Aunque, según la RAE, el adjetivo se define como “Dicho comúnmente de la túnica de Jesucristo: Sin costura”, son otros muchos los sinónimos que se pueden acomodar: “Perfecto, sin trabas, sin soldadura, continuo, fluido, ininterrumpido, sin problemas” (synonyms.reverso.net).
Así, y teniendo en cuenta los tiempos en los que vivimos, me parece que lo reproducido tiene una difícil aplicación en el quehacer diario de nuestra sociedad –o, al menos, en la realidad socio-política que nos acompaña y que nos “turba” día a día–.
Si os paráis –si nos paramos– a analizar las últimas decisiones tomadas por nuestros dirigentes, pertenezcan al clan al que pertenezcan (algunas de ellas propias de tiempos faraónicos), empleando, por ejemplo, los recursos de los que disponemos en obras destinadas a perpetuar su memoria, no dudaréis en calificarlas como tropelías propias de la condena más dura posible.
Recuerdo, ahora y con toda intención, lo que dice uno de los “Mandamientos del dictador”: “Para erigirse en guía indiscutible lo primero es buscar un enemigo común”; es decir: encontrar la excusa perfecta para impedir que el resto de los mortales seamos más conscientes, comprometidos y exactos con nuestro rol social de actores eficaces; con la exposición pública de nuestras creencias; con el compromiso ineludible de interesarse por los otros y querer ayudarles en su desarrollo comunitario.
Y es que, a mi pesar –lo reconozco–, me estoy volviendo descreído, receloso, dudoso…, porque, como afirma Juan Eslava Galán, en una entrevista realizada por José Antonio Muñoz, “Se puede ser crédulo, pero creo que es infinitamente mejor ser escéptico. Si eres crédulo, te la pegan en todos lados, mientras si eres escéptico, no es que desconfíes, si no que analizas todo. Siempre del análisis nace la luz y el entendimiento”.
Dejadme que clame: ¡algo está ocurriendo a diario, con excusas sin validez! Y no precisamente cercano a lo inconsútil.
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de
Ramón Burgos
Periodista