Diario de dos granadinos, (él de Loja y ella de Cuevas del Campo), en la Antártida

Jose y yo somos una pareja de ingenieros granaínos que en noviembre empezamos nuestra aventura en el Polo Sur por trabajo y aquí estamos pasando la navidad.

Habitualmente vivimos en Reino Unido, Cambridge. Y trabajamos para una constructora británica.  Se nos ofreció la oportunidad de trabajar en un proyecto en la Antártida mejorando las infraestructuras de una base científica británica (Rothera), y aquí estamos.  Yo estoy trabajando en la construcción de un nuevo edificio (oficinas, almacenes, torre de control de tráfico aéreo, etc.) el cual reemplazara algunos de los actuales que tienen más de 40 años. Jose esta trabajando en la mejora y renovación de la pista de aterrizaje.

Jose y Tania celebraron la navidad en la Antártida donde permanecerán hasta el final del vernano austral

Antes de contar como se viven unas navidades a 15000km de España, lo primero, contar como llegamos aquí. Ya que la base científica británica donde trabajamos tiene muelle y pista de aterrizaje, hay dos rutas para llegar, por avión o por barco.  Yo llegue hace 4 semanas, en una travesía de una semana. 20h 35min de vuelo desde Londres a las Islas Malvinas y desde allí 5 días de travesía en el barco polar británico Sir David Attenbourgh (SDA). Jose voló desde Londres a Sao Paolo, Sao Paolo a Santiago de Chile, Santiago de Chile a Punta Arenas en vuelos comerciales con solo unas pocas horas de escala entre vuelo y vuelo. Después de un par de días de descanso en Punta Arenas desde allí a Rothera en el avión polar británico.

Jose se hace un selfie ante el avión polar

Trabajamos seis días a la semana y normalmente libramos los domingos, pero estas dos semanas, debido a la navidad, hemos cambiado la jornada y en vez del domingo libre, tuvimos el lunes libre para celebrar el día de Navidad y esta semana será igual y así tendremos el día de ano nuevo libre.  Aunque estemos lejos de nuestros seres queridos, intentamos disfrutar estos días especiales con “nuestra gran familia de la estación”. Ahora estaremos conviviendo unas 150 personas.  La semana pasada estuvo llena de actividades para disfrutar por la tarde.

Tania Álvarez y de fondo el barco polar

Un día tuvimos cine con la película Solo en casa, un clásico de navidad. Otro día preparamos galletas de jengibre y las decoramos. Otro día jugamos al bingo. También se organizó un partidito de futbol donde jugaron 15 contra 15, normas antárticas.

Partido de fútbol, 15 contra 15

En los días de descanso intentamos disfrutar de la nieve y así de paso recordar nuestra querida Sierra Nevada. El día de nochebuena, nada más terminar de trabajar, cogimos nuestras tablas de Snow, subimos a la colina más cercana de la base y a disfrutar, ¡hacia un día muy bueno y nos lo pasamos de maravilla!

Aunque los británicos no celebran nochebuena como nosotros lo hacemos en España, me lo pase muy bien esa noche. Después de cenar, todo el mundo tenía ganas de pasárselo bien y reír, ¡así que en el bar de la base se vio un ambiente muy divertido donde hubo desde karaoke hasta bailes en el suelo!

Y el día de Navidad, gracias al gran trabajo de los cocineros y todos los ayudantes, disfrutamos de una buena comida todos juntos. Justo antes de comer, también celebramos el amigo invisible en el que los participantes, como no hay nada para comprar, hicimos manualidades para preparar nuestros regalos.

Con los regalos del amigo invisible

El tiempo también acompaña, porque como es verano aquí, hay luz las 24 horas del día y no hace “tanto” frio. Por lo que también podemos dar paseos alrededor de la estación para disfrutar de la increíble vida animal por aquí. Hasta el momento, los dos animales que mas vemos son los Pingüinos Adelie y las focas Weddel.

Una de las vecinas de Jose y Tania

En Nochevieja tuvimos una banda de música en directo (gente de aquí de la estación que le gusta tocar algún instrumento).

