Se nos ha ido para siempre un gran amigo y uno de los hombres que mejor conocía Granada, sobre todo la Granada de los siglos pasados. También uno de los que más la amaban. Su nombre seguro que les dice mucho a todos cuantos se hallan más o menos vinculados al mundo de la cultura: José Antonio Mesa Segura.
Yo tuve la suerte de conocerlo hace algo más de veinte años. Fue de una manera un tanto anecdótica: la escritora Antonina Rodrigo, residente en Barcelona, me pidió que le entregara un libro suyo a un señor que ella estimaba muchísimo. Fui con el libro a la dirección que había en el sobre y, en aquella primera visita quedé fascinado por la calidad del matrimonio José Antonio y Encarnita. En seguida me di cuenta que allí se respiraba cultura y humanismo a raudales, pero –nota importantísima-, sin una sola gota de pedantería ni ostentación. Creo que fue entonces cuando prendió nuestra amistad.
En las visitas sucesivas supe que José Antonio Mesa era el director de una editorial, la editorial Albaida, especializada en el tema de Granada y que los libros que hasta el momento llevaba publicados eran auténticas joyas de biblioteca. También supe que su abuelo, el legendario Juan Pedro Mesa de León, había sido una de las figuras más asombrosas del siglo XIX y comienzos del XX. Otra tarde me invitó a conocer su biblioteca. Ocupaba el antiguo piso de su madre y el número de ejemplares pasaba de veinte mil. Fue en aquel ambiente como se nos ocurrió escribir una biografía de su abuelo, el ya mencionado Mesa de León, que se publicó en su editorial. Yo firmé el libro, pero los datos biográficos él me los proporcionó.
Algunos años después José Antonio Mesa, el historiador Díaz Torrejón y un servidor formamos una pequeña tertulia que se reunía una vez por semana en una cafetería de Puerta Real. Pronto se nos unió el profesor Eduardo Roca, el escritor Alberto Granados y el maestro Manuel Arredondo. En sus días más felices llegamos a seis tertulianos, pero muy pronto la Parca nos robó al profesor Roca y ahora se ha llevado a José Antonio. Sólo quedamos cuatro de aquella inolvidable tertulia. Cuatro que añoramos aquellos días de amistad compartida al tiempo que recordamos a los ausentes como si estuvieran al lado nuestro. Que la tierra les sea leve.
Francisco Gil Craviotto
También otro miembro de esta Tertulia, Alberto Granados, le ha dedicado una entrada en su blog:
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