Hoy traemos a esta serie uno de tantos brigadistas participantes en la INCIVIL contienda de nuestros abuelos. Evidentemente no con el objetivo de revindicar su figura [como luchador comunista de su época, tiene sus claroscuros a pesar de ser una de las figuras más descollantes de los insurrectos eslovacos durante la II GUERRA MUNDIAL. Se le considera responsable de haber participado en el asesinato a 60 civiles; se ignoran otros hechos concretos de su controvertido pasado y su participación en la contienda española] sino, como es costumbre de la temática: aportar un grano de arena en el aspecto filatélico cuando nos llega información en donde nuestro país tiene cabida.
Con el sello en la mano [y pasa muchas veces] poco o nada nos hace deducir que la estampilla eslovena tiene una conexión con los temas españoles en la filatelia universal. ¡Pero esa es la gran capacidad de la filatelia: traer la historia a su contexto como rama auxiliar del conocimiento humano! Aunque también es cierto que varios medios de comunicación han saltado a la palestra con el pasado del personajes y promete que habrá informaciones poco halagadoras para el buen nombre del homenajeado.
Todos los sellos tienen una historia y sólo hay que reconstruirla, aunque no siempre sea fácil, este es el caso del timbre que nos ocupa correspondiente al Comandante Stane. Nació el 27 de marzo de 1911 en Spodnje Pirnice (cercanía de Ljubljana) en el seno de una familia de escasos recursos, su padre era uno de los trabajadores del ferrocarril que cayó en el frente del Este cuando estaba encuadrado en el Ejército austro-húngaro, huérfano a los tres años junto a su hermano Martin se quedan en la ciudad; las dos hermanas [Marjeta y Terezija] serían ingresadas en un orfanato. A los quince trabajaba en una taberna [nada extraordinario por cuanto en la época, a esa edad, la mayoría de la población en la vieja Europa, trabajaba, nada que ver con la haraganería que nos han montado en este siglo XXI que nos azota de manera inmisericorde en los más amplios aspectos de la vivencia de toda persona] y poco después se pasaba, como aprendiz, a un horno que a la postre, le acabará siendo de vital importancia en su corta vida.
Desde bien joven le entusiasmó la vida militar, pero por esas ironías de la vida, no consigue entrar en el ejército y cuando trata de enrolarse es rechazado por las fuerzas armadas. Posteriormente, su trabajo como panadero, será valorado y entrará a formar parte de la intendencia encargada de fabricar el preciado alimento para las tropas, era el año 1931, se le encarga la compañía panificadora de Petrovaradin en donde obtiene la graduación de cabo. Poco después, tras la invasión italiana de Etiopía, intentará unirse para luchar contra los italianos, pero no logra su objetivo de llegar a la entonces colonia italiana en el Este de África.
La Guerra Civil Española inicia su contienda en la península Ibérica, con poco más de 25 años se enrola como voluntario; viaja a España integrando uno de los primeros grupos de brigadistas internacionales de origen yugoslavo que llegan a nuestro país en pos de la libertad y la justicia [tras el acceso de Tito a los máximos destinos de Yugoslavia serán muchos más los ciudadanos de la entonces república federativa los que acaban instalándose en el Levante Español huyendo de las penalidades que los regímenes comunistas instauraron en el Este de Europa tras la II Guerra Mundial: En esta región, el exacerbado odio interétnico acaba explotando a finales del siglo XX tras la desintegración del país que, de forma tan artificial, había mantenido la mano firme del Mariscal Josip Broz «Tito»].
Franc Rozman se integra en el ejército republicano español el 1 de octubre de 1936, tras completar un breve período de instrucción en el frente del Jarama -una zona en donde los sucesos todavía supuran las consciencias de las familias que vieron desaparecer a sus seres queridos- y en la escuela de oficiales de la época algunos de quienes le conocieron dejaron su testimonio como «persona enérgica y sincera»; se le confiere el grado de lugarteniente y finaliza con el de Comandante de Compañía. Durante su retirada a Francia (febrero de 1939) supo conducir a su batallón a través de los Pirineos sin apenas bajas.
