de Córdoba y Granada, sobre una amplia meseta dominada por el Cerro de la Mota, en el centro de una comarca montañosa cubierta de olivares.

Puerta de entrada de las Lanzas que da acceso a la ciudad medieval. La fortaleza contaba con 7 puertas

El autobús avanza envuelto en una densa niebla matutina por Puerto López, hasta penetrar en la provincia de Jaén como si de un telón se tratase se abrió en un instante a un cielo de azul intenso, entre sus claridades se espacian los olivos alineados sobre los cerros, una peinada alfombra verde donde la vista se pierde, la carretera delimitada por frondosos almendros en flor y arriba en lo más alto, imponiendo su miedo, su inevitable poderío, la fortaleza de la Mota. Imanta su imagen hegemónica sobre la roca, en mi piel sentía el espíritu del caballero cristiano aproximándose a caballo por la meseta, sacudiéndose su desasosiego de conquistar el bastión de murallas y torres de la fortaleza, en la torre homenaje blandea la bandera de la media luna.

Hay una dulzura innata cuando se traspasa una puerta de un castillo o fortaleza. Al franquear la primera puerta nazarí se conecta con otro mundo. De golpe los colores, las formas y los sonidos pasan a ser otros, se despiertan las emociones y los asombros.

Fuente de la mora. La leyenda, es la de una mora que se enamoró de un capitán cristiano cuando bajaba a por agua para su madre enferma, su padre le clavó un puñal en el corazón cuando la sorprendió con el cristiano

Mi sana intención es invitaros a visitar la ciudad y su fortaleza, por esta razón sólo dejares unas pequeñas pinceladas de su castillo.

Ciudad medieval fortificada, la Fortaleza de la Mota fue declarada Monumento Nacional en 1913. Durante más de 150 años, la Fortaleza de la Mota marcó la frontera entre los reinos de Granada y de Castilla. Cuenta con varios anillos amurallados, para albergar una importante Ciudad.

La Fortaleza de la Mota dispone de uno de los perímetros amurallados más extensos de Andalucía, a través de sus entrepuertas de accesos, de su adarve, su Alcazaba de tres torres (del Homenaje, de la Campana o de la Vela y la Mocha), la Iglesia Mayor Abacial, la Torre de la Cárcel, el Nevero, los distintos barrios, trazado urbano origina…

Grupo de alumnos de ALUMA reponiendo fuerzas después de la visita a la Fortaleza en un bar alcalaíno con un excelente tapeo

Bajo el dominio musulmán, en el año 713, Alcalá se configura como ciudad fortificada, con el nombre de Qal’at Astalir. En el siglo XI, quedaría incluida en el reino Zirí de Granada.

La conquista cristiana fue llevada a cabo por el rey Alfonso XI en el año 1341. Éste le concede el título de Real que lleva en su nombre.

La ocupación de la ciudad fortaleza, durante la invasión francesa, y la posterior
retirada de las tropas. El 15 de septiembre de 1812 los franceses abandonan la Fortaleza de la Mota tras volar el polvorín y prender fuego a la iglesia Abacial, además expoliaron buena parte de la orfebrería que atesoraba Alcalá,

Henry Miller: «El destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas».

Grupo de socios de ALUMA, posan junto al Ayuntamiento de Alcalá la Real :: PEPE CONSUEGRA (pulsar sobre la imagen para agrandar)

 

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Rafael Reche Silva, alumno del APFA
y miembro de la JD de la Asociación
de estudiantes mayores, ALUMA.
Premiado en Relatos Cortos en los concursos
de asociaciones de mayores de las Universidades
de Granada, Alcalá de Henares, Asturias y Melilla.

Rafael Reche Silva

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