Cuando se supo que San Juan Pablo II vendría a Granada el viernes 5 de noviembre de 1982, se empezó a desarrollar un dispositivo muy amplio que abarcaba todo. Los actos, los recorridos, las infraestructuras, la atención a los miles de personas que vendrían a Granada y estarían en la Liturgia central de Almanjáyar, etc. En fin un montón de detalles grandes y pequeños a preparar.
Y a los Scouts nos llegó la petición de que colaboráramos como miembros del Servicio de Protección Civil en el recinto de Almanjáyar. Junto con otros colectivos de la ciudad y de algunas localidades cercanas, entre ellos, estudiantes de magisterio, chicos y chicas, maestros y maestras. A los Educadores Scouts-Scouters que quisieron, que fueron la mayoría, nos pidieron los datos personales y nos incluyeron en las listas de efectivos de Protección Civil, dependientes entonces del Gobierno Civil. Hubo una serie de reuniones preparativas. Se dieron las instrucciones oportunas y nos distribuyeron las distintas zonas del recinto de Almanjáyar donde cada uno prestaríamos el servicio desde la mañana hasta la noche, cuando el Papa se retirara y las personas asistentes se marcharan a sus casas y lugares de origen.
Además nos dijeron que fuéramos de traje de chaqueta con corbata, sobre todo los que íbamos a estar más cerca del estrado-altar donde el Papa hablaría y presidiría la Liturgia de la Palabra. Muchos habíamos hecho el Curso de Socorrismo de Cruz Roja de un mes de duración y éramos Directores de Campamentos, Albergues y Colonias. Teníamos que colaborar en el orden, orientar a las personas asistentes y asistirlas en caso de necesidad, en colaboración con Cruz Roja, Bomberos, la Policía, la incipiente Red de Radio Emergencia (REMER), etc. Un montón de responsabilidades a desarrollar durante esas largas horas que estaríamos allí. Y nos dijeron que llegarían de Madrid unos brazaletes distintivos de Protección Civil para que los lleváramos puestos. Llegaron el día anterior, los dieron allí mismo, sobre todo a los que estábamos más en primera línea, porque no hubo para todos. En mi sector, repartimos botellines de agua Lanjarón, tortas Maritoñi, batidos de Puleva, bocadillos, indicamos los servicios, ayudamos a evacuar un par de personas mayores con mareos y a una señora que se puso de parto. Y mil cosas más. Todo estaba previsto.
Pero lo mejor fue cuando el Papa pasó por mi lado ya en el Papamóvil y eran tales los saltos que yo daba, que me miró. Nuestras miradas se cruzaron junto a una Bendición con la Señal de la Cruz que, creo que me impartió, para mí y todos los de ese sector. No se me olvidará. Era la paz y la nube del Tabor en unos segundos en Almanjáyar.
Han pasado muchos años y guardo, ya descolorido, el brazalete de Protección Civil y la corbata que usé. Las listas en que nos apuntaron fueron durante varios años, las listas de los componentes de Protección Civil en el Gobierno Civil de Granada. Protección Civil estaba en mantillas todavía, hasta que después se creó la Agrupación Local de Protección Civil del Ayuntamiento de Granada que dirigió durante largos años el veterano scout, José Miguel Ruiz, que ahora sigue unido a la Protección Civil como Presidente de la Asociación del Voluntariado de Protección Civil y Emergencias de la Provincia de Granada (ASVOGRA).
Era la primera, y hasta ahora la única vez, que un Romano Pontífice pisaba el suelo de Granada. San Juan Pablo II aterrizó en España para ser “Testigo de la esperanza”. Ese fue el lema del viaje apostólico que realizó en 1982. El primero de los cinco que hizo a nuestro país. Viaje que le llevó a conocer la provincia eclesiástica oriental de Andalucía. Lo hizo para renovar la fe de todos los cristianos procedentes de Granada, Málaga, Jaén, Cartagena, Guadix y Almería.
Los granadinos aún nos acordamos de la “alsina”, nombre con el que llamábamos al autobús que transportó al Papa, en sustitución de un coche papal que se estropeó. «Me subo en el autobús, así voy más alto. Quiero ver a la gente y que la gente me vea», dijo el Papa. Y de esta manera entró en Granada, saludando a las multitudes hasta llegar a la Carrera de la Virgen de las Angustias, la Patrona, dónde rezó en su Basílica.
El júbilo de los granadinos era palpable en unas calles abarrotadas. Se dirigió, de nuevo en autobús, hacia el recinto ferial de Almanjáyar, en la zona norte de la ciudad. Aquel fue el lugar elegido para participar de una Liturgia de la Palabra multitudinaria, en la que se calcula que participaron alrededor de medio millón de fieles que alegraban el ambiente con sus cantos, vítores y pancartas de bienvenida.
Se instaló un altar adornado por tapices de la Capilla Real además de la Virgen de la Soledad de José de Mora, y el Cristo de la Catedral obra de Alonso de Mena.
Esta visita apostólica era la culminación de un congreso nacional de catequistas y profesores de religión, por ello Juan Pablo II se centró en hablar de la importancia de la educación en la fe. Los educadores escucharon al Papa que los exhortó a cuidar la formación religiosa en la escuela, siendo los padres los primeros responsables en transmitir la presencia de Jesucristo.
Después de animarles a emprender una nueva evangelización partiendo de la educación, el Papa se despidió de todos volviendo al aeropuerto, agotado tras una larga jornada que había comenzado por la mañana en Sevilla. Fue una gozada y un día muy grande para Granada. En Almanjáyar le escucharon cerca de 500.000 personas. Y el lugar ha quedado marcado con el nombre de Avenida Juan Pablo II. Además de una escultura, un busto, en el patio y una placa en el interior de la Basílica de la Virgen de las Angustias.
San Juan Pablo II falleció en el año 2005. Y Granada cuenta con varias reliquias de este Papa Magno. Una de ellas se venera en la Parroquia de San José de Calasanz, custodiada por la Hermandad Escolapia del Cristo de la Expiración, sangre del día del atentado que sufrió en la Plaza de San Pedro un 13 de Mayo Festividad de la Virgen de Fátima, unas gotas de su sangre sobre un trocito de su túnica blanca puesto en una Cruz Pectoral del Cardenal Cañizares, que la trajo a Granada, que había su Diócesis cuando fue Arzobispo.
En homenaje a todos los voluntarios y voluntarias de Protección Civil que nos cuidan en tantas poblaciones y parajes naturales; y a los socorristas y las socorristas que nos protegen en tantos sitios, como las playas y las piscinas. Y un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
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maestro retirado