Basta con recurrir a cualquier informativo –radio, televisión, internet– para “descubrir” que en estos días proliferan las mesas redondas, al modo y manera de las bandadas de pájaros que emigran hacia territorios más cálidos.
En una de ellas, organizada por Minorías Creativas, en colaboración con la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), el moderador Javier García Herrería, apuntó, citando a Arthur Brooks, que “La polarización no es consecuencia de las discrepancias de opiniones sino, sobre todo, del desprecio que tenemos hacia los demás cuando discrepamos” (religion.elconfidencialdigital.com).
Ni que decir tiene que, aparte de los citados conciliábulos, uno de los mayores ejemplos que también podría traer a colación se ha dado días atrás en la sede de la soberanía popular. Permitidme decir que gran parte del lenguaje utilizado allí fue más propio de canallas, gentuza y chusmas que de “próceres” de nuestro país.
La verdad es que a uno le entran ganas de mandar a algunos a “hacer puñetas” –ese encaje o vuelillo de algunos puños que define el Diccionario–, y no tanto porque sean pejigueras, difíciles o afines a la molestia, sino porque se han empecinado en hacernos –y no hacerse– la pascua.
Me refiero a aquellos que no saben ni quieren convivir en paz y armonía, teniendo como único interés, en su diario vivir, encontrar cualquier pretexto para mortificar al primer ser humano o animal que se le cruce en su camino (amén de conservar poltronas llenas de beneficios particulares, costeadas por los demás a precios de escándalo mayúsculo).
No me cabe duda: ha llegado el momento de “re-escolarizarse” y “re-educarse”; es decir, volver al colegio para aprender ciencia, filosofía, ética, etc., para cultivarnos en educación (aunque se trate de “vueltas virtuales”, a las que, por cierto, nos vamos acostumbrando poco a poco).
Leer más artículos
de
Ramón Burgos
Periodista