Pedro López Ávila: «Muere José Galán Polaino»

En la actualidad su obra se encuentra en museos nacionales y extranjeros, siendo un artista de prestigio internacional

Fallece a los 90 años el mejor pintor de acuarela que ha tenido nuestra tierra, un impresionante artista granadino que fue capaz de llevar la queja social a través de su obra en formatos de impresionantes dimensiones.

Había nacido en el seno de una familia humilde el 28 de noviembre de 1934, en el barrio del Albayzín había estudiado en la Escuela de Artes y Oficios de Granada, recibiendo clases del profesor de Historia del Arte, Marino Antequera, que tanta influencia ejercería sobre él, personal y profesionalmente; posteriormente pasó a estudiar en la Real Academia de Bellas Artes, Santa Isabel de Hungría de Sevilla; a continuación marcha a París, donde permanece durante un periodo de tres años y finalmente volver de manera definitiva a su tierra natal a finales de los años 50

La contribución de Galán Polaino al mundo de la acuarela, como procedimiento pictórico, ha sido tan sobresaliente que, desde los años sesenta, el arte de pintar al agua dejó de ser considerado definitivamente como arte menor, entre otras razones, porque los estudios técnicos de nuestro pintor adquieren el valor de obra creativa, de obras maestras; o lo que es lo mismo, sobreviven y perdurarán en el tiempo por sí solas.

En este sentido, la temática principal sobre la que gira nuestro artista es la figura humana del mundo de los gitanos, en la que los rostros no son exclusivamente un dibujo preciso, una luz potente o una determinada técnica, sino algo mucho más importante: la más genuina expresión del alma humana.

Galán Polaino, en Millenium Gallery

Situarse delante de un cuadro de Galán es descubrir – en la expresión de sus figuras – un dolor secular e indescifrable de mujeres, tiritando en el anden de una estación o en el vagón de tren; es descubrir un purgatorio de cicatrices que les ha dejado la vida o las arrugas en la piel que deja el paso del tiempo; es descubrir unos ojos infinitos de sombras en el alma; es descubrir la mirada de niñas acurrucadas con sus madres o abuelas – como animales agazapados . para cobijarse de un frio traicionero en las venas; es descubrir harapientas maternidades; es descubrir al gitano chulo, malencarado o alcohólico; es descubrir un mundo de miseria, marginación y muerte al que ha estado condenado el pueblo gitano.

La atmósfera en la que se desenvuelven los personajes de Galán es la de un mundo sórdido de marginación, de desarraigo, y de frustración. Los personajes portan consigo todo tipo de cachivaches, bártulos, enseres y cacharros viejos, muy viejos; es la expresión más real de un pueblo itinerante. El ropaje y las telas o mantas con que se cubren las mujeres está tratado con extrema pulcritud en el papel y con una ejecución impecable.

Galán Polaino fue desde los veinticinco años Testigo de Jehová y llegó a ocupar un alto cargo jerárquico dentro de su congregación en una época en que el sistema no permitía estas ligerezas; sin embargo, sus creencias religiosas le llevaron a mantener siempre la solidaridad con los humildes y con los oprimidos; de ahí que su malestar espiritual se convierta en su obra, en última instancia, en denuncia social.

Y aunque la censura impuesta en la época hacía imposible cualquier intento de denuncia, con sus cuadros, nuestro pintor penetró en los entresijos del sentimiento. Por esto en la actualidad su obra se encuentra en museos nacionales y extranjeros, siendo un artista de prestigio internacional. Nos gustaría recordar al respecto las palabras de Alfonso Sastre en 1958: «Lo social es una característica superior a lo artístico. Preferimos vivir en un mundo perfectamente organizado y en el que no hubiera obras de arte, a vivir en otro injusto y florecido de excelentes obras artísticas». Pues bien, en nuestro pintor se aúnan, se funden y se dan la mano la belleza o la emoción con la preocupación humana.

Galán Polaino con otros pintores del Grupo de los Iliberitanos,  José María Ysmér y Miguel Moreno , junto con el galerista Alberto López de Millenium Gallery, donde les volvió a reunir ::A. ARENAS

Reconocido, por consiguiente, como uno de los pintores más relevantes en la historia de la acuarela, durante mucho tiempo tuve la tentación de recopilar toda su trayectoria vital y artística. Para ello le solicité en reiteradas ocasiones que me proporcionara datos sobre sus experiencias profesionales y humanas. Nunca lo conseguí. Siempre esgrimía como argumento que, en su pensamiento, esta circunstancia estaría al límite con la vanidad, algo que iría en contra de sus propios principios religiosos.

Galán siempre fue un hombre solitario, huraño, desconfiaba de la gente por los engaños sufridos, esquivo y, quizá, asocial, pero su mirada se iluminaba cuando hablaba de su mujer, Raquel. Veneraba a sus modelos a las que abonaba el tiempo de posado en sus estudios y, cuando vendía un cuadro, ayudaba a los necesitados y se percibía que algo se purificaba en sus adentros

Así que, Pepe, hoy se han quedado muchos espacios de tu paso sin rellenar por este mundo. Al final te has marchado como los grandes, como llegaste, como el poeta: « (…) ligero de equipaje, /casi desnudo, como los hijos de la mar».

(NOTA: Este artículo de Pedro López Ávila se publico en la edición impresa de IDEAL correspondiente al 9 de julio de 2023, con el título ‘El mejor pintor de acuarela que pisó Granada)

 

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