Como bien sabemos, la devoción de Granada a la Virgen de las Angustias se remonta a los días mismos de la Reconquista traída a Granada por la gran devoción que la Reina Isabel la Católica profesaba a esta advocación desde su infancia pues, en la abulense localidad de Arévalo donde residió desde los tres hasta los doce años, en el antiguo Convento de los Trinitarios fundado en 1215 una de sus capillas estaba dedicada a la Virgen de las Angustias, existiendo tradición documentada de este culto mariano ya entre 1224-1230. Juan II de Castilla, que construyó su palacio en Arévalo, oró más de una vez ante aquella imagen de la Virgen. En palabras del sacerdote jesuita Juan Leal, luego fue su hija, la futura Isabel la Católica, la que se postraba con su madre, Isabel de Portugal, ante el altar de la Virgen de las Angustias. Isabel la Católica llevó en su corazón esta imagen, que tantas veces había contemplado de niña, y hasta hizo pintar algunas tablas, una de las cuales fue la que primero se veneró en Granada.
Como para las procesiones se hacía necesaria una escultura es posible que se encargara una imagen en Toledo, y traída a Granada con gran secreto y misterio, lo que favoreció su devoción y culto. En las crónicas del siglo XVII es corriente hablar de la legendaria aparición milagrosa de la imagen, traída dos varones, que serían ángeles, en un carro tirado por bueyes, y dejada en el zaguán del Palacio Arzobispal donde habían pedido amparo y hospedaje en una noche de tormenta de la segunda mitad del siglo XVI. Y aquí entra la leyenda familiar que se ha ido transmitiendo entre generaciones. Dos de los varios guardias del arzobispo que atendieron a los varones transportadores de la sagrada imagen tenían por apellido el de Alaminos y eran padre e hijo. Y por apodo o sobrenombre “los coroneles” o “maestres de campo” por las anteriores ocupaciones que habían tenido, quien sabe, bien agrícolas y ganaderas o militares, también denominados ‘los altos y buenos’.
Fueron de los granadinos llegados con las tropas de los Reyes Católicos y, sobre todo, con los repobladores de estas tierras en la época de Felipe II, en 1572, cuando tras la expulsión de los “moriscos”, llamados igualmente conversos o cristianos nuevos, se repoblaron numerosos pueblos de Las Alpujarras y zonas limítrofes, como Lentejí en cuyo libro de apeos y asentamientos, que se conserva en el Ayuntamiento como un auténtico tesoro, se recoge la repoblación con 30 vecinos provenientes de otras regiones peninsulares. Igualmente ocurrió con Otívar, cuyo vocablo parece proceder del euskera, al igual que otros topónimos granadinos, dónde es abundante este apellido. Desde estas dos poblaciones, principalmente, los Alaminos se extendieron por Jete, Almuñécar, Salobreña, Motril o Nerja.
Eran los Alaminos cristianos viejos de la época visigoda, pues por sus venas, parece ser que corría la sangre de los godos, de los “Alamanes”, aquellos germánicos vecinos de los Longobardos junto al río Elba, que derribaron la vieja Roma, que atravesaron la Galia y que, entre los siglos III al V, se asentaron en los Campos Góticos de la antigua Hispania y posteriormente junto a los ríos Ebro y Tajo y en tierras de Guadalajara, lugares donde fueron “mozárabes” en la época islámica de esas tierras. Se llamó «mozárabes», que parece significar «arabizados», a los cristianos españoles, de origen hispano-godo que sometidos a los árabes pactaron la conservación de su fe, de sus iglesias, de su ley propia y que, al arabizarse culturalmente, conservaron un importante legado cultural y litúrgico cristiano, pagando fuertes impuestos a los musulmanes, siendo así tolerados y pudiendo contar con una precaria cobertura legal. En 1085, vieron la entrada de Alfonso VI, descendiente directo de los antiguos reyes godos, en la ciudad de Toledo. Lo aclamaron como su rey legítimo, y junto a él lucharon contra los Almorávides que habían desembarcado en Algeciras. Defendieron sus tierras en batallas como la de Sagrajas en Badajoz, en Valencia con El Cid y en Uclés en 1111.
Hablar de Alaminos es hablar también de las tierras de La Alcarria donde cercana a Guadalajara existe una población con este topónimo. Perteneció al Común de la Tierra de Atienza, estando bajo su jurisdicción y usando su Fuero. En 1434, el rey Juan II hizo donación de este lugar, junto con otros muchos de tierra de Jadraque y Atienza, a su cortesano Gómez Carrillo y su esposa María. Posteriormente, hacia 1523 fue vendida a los condes de Cifuentes, En el siglo XVI obtuvo el privilegio de Villa, y pasó luego, como todo el condado de Cifuentes, a la casa de los duques de Pastrana, cercana a la de Medinaceli. En la plaza mayor, muy amplia, se encuentra el rollo o picota, símbolo de villazgo, junto a los históricos edificios de la parroquia y el ayuntamiento. Y también es hablar de Ciudad Real, Madrid, Jaén, Barcelona, Málaga o las Baleares, como lugares de asentamiento.
Multiculturalidad cercana en distancias, lejana en el tiempo. Como en tantas familias cuyos antepasados vivieron en primera persona la Toma de Granada, ahora tan polemizada a favor y en contra. Interculturalidad de andar por casa, por nuestra tierra, de la que ahora se lleva. Para mostrarnos que los cambios en estos tiempos de crisis no son situaciones exclusivamente nuevas. El Instituto Nacional de Estadística-INE en su página web indica que son 1774 personas las que llevan el apellido Alaminos en primer lugar, 1582 en segundo lugar y 27 en ambos dos. Más de mil viven en el valle del Río Verde, en la Costa Tropical y en la capital granadina.
Hubo Alaminos que permanecieron en tierras castellanas y aragonesas. Otros marcharon por diferentes regiones o al Nuevo Mundo, como el afamado marino Antón de Alaminos, con sus muchas luces y algunas sombras en su muy interesante vida, quien con Colón en su tercer viaje fue a América como grumete y en el cuarto como Piloto, descubriendo la Corriente del Golfo y cartografiando por vez primera la Península mejicana del Yucatán (1518) y costeando la de Florida, poniendo los cimientos de la expansión de la fe cristiana en las tierras americanas. Parece ser también que los entendidos no vinculan necesariamente este apellido a los términos “alamines” y “al-amin”, entre ellos, Julio Quesada-Cañaveral, octavo Duque de San Pedro de Galatino y segundo Presidente Nacional de los Exploradores de España-Scouts de España cuyo Centenario se celebró el año 2012, en su publicación sobre el último rey Nazarí, Boabdil, Granada y la Alhambra, hasta el Siglo XVI.
Este artículo está basado en el que publicó IDEAL, el domingo 25 de septiembre de 2011, en una separata especial sobre la Virgen de las Angustias que coordinó el recordado y gran periodista Enrique Seijas (q.e.p.d.), y que firmamos juntos los tres primos: José Manuel Cobos Alaminos (q.e.p.d.), Álvaro Montenegro Alaminos y Antonio Alaminos López.
Los que vinieron de tierras lejanas y los de aquí, todos, devotos de la Virgen de las Angustias.
Y un cordial saludo a los lectores y lectoras de IDEAL en Clase.
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maestro retirado