Cotidianamente, se le atribuye a Julio César, “Divide et impera”, “…aunque esta frase como tal no aparece recogida en ninguna de sus obras; hay quien la encuentra escondida entrelíneas en El arte de la guerra de Sun Tzu (siglo IV a.C) , o en El Príncipe de Nicolas Maquiavelo. Hay otros que la ponen en labios de Napoleón Bonaparte” (Pedro Miana, Divide y vencerás y La unión no hace la fuerza, Entorno Abierto)… Y hay también quien la considera como la génesis de “dos principios gnóstico masónicos: “Solve et coagula” –deconstrucción-construcción– y “Ordo ab chaos” –el orden que nace del caos– (CoronelPakez, religionenlibertad.com).
En todo caso, para mí, después de haberos asaeteado con esta “perorata de difícil digestión” para los que formamos la ciudadanía de a pie, no dudo en poder aplicarla a nuestro estado actual del alma, cercano ya a la exasperación.
Es pecado de lesa majestad el choteo –burla, pitorreo, rechifla, cachondeo, rechifla, chanza– que se traen con nosotros para ocultar las verdaderas intenciones de una política propia de dictaduras tercermundistas… Hasta en lo más banal, colocando a deudos, amigos perpetuos, compañeros de aventuras, coautores de faenas, etc.
¿No os parece que la picaresca –que algunos tildan de “raíz española”–, os recomiendo leer “La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades” (anónimo, 1554), está acaparando espacios que son propios de la honradez?
Quizá –y sin quizá– esta sea una de las razones por las que mantengo –y mantendré– un determinado tono en mis escritos, pues no quiero que me pase como al maestro Antonio Machado: “En el corazón tenía / la espina de una pasión; / logré arrancármela un día; / ‘ya no siento el corazón’”… ¡Quiero que el mío siga latiendo, junto al vuestro, sin ambages ni sutilezas, pues no está el horno para bollos cuando a diario se atenta contra la libertad de conciencia!
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de
Ramón Burgos
Periodista