Una mala decisión en un instante de euforia o una impulsiva reacción puede cambiar una vida, pero también cuando alguien decide traspasar el recinto de la intimidad ajena
Ya es un tópico poco revelador afirmar que el acoso escolar ha existido siempre y que sus fórmulas y manifestaciones han ido cambiando con los tiempos y las generaciones. Mucho de esto hay en la novela gráfica Natasha, con la que la editorial Nuevo Nueve amplía su catálogo. Sus autores, Koldo Almandoz y Aritz Trueba, nos invitan a la historia de una joven que en un instante sufre drásticos cambios emocionales en su vida que hacen peligrar su autoestima.
Aunque buena estudiante, a Natasha le cuesta centrarse en los estudios, tentada por otros pasatiempos excitantes para su grupo de amigos. El consumo de drogas no tarda en atraer los problemas, sobre todo a partir de la difusión en redes sociales de un vídeo grabado durante una fiesta en la que la joven mantiene relaciones sexuales con dos jóvenes del pueblo, además de consumir alcohol y drogas.
La madre de Natasha no se conforma con la actitud que adopta el centro de estudios de su hija, a la que pone en manos de una psicóloga.
Cada vez más retraída por los comentarios que sobre su familia animan la vida del pueblo donde vive, Natasha se refugia en la música. Cuando tiene ocasión de acceder a su teléfono móvil –aprovechando la ausencia de su madre cuando marcha a trabajar al hospital– los mensajes la abruman hasta tener ideas suicidas.
Pero a Natasha se le abre la posibilidad de pasar un tiempo en el extranjero como estudiante de intercambio. Vitalistas y con muchas ganas de disfrutar de los placeres mundanos, sus compañeras de piso (Elena y Ane) intentan ganarse su confianza. Es el momento para Natasha de conocer nuevos amigos y afrontar excitantes retos: se enrola en un grupo de música como cantante y guitarrista, entra a trabajar en una taberna, la ilusión de unos estudios, el cambio de imagen…
Pero la sombra de su pasado es demasiado extensa, sobre todo cuando de manera repentina Natasha y Julen se reencuentran en un festival de música. Aunque reticente en un principio a atender a aquel, la protagonista revive episodios pretéritos cayendo de nuevo en sus redes. Pero a pesar de sus dieciocho años, algo ha aprendido la joven Natasha…
Ya el título sitúa a la protagonista en primer plano. Muy avanzada la obra vamos conociendo más detalles personales de la misma: procedente de Ucrania y con tres años, Natasha fue adoptada por una mujer.
Los mensajes por wassap que Natasha va recibiendo y leyendo permiten al lector tener información complementaria de lugares simultáneos a la acción principal, así como la transición temporal queda a merced de silencios, sin referencia léxica alguna.
El lenguaje conciso, fresco y juvenil se combina con la capacidad de las imágenes para captar momentos precisos así como sugerir sentimientos en un vivo retrato del mundo femenino que trae en la trama la irresponsabilidad de quienes vulneran la intimidad de las personas por medio del acoso cibernético, esta lacra que siempre consume y, en ocasiones, devora.
José Luis Abraham López
Profesor de ESO y Bachillerato