Leandro García Casanova: «El cachorro abandonado»

El diez de octubre de 2015 mi mujer y yo llegamos a Guadix sobre las nueve horas y, al llegar a la cueva, lo primero que llamó nuestra atención fue un cachorro negro de un mes, con una mancha blanca, al lado de un montón de arena. Al bajarme del vehículo vi que estaba en la sombra y tiritando de frío, pues hacía una temperatura de unos siete grados. Cogí al perrillo y lo puse al sol, sobre un saco de cemento vacío, pero se venía detrás de mí y no hacía más que gemir. Seguramente, alguien lo abandonó ahí a propósito y el chucho había pasado la noche al raso.

No quise entrarlo en la vivienda, pues hacía seis meses (en abril) que se había muerto Balto, un perro inolvidable que estuvo viviendo con nosotros durante catorce años y no queríamos volver a encapricharnos de nuevo. Poco después nos fuimos al Mercadillo de los sábados y le pregunté a un policía local si conocía alguna sociedad protectora de animales. Me proporcionó un teléfono y la encargada de la sociedad me dijo que se encontraba en Madrid, pero, por la noche se pasarán a recoger al perro. Me pidió que le diera de comer y que lo guardara.

Después de hacer las compras, regresamos con el temor de que alguien se hubiera llevado el cachorro. A mi mujer le costó localizarlo, pero estaba echado en un matorral y se puso contento al vernos, dando gemidos. Lo dejamos en la placeta de la cueva pero venía detrás de nosotros, pues no quería estar solo. Le di de beber agua y bebió bastante, posiblemente llevaba más de doce horas sin probarla. Sin embargo, no quiso comer unos trozos de jamón cocido. La hija de la vecina lo cogió en brazos y el chucho parecía otro, al menos ahora se encontraba acompañado y con gente que estaba pendiente de él. Una hora más tarde, una mujer nos llamó por teléfono, nos pidió la dirección de la vivienda y dijo que se iba a pasar a recogerlo. Aprovechamos y nos hicimos unas fotos con el perrillo, pero ignoro dónde estarán.

Sobre las trece horas, llegaron tres mujeres en un turismo a recogerlo. Carmen Serrano era una de ellas, nos dijo que tiene un puesto en el Rastro de los domingos y, con el dinero que saca, paga los gastos de los perros que recoge en Guadix. Hace de intermediaria y entrega los animales abandonados a las sociedades protectoras. Tengo que pagar el veterinario, la vacuna, el chip…, y luego se los llevan a Bélgica. Aquí en Guadix hay muchos animales y se abandonan bastantes. Carmen nos contó que la madre, una perra blanca podenca, tuvo tres cachorros, ayer les llevaron de comer y hoy habían desaparecido todos. Alguien se los llevó y nos enseñó las fotos que les hizo y que las iba a colgar en Facebook, para ver si alguien los había visto. El cachorro lo cogió en brazos la hija de una amiga de Carmen y se le veía muy feliz, pues no chistaba. No hace falta decir que, en las dos horas que estuvimos con el cachorro negro abandonado, le habíamos cogido cariño.

Ocho años después, en Guadix se siguen viendo perros abandonados por las calles aunque menos. Es cuestión de cultura y de humanidad, si alguien no quiere tener el cachorro o la mascota en casa, lo puede llevar a las sociedades protectoras, a una perrera municipal o anunciarlo a través de las redes sociales para quien quiera adoptarlo, antes que abandonarlo en la calle.

 

 

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