Bajo la sierra de Elvira
unas planicies navegan
frente a las cumbres nevadas
que dan cobijo a la Vega
donde, junto a los maizales,
se agigantan las choperas.
Rasgan silencios, los nublan,
filtran el alba, la avientan,
jibarizan los sonidos,
achican la luz, la abrevian…
claustros monásticos son
las choperas de la Vega.
Se extasían con el verdor
juvenil de primavera;
en el verano se adornan
con hojas que tintinean
por caricias de una brisa
aborigen de la sierra;
en el otoño se encienden
con destellos de patena
y un resplandor amarillo
que al ocaso centellea;
el invierno las desnuda
con abúlica pereza
tapizándose los suelos
de hojarasca y de hierba.
Tabernáculos de sombras,
parnasos de la belleza,
nirvanas del bienestar,
las cartujanas choperas
como los nimbos vidriosos
se asordan y parpadean.
Se encumbran cual catedrales
las choperas de la Vega,
con sus vaticanas naves
donde el aire se sosiega
y los silbos de los vientos
entre los chopos gorjean
como una fuga de Bach
en liturgias de Cuaresma.
Erguidos y estilizados
los álamos se cimbrean,
el viento agita las hojas,
los ramajes y la hierba,
y el ventalle se musita
con la magia de una orquesta
pues los susurros espesos
rizan ramos de corcheas
por las aguas del Genil
que baja desde la sierra
con fragancias de tomillo
para inseminar la Vega.
Próxima semana: España, tierra de castillos
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Comentarios
12 respuestas a «Juan José Gallego Tribaldos: «Las choperas de la Vega»»
En otros tiempos, y cuando aprieta el calor, me ponía a la sombra de estas choperas. Y que fresquito que hacia.
En los días de verano nada mejor que sentarse un rato al fresquito de las choperas, Un abrazo.
Ya no sorprende. La genialidad y la creatividad de este versificador insigne parece que se ingenia cada da en superarse. Gracias.
Gracias, amigo Juan. Tú, tan generoso siempre en tus apreciaciones. Un fuerte abrazo.
Gracias Juan José por este derroche de sensibilidad paisajista. Las estaciones paseando por esos chopos que muestras con tanto arte que se erizan los vellos.
Un abrazo
Las choperas siempre han sido un reclamo de belleza y bienestar. Las del río Fardes en Purullena o las de la Vega de Granada son auténticos santuarios. Me apasionan. Muchas gracias por tus generosas apreciaciones. Un abrazo.
Te he contestado más abajo. Un abrazo .
Sí, son una pasada en cualquier momento del año y espero que se animen , al leer tu romance, las personas que aún no las hayan disfrutado.
Gracias, de nuevo, por compartir.
Así es, amiga Pilar. Las cooperativas son un lugar mágico, sobre todo en verano y otoño. Su amarillo es único. Un abrazo.
Amigo Juan, gracias por tu romance refrescante a las choperas de la Vega de Granada, repleto de imágenes metafóricas, que nos ha deleitado una vez más.
Gracias a ti. Recuerda la chopera del molino. Era un lugar paradisíaco. Ya no existe. Una pena.
Esas choperas tan características… ¡Qué maravilla de escenario y qué bien descrito! El romance consigue transportarnos a ellas…