Discúlpennos el atrevimiento. Tomamos prestado parte de uno de los títulos de la gran periodista, divulgadora e investigadora Cristina Morató con las que nos ha hecho conocer las biografías de tantas y tantas mujeres que viajaron por África o por Asia desde el siglo XVII.
Y lo hemos hecho porque Inma Bonet Bailén, granadina de nacimiento y de corazón reside desde hace ocho años en Beijing (Pekín).
Y eso es una aventura.
A nosotros, que nos hemos formado con la idea romántica de la China y el Japón de la premio Nobel Pearl S. Buck, hija y mujer de misioneros norteamericanos. A nosotros, que hemos seguido el devenir de la historia de China en nuestros anticuados libros de texto. A nosotros, que contenemos el aliento cada vez que el gigante asiático estornuda, se duele o cambia de opinión… pero todo desde lejos, desde muy lejos, una experiencia vital como la de una joven Inma Bonet, se nos aparece como revestido con una aureola de romanticismo como el de las intrépidas viajeras de antaño.
No podemos seguir esperando a que llegue Inma. Sus escapadas a Granada no son frecuentes y tenemos que contentarnos con conexiones en streaming para poder conocerla. Este es su retrato: joven, morena, menuda, valiente.
Nos gusta su dicción. Se nota que está acostumbrada a trabajar frente a las cámaras. Creció, como tantos de su generación bajo la estela “harrypoteriana” y los actores que la llevaron al cine en cualquiera de sus secuelas, se convirtieron en sus amigos imaginarios ¿Recuerdan a la chica más inteligente del curso? Inma, en su infancia y adolescencia era nuestra Hermione: lógica, justa y de buen carácter. Hablaba como ella, la imitaba y acudía al Instituto más parecido a Hogwarts de toda Granada, el Suárez. Y si, algo le queda de Emma Watson. En las entrevistas, la cámara la adora.
Inma pertenece a la llamada generación Z.
La nacida a finales de milenio de familias que apostaron por la educación de los hijos e hijas en igualdad de oportunidades. Esta generación ha nacido nativa digital o se incorporó muy rápidamente a este proceso y en España es fruto de las primeras enseñanzas bilingües y los programas de movilidad en los centros de enseñanza
Nos cuenta con franqueza que ella no se había propuesto vivir en China.
Pero a diferencia de las grandes viajeras del escenario colonial en los siglos XIX y principios del XX, que no tuvieron que aprender idiomas, Inma sí aprendió chino. Y lo aprendió según ella en la mejor facultad de España en lo que se refiere a Traducción e Interpretación, la de la Universidad de Granada.
Relata como en octubre de 2011 cuando pasó por casa de su abuela y le comentó que había elegido chino de segundo idioma en la carrera recién iniciada, esta le preguntó inquieta por lo qué se le había perdido en China y que, muy seria, le contestó que no se preocupara, que solo era un reto para ella, pero que no pensaba vivir allí. Y la abuela se quedó tranquila.
Pero Inma sí fue a China. Primero como becaria, luego realizando un Máster sobre Relaciones Internacionales… y allí sigue.
Cuando Inma llegó a la capital del gigante asiático ya había vivido temporadas en el Reino Unido, había realizado voluntariado internacional, participado como delegado de la OMS en el Modelo de Naciones Unidas, celebrado en Nueva York…
Pero, es que era muy joven para irse a vivir sola y a miles de kilómetros… Las grandes viajeras del XIX acostumbraban a viajar acompañadas y con equipajes voluminosos. Todo el vestuario que se permiten nuestros chicos de hoy en día, es el que cabe en las proporciones de la maleta permitida en la cabina de los aviones.
Paradójicamente, el primer año fue más fácil pero no el más cómodo. Consiguió una beca y vivió en una residencia universitaria en Beiging compartiendo habitación con su amiga Laura Ortega y el baño con otros muchos estudiantes.
Fue consciente de su ascenso social cuando, para realizar el máster consiguió, en la misma residencia, una habitación y un baño individual.
Cuando comenzó a trabajar en la televisión china que tiene su sede en el edificio conocido popularmente como ‘los pantalones’ en el distrito financiero de Beijing vivía tanta gente en el mismo piso que a menudo debía recordar la canción… ‘No hay cama pa tanta gente…’ que popularizara el gran combo de Puerto Rico.
Pero fue, saliendo de la sede de este edificio, finalizado el turno de tarde, ya anochecido, rodeada de rascacielos y envuelta en las luces de neón, cuando se dio cuenta que sin querer había mentido a su abuela. Porque sí que se le había perdido algo en China. Y que ese era el lugar en el que quería estar.
El hecho de ser aventurera y vivir en una de las ciudades más enigmáticas del mundo desde nuestra perspectiva occidental no es lo que la trae a esta galería de retratos.
Inma Bonet Bailén residía en China cuando parte del mundo fuimos confinados por la irrupción y por miedo a la extensión del COVID. Ella también quedó aislada.
Y allí le llegó una de las propuestas profesionales más interesantes que le puede llegar a alguien que trabaja en el marco de las relaciones internacionales y de la comunicación. Trabajar para la corresponsalía, primero de China y más tarde de Asia del periódico EL PAÍS.
En un momento de reestructuración de equilibrios internacionales, déjennos que apuntemos algunos de los titulares que nos ha hecho llegar Inma a través de su periódico en las últimas semanas: la economía china se ha desacelerado en el segundo trimestre de este 2023 debido a la caída de la demanda interna y externa (y el mundo tiembla), se ha celebrado en un mismo mes una segunda reunión de los ministros exteriores de Estados Unidos y China para rebajar tensiones económicas (y el mundo suspira aliviado), Corea del Norte lanza un misil balístico de largo alcance hasta Japón (¿Qué hacemos?), Putin alardea de fuerza en un foro con China y la India, para acto seguido seguir contándonos que el diplomático designado por Pekín para buscar una salida negociada al conflicto ruso ucraniano opina que las partes no están preparadas para iniciar las conversaciones de paz ( y nos preguntamos hasta cuándo) y nos sentamos a esperar el siguiente titular.
Inma traduce, realiza doblajes… Ahora vive en un apartamento con vistas, necesario para oler y sentir la ciudad y necesario para crear el fondo de pantalla de sus conexiones en directo.
Hace lo mismo que sus jóvenes vecinos. No en vano comparte barrio con la Generación Z china. Es lo que tiene la globalización.
No olvida España y su realidad. Ni a sus amigos y amigas de promoción, a los que cita con admiración. Esta gente sabe lo que quiere.
Se siente identificada con el podcast Estirando el Chicle y las mujeres que lo hacen, Victoria Martín, Carolina Iglesias, Henar Álvarez…
Inma Bonet desde un lugar y un momento privilegiado, está haciendo historia. Y nos la está contando. Sigan sus crónicas. Conviértanse en followers de Inmaculada Bonet Bailén, granadina, hija de Enrique y de Amalia, hermana de Enrique, desde Asia.
Serie ‘La Historia sirve’ :
-
- Juan Santaella López, gestor y teórico de la Escuela democrática
- Mari Carmen Arroyo Maldonado, indispensable en la música coral universitaria
- Inma Bonet Bailén, la gran dama asiática
Próximas entregas:
- Loli Zarza Ruíz, ‘Alcaldesa’ de la Placeta de la Cruz
Carmen Gómez Letrán
Profesora de Geografía e Historia
IES Padre Suárez