La Tuna del Distrito Universitario de Granada se “doctora” en el Colegio Mayor Santa Cruz La Real

“En esta noche clara de inquietos luceros
lo que yo te quiero te vengo a decir,
en tanto que la luna extiendo en el cielo
su pálido velo de plata y marfil”

(Rondalla, Alfonso Esparza Oteo)

Una noche de temprana primavera, cuando ya los jilgueros dormían en las ramas de los árboles y la luna se asomaba tímidamente entre las estrellas y las nubes del cielo, una capa negra comenzó a ondear al compás del viento. La Tuna del Distrito Universitario de Granada hizo su aparición en escena y el claustro colegial del antaño convento dominico levantó el telón como si se tratara de las tablas de un teatro lleno, en el cual latía la expectación.

En este precioso enclave, que canta por primavera y recita versos, al trino de los ruiseñores, las rimas del poeta y el vuelo de los vencejos, la tuna distrital con los veteranos tunos en el Colegio Mayor Santa Cruz la Real se vino a juntar gracias a un eslabón que perdido no ha de estar, la Universidad. Las primeras notas de bandurrias, laúdes y guitarras se comenzaron a escuchar, surcaban los cielos con la fuerza del viento, que las llevaba a barlovento y meciendo la bandera a sotavento como el aparejo de un galeón dieciochesco, para escapar rumbo hacia el firmamento siendo cronos quien manejase el astrolabio del tiempo.

Estos jóvenes juglares y vetustos trovadores, que tanta alegría llevaron a tan insigne casa colegial, la dominica Santa Cruz la Real, con sus letras y canciones llenaron este hogar hasta que, al poco rato, los jóvenes colegiales de la casa unas generosas sonrisas les quisieron regalar. Una gran familia, la comunidad dominicana, llena de amor, alegría y bonhomía, que cantaba a la vida con la generosidad de una sonrisa, convertida en felicidad.

Juan Francisco Casas Muñoz (‘Niveas’)

Noche de broche final, de ronda sin igual. Noche para la alegría, que pondría la guinda al pastel, cuán momento dulce y feliz, en que se convirtió la imposición de becas a las colegiales y los colegiales mayores, dominicanos, de Santo Domingo y de Santa Cruz la Real. La imposición de la beca es el momento más importante, que celebra todo colegio mayor durante el curso académico universitario, alcanzándose éste cuando un colegial o una colegiala cumple tres años viviendo la vida universitaria en dicha institución. De igual forma, el becado de un colegial consiste también en alcanzar la veteranía –podríamos decir que es el “doctorado” del colegial‒ en su respectivo colegio mayor porque residir en uno, es vivir la universidad intensamente, máxime, si hablamos de estos dos colegios mayores, los pertenecientes a la Orden de Predicadores, Santo Domingo dirigido por María del Carmen Román Marín (C.S.D.G.) y Santa Cruz la Real dirigido por Juan M. García Montero. Actuaron como testigos honoríficos de tan feliz acontecimiento nuestros muy queridos y apreciados frailes dominicos con su Rvdo. Padre Maestro Prior, Fray Antonio Larios Ramos (O.P.), como máxima autoridad eclesiástica asistente.

Durante su extraordinario pregón al barrio del Realejo el pasado seis de octubre –vísperas a la festividad de la copatrona de Granada, la Virgen del Rosario‒, Juan García Montero, director del Colegio Mayor Santa Cruz la Real, anunció algo muy importante al inicio del curso académico. Dicha buena nueva consistió en que, a partir de aquel momento, este colegio mayor se convertiría en el nuevo hogar de la Tuna del Distrito Universitario de Granada. Algo que en la historia de este colegio mayor no es nuevo puesto que, cuarenta años atrás, la Tuna del Colegio Mayor Santa Cruz la Real junto a la Distrital muchas veces unidas rondaron las calles de Granada perdiéndose sus canciones por los bosques de la Alhambra. A partir de ahora, el antiguo cenobio dominico será su casa y, como a tal, la cuidarán y mimarán al más puro y tradicional estilo estudiantil, es decir, ejerciendo el mester de tunería y engrandeciendo, a su vez, el Arte del Buen Tunar, como antaño hicieran ya.

Antes de finalizar el tradicional acto de imposición de becas a los nuevos colegiales mayores, el señor director del colegio mayor entregó la correspondiente acreditación, que convierte a la Tuna del Distrito Universitario de Granada en residente de honor, “por su dilatada labor a favor de la cultura a través de una trayectoria llena de éxitos musicales y reconocimientos. Es un honor acoger en esta casa universitaria la mejor historia de las tunas granadinas.” Sin lugar a dudas, otro parche más que los tunos distritales cosen a su capa puesto que simboliza, nuevamente, que la preservación de la tradición es la única forma de labrar el futuro.

La noche, esa en la que romances y sonetos florecieron, ya iba de vuelta con destino al alba y la voz del viejo tuno callada. Aquella noche, en la que los corazones de estos tunos iban batientes en espera, al anuncio de una pronta primavera, que en la Alhambra amaneciera a los gallos cantar, con sus canciones de amor y tuna sonar despidiendo así a la luna para que siguiera otra noche más abrigando a la Tuna.

Texto: Juan Antonio Díaz Sánchez

(Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino)

Fotografías: Mónica Molina Ruiz

Juan Antonio Díaz Sánchez

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