SANTANDER. 28/08/2019.- La escritora y poetísa Susana Benet antes de intervenir en el ciclo " Las Veladas Poéticas ", que organiza esta Universidad. Foto Esteban Cobo

José Luis Abraham López: «Chispeante, irónica y divertida»

Susana Benet atrapa en su sentido general el matiz de la rutina diaria en la que nos asfixiamos, pero a la que nos damos con inconsciente fiel servilismo.

En un sucinto prólogo, la escritora valenciana desentraña sus motivaciones, el sentido y la organización de los catorce relatos que componen el volumen Espejismo (y otros relatos) que podemos encontrar en la editorial Espuela de Plata. Susana Benet ha reunido estas composiciones sin conexión temporal ni argumental alguna pero que deja al aire varias convicciones, inquietudes y rasgos estilísticos.

La narradora maneja la técnica del doble en “Espejismo” cuando desde su casa observa a un hombre que le recuerda a otro del pasado. El carácter realista inicial del relato conjuga extraordinariamente con desconcertantes juegos de la memoria, en una soporífera noche de verano.

La fina ironía que muestra la protagonista de “Oportunidades” conduce el relato ubicado en unos centros comerciales en los que decide pasar una tarde de sábado. Con humor y hasta con burla hacia sí misma, analiza la transformación de su cuerpo mientras se prueba distintas prendas. Estos momentos que podrían conducir a la depresión los alivia también cuando la protagonista se percata de que un hombre con apariencia de psicópata la está observando. ¡Quién le iba a decir que terminaría compartiendo con él su estado de soltería!

Algunos de los rasgos temáticos más peculiares en la prosa de Susana Benet se observan en “Resistencia”. La apatía y la desmotivación dominan el estado del protagonista, quien vive su rutinaria vida profesional sin aliciente alguno. En esta ocasión, el narrador es una voz masculina.

Cuando la narradora de “El plan” acude a la cena del jurado de un concurso literario, no celebra precisamente la presencia a su lado de un tipo extravagante sobre el que aquella aplica la acidez demoledora de la caricatura, la cosificación y la animalización sobre tu aspecto físico, aunque admira su habilidad y gracia con la que el comensal templa su insaciable apetito. Pese a esta percepción grotesca del individuo, no duda en compartir una noche íntima con él sin imaginar su desenlace.

La escritora valenciana se acoge de nuevo al vector de la realidad en “El peinecito”, el cual revela un destinatario concreto: la madre de la narradora que revive un ingrato episodio de la infancia.

Cambiando espacios y tiempo, Benet nos ofrece en “El regalo” la historia de una joven en su puesto de trabajo como secretaria de una mutua de seguros. Pronto le embarga la monotonía, la pesadez de la rutina y la excesiva seriedad del ambiente que respira a diario en su vida laboral, copada por empleados con una actitud severamente complaciente. Un descubrimiento inesperado, la propia decisión de cambiar de trabajo, valorar más la calidad del mismo que la retribución y las palabras que a veces son capaces de cambiar la vida de los demás vertebran el desenlace de esta composición.

Una de las virtudes estilísticas más sobresalientes de Susana Benet es la de manejar el ritmo de la narración conforme al efecto que persigue que su obra tenga en el lector. Lo comprobamos, por ejemplo, en el relato titulado “Felicidad”. La degradación y mecanicidad de un matrimonio con hijos y el ritmo –sobre todo sonoro– que adquiere la vida en el interior de una comunidad de vecinos merced al ajetreante movimientos de sus inquilinos conduce esta narración siempre desde el tiempo presente.

Cubierta de Espejismos (y otros relatos), publicado en Espuela de plata

En “Devociones”, desde la omnisciencia, nos presenta a un personaje femenino que entiende la devoción como un sentimiento puro que no es necesario demostrar en templos sagrados, de modo que en esta ocasión se ve tentada por lo material cuando en una joyería llama su atención otro tipo de entusiasmo: una cotizada gargantilla de oro.

La brevedad de “El almuerzo” casa bien con lo desconcertante de lo historia. Desde su despacho de investigador, el protagonista observa un caso que tiene que ver con la inquietante desaparición de ancianos y no sabe cómo reaccionar.

Genial e hilarante nos parece “Huesos enamorados”, centrado cuando se produce un encuentro fortuito en un cementerio entre la narradora y la expareja de su hermana Estrella que permite a la autora desplegar toda su ironía y sentido del humor aprovechando el desconocimiento que el hombre tiene del destino de su hermana.

Por su parte, “En rojo” Susana Benet pone de nuevo en liza su capacidad para lidiar con el doble sentido así como su carácter sensitivo, en este caso, sobre todo con los olores.

Ya hemos comentado que si bien la mecanización existencial se convierte en un lastre, muchas veces sepulcral, en algunos personajes de Susana Benet suponen una rebeldía contra ella. Es lo que sucede en el relato que lleva por título “Desconexión”. Coherente en sus principios, evitando a toda costa la rigidez de los horarios de la implacable rutina, la protagonista se autorretrata como alguien diferente al resto de quienes acuden como invitados a una fiesta en el pueblo.

Seguidamente es un personaje masculino el protagonista de “El árbol”, también narrado en tercera persona. Aunque el señor Pérez-Smith goza de una apacible vida acomodada, anhela con gozar por fin de otros placeres elegidos. El crecimiento imparable de un árbol en el jardín de su lujosa vivienda tiene intranquila a su esposa, provocando un conflicto en el matrimonio, hasta que un día la apariencia del árbol ha sufrido increíbles cambios y la mujer del señor Pérez-Smith ha desaparecido sorprendentemente.

El recuerdo a Frank Kafka en “El director es una lata” resulta inevitable. A pesar de su intachable trayectoria como director de un centro educativo y de lo orgulloso que está de sus méritos profesionales, el protagonista de este relato cada vez piensa más en serio en la jubilación. Inesperadamente, un día su esposa doña Rosita lo da por desaparecido y alerta de ello a la policía cuando en realidad el Director se había convertido en una lata. Este nuevo estado le permite conocer la opinión y los sentimientos que de él tienen tanto su suegra como su propia esposa.

Maestra del haiku, Susana Benet compila en Espejismos relatos inéditos como ya publicados en antologías y revisas.

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José Luis Abraham López

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