Luego antes de media noche, subimos al punto más alto de la estación y nos las apañamos para encontrar uvas y grabamos las campanas de España y nos las pusimos en el móvil. Fue muy divertido y diferente, porque también se puso a nevar justo en ese momento.

Los británicos hicieron la cuenta atrás para las 12 y brindamos con un chupito de whisky. El día de reyes no se celebra aquí, pero Jose y yo trajimos regalos que nos los daremos ese día.

Una de las imágenes tomadas durante el paseo

Domingos de paseo en lancha

Hace un par de domingos dimos un paseo en lancha, y fue increíble.

Nuestra jornada de trabajo es de lunes a sábado, por lo que el domingo es nuestro día de descanso. Hay varias actividades que se pueden hacer en nuestro tiempo libre y una de ellas en salir en lancha a dar una vuelta por los alrededores de la estación y poder contemplar y admirar la naturaleza y el paisaje de la zona.

Hay que apuntarse en una lista para ir y con suerte, tu nombre aparece en la pizarra del comedor haciéndote saber a la hora que hay que estar en la caseta de los barcos. Evidentemente te indican que hay que llevar ropa de abrigo y sobre todo buenos guantes, gorro, bragas del cuello, ropa interior térmica, etc.

Una vez llegas allí, lo primero es ponerse los trajes de inmersión. Esta tarea es bastante agobiante porque la temperatura dentro de la caseta es alta para estar llevando todas las térmicas y encima el traje de inmersión, a esto hay que sumar que cuando te lo ajustas, esta un poco apretado, pero nos lo tomamos con calma ya que te protegen bastante del frio porque cuando estas en el medio del océano, con la brisilla, te entra un fresco que te corta la cara.

Tania, junto a un iceberg

A continuación, nos ponemos las botas de agua y el salvavidas. Y justo cuando estamos a punto de salir al exterior, nos llega un olor que nos recuerda a los veranos en la playa, “la crema solar”, aunque aquí no hace calor, estamos en el verano austral y el sol tiene más fuerza, además que justo sobre la Antártida la capa de ozona es más débil con lo que las radiaciones afectan más.

Ahora si que estamos listos y nos desplazamos a la zona de desembarque, allí bajan el barco a la bahía con una grúa y listos para navegar.

Este es uno de los mejores momentos porque puedes ver como tus compañeros están nerviosos, y no es para menos, es la primera vez que van a poder de verdad experimentar lo que es estar en lugar más inhóspito y deshabitado del mundo, rodeado de naturaleza y hielo.

También hay que añadir que esto es uno de los momentos donde también se puede desconectar verdaderamente del trabajo, ya que te alejas lo suficientemente de nuestra base para poder desconectar.

Jose, durante el paseo

Durante el viaje, se puede apreciar la dimensión de los icebergs. Muchísimos animales se posan en ellos para pasar el día, como pingüinos, focas y aves.
Pasar cerca de un iceberg es de las cosas mas bonitas que he visto, ese azul brillante del hielo reflejado en el agua es precioso y saber que solo 1/3 esta sobre agua.

En la bahía cerca de nuestra base también podemos encontrar islas pequeñitas con colinas y otras partes de nuestra isla con hasta 4 glaciares en la misma zona y grandes montanas a pie de costa.
Otra cosa para destacar es la tranquilad del océano, el silencio. Cuando la lancha se para, solo se escucha el mar chocando con el hielo. Ese sonido, aunque inquietante, cuando confías en el capitán del barco, se convierte en música.

La belleza que deja helados a quien la contempla

Otro sonido increíble es del hielo quebrándose cuando hace un día muy soleado sin viento, la bahía se llena de hielo pequeño flotante muy fino que, ante los rayos del sol directos sobre ellos, se rompen.

Si se tiene suerte ese día, se pueden ver animales muchos mas grandes como orcas o ballenas jorobadas.

Estos viajes duran como dos horas. Una vez en tierra, nos quitamos los trajes con mucho gusto y de vuelta a nuestra rutina, pero con una sonrisa de oreja a oreja.

Texto y fotos:

Tania Álvarez y Jose Antonio Valverde

 

Redacción

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