De pequeño –y de vez en cuando–, en mi casa familiar se organizaba un verdadero zafarrancho de combate con lo que denominaban “limpieza a fondo”. Recuerdo que era un verdadero trajín que lo único que respetaba –hasta última hora– era la habitación donde hacíamos los deberes del colegio. No había rincón que se salvara del sacudidor, del plumero o de los trapos mojados en una solución de agua con jabón Lagarto, a la vez que la lavadora y el tendedero cumplían más que de sobra con sus tareas.
Han pasado los años y la publicación de algunas de las listas para las próximas elecciones municipales en Andalucía me han hecho recodar aquellas guerras de guerrillas…; aunque ya os confieso que, ahora, la remembranza ha cambiado para mí de nombre: en este caso, más que limpiar ha sido podar –“una de las tareas de jardinería imprescindibles para que nuestras plantas prosperen”, verdecora.es–.
Quizá sea porque “hay que dar paso a otras opciones y personas más acordes con los tiempos que vivimos”, aunque yo me inclino por otra circunstancia de la que, seguro, ya os he hablado con anterioridad: la imposibilidad de encontrar hombres y mujeres que quieran implicarse en ayudar a cocer el caldo de cultivo, rancio, de los partidos políticos, sin tener que renunciar a las creencias inviolables de la libertad de opinión y la defensa a ultranza de los derechos ciudadanos.
No entiendo que aún no nos hayamos puesto a la tarea de cambiar las leyes que benefician tan sólo a los grupos y dirigentes que quieren, por encima de todo, mantenerse en el candelabro de la gobernanza local, con promesas vanas e incumplimientos sucesivos.
Así, me permito lanzar un aviso a navegantes que espero, sinceramente, no fructifique como mal augurio nacido de una bola de cristal de brujo aficionada: “No podar correctamente las plantas puede llegar, incluso, a provocar su muerte.”, verdecora.es.
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de
Ramón Burgos
Periodista