La noche, el alma oscura, ante el deseo lejano que nubla el horizonte del poeta, hiela su sangre, en el transcurrir perdido por los senderos tenebrosos, anhelante de signos de esperanza, sueños de amor buscado, prisionero de la ceguera, esperando el esplendor presentido de la madrugada.
Lorca, en Diván del Tamarit, muestra su angustia ante el amor y su dolor, ausencias y pasiones insatisfechas, pérdidas y temores, agobiado en las horas tristes de la soledad, sometido a los negros presagios, avisos soñados, sumido en la desesperanza. Vida y muerte, espesa negrura rota por el brillo de la palabra ardiente, que busca el camino hacia la vida, fantasía feliz, y sin embargo el ocaso intuido. Es un viaje por los umbrales del espíritu.
Maria José Cano, sumida en el universo lírico del poema, desborda su emoción en la acción plástica. Piensa su obra, la estructura y aborda, tras lo cual se pierde en el trayecto del pincel, se evade y somete al compás del ritmo poético, inmersa en las sombras de las estrofas. Surgen piezas de poderoso significado visual, conectando al espectador con el mundo doloroso de la senda escabrosa, gélida y desconocida, presa del amor, del presentimiento y desazón, siempre explorando el camino de la Luz, salvación añorada, reflejada en el destello dorado que rompe la oscura cortina de sus trazos, vetas de tonalidades apagadas, impresión sensitiva del poema. En las Casidas expresa la pintora la añoranza de la gacela invisible, éxtasis del amor esquivo, escondida en la espesura de la madrugada.
Es un trabajo intenso, en el que la abstracción se funde con el sentimiento, mostrando la capacidad de la pintora para trasladar la voz lírica a sus composiciones.
Autora: María José Cano.
Título: Gacelas y Casidas.
Lugar: Centro Artístico, Literario y Científico de Granada.
Fecha: Hasta el 25 de marzo.
Francisco Bautista Toledo
crítico de arte y autor del blog