Manuel Mingorance, referente de Proyecto Hombre, escribía, fechas atrás, en redes sociales una “sentencia” que, sin duda alguna, estimo va más allá de lo particular y que me viene al pelo para mi reflexión de hoy –día siguiente a las elecciones generales de este año 2023: “Confianza, trabajo, constancia, discernimiento y convencimiento, fe, humildad, equipo, delegación, autoestima y autocrítica, paciencia, orientación y autocontrol…”.
Ciertamente, creo –y espero que vosotros también– no se puede ser más claro a la hora de orientar a tirios y a troyanos sobre el cómo se ha dirigir cualquier institución, empresa o sociedad –y, ni que decir tiene, cualquier país–.
Por ello, no me corto un pelo en recomendar a los ganadores de los comicios, cuyos resultados conocimos ayer, el ejercicio de estas “virtudes” a la hora de formar el gobierno que va a guiar los próximos años nuestros destinos de ciudadanos de a pie… Por lo menos que tengan en cuenta –y la sensatez– de acudir a la prudencia pues siempre ha sido buena consejera, pero en un marco de igualdad y respeto a las normas colectivo-universales.
Lo dije y lo repito: ¡Podéis llamarme ingenuo! No os lo voy a reprochar, aunque yo preferiría que cualquiera de mis “cavilaciones” fuesen consideradas como creencias tendentes a la recuperación del espacio de cohabitación del que nos expulsaron a causa de nuestro apego al endiosamiento.
Y es que sueño con –trabajo por– una sociedad donde las acciones no sirvan nada más que para mudar todo aquello que nunca fue positivo; donde las libertades de expresión y de pensamiento no sean condicionadas por ningún autoritarismo tiránico; donde el respeto a las leyes y a la convivencia pacífica sean normas inalterables; donde la verdad sobre las cosas de la gobernanza brille en todo momento.
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de
Ramón Burgos
Periodista