En Francia pasa por varios campos de concentración, logra escapar a Alemania y, con otros partisanos, consigue evadirse en julio de 1941, iniciando desde Meissen un largo periplo por las montañas hasta lograr llegar, en diciembre siguiente, al territorio esloveno donde se encuentra con su hermano Martin y se integra, como instructor militar, con rango de Comandante, para instruir a los partisanos encuadrados en el Batallón de Estiria [Bataljon di Stajerski].
El 5 de abril de 1942 es nombrado Comandante de la Brigada Eslovena de Partisanos enclavados en Kremernik (Carniola Blanca) compuesta de unos 300 partisanos y alcanza el más alto grado militar entre los guerrilleros el 13 de julio de 1943, en esta etapa fue cuando, al parecer, ordenó numerosas ejecuciones que los herederos de las víctimas no desean olvidar, ni mucho menos rescribir la historia en sentido contrario: ya se sabe, cuando en lugar de dejar que la historia sea discutida sin apasionamiento por los historiadores y no por los políticos que cuando meten la cuchara, automáticamente, desentierran los demonios y las heridas u ofensas reverdecen con inusitada fuerza.
Este pequeño país balcánico, de poco más de dos millones de almas, quedó estupefacto cuando en el 2009 se descubrieron las fosas comunes de Huda Jama con decenas de víctimas de aquellos partisanos. The Times [el Reino Unido acogió durante la contienda a unos 10.000 refugiados eslovenos que escaparon de las sistemáticas matanzas perpetradas, dicen, por los elementos partisanos entre los que estaría el Comandante Stane] recordaba estos días aquellos hechos sangrientos cuando se divulgó la emisión de la moneda conmemorativa que ha llegado en un momento de la historia bastante inoportuno. Su compañía fue la más fuerte y temida de todas las organizaciones que combatieron contra los alemanes en las montañas balcánicas. Entre sus hechos destacados está la lucha en Sostanj y la Batalla de Creta.
Murió el 7 de noviembre de 1943 en el Hospital Militar de Lokve-Kanizarica: estaba manipulando un lanzagranadas que le habían hecho llegar los aliados británicos, sobre este hecho hay diferentes versiones pero sin contrastar, podría haberse tratado de algo calculado para eliminarlo: Realmente le explotó y la deflagración le causa heridas que prácticamente le provocan la muerte de manera inmediata.
Pocos días después del luctuoso suceso es nombrado Héroe Nacional del pueblo yugoslavo y sus restos descansan en el Pabellón de los Héroes en el cementerio de la capital eslovena. Está considerado uno de los hombres clave del Frente de Liberación Nacional (NBO) y la canción partisana Komandant Stane fue uno de tantos tributos a su memoria; numerosas escuelas, calles y plazas llevan su nombre, incluso uno de los cuarteles de la capital eslovena tiene su nombre, aunque con la polvareda que ahora se ha levantado no sería extraño que todos esos honores fueran eliminados de la toponimia.
La iconografía comunista y sus protagonistas no han sido bien recibidos por los políticos de la oposición eslovena que reclaman su retirada y no aceptan la provocación, innecesaria, al colocar a Rozman en la filatelia y la numismática de la Eslovenia independiente. Pero sea como fuere, en ambos campos, el partisano-brigadista ya es historia y tiene su hueco en los álbumes de filatélicos y numismáticos de todo el mundo, por si las moscas, cuando le caiga una de esas monedas de dos euros bien podría guardarla, al fin de cuentas: es historia.
En el año de su centenario ha merecido una doble conmemoración: filatélica y numismática. En el sello se reproduce una fotografía que le hicieron mientras comandaba las tropas partisanas en las montañas próximas a Ljubljana, donde actuaba su compañía, en el lado derecho, sobre los laureles habituales en las insignias militares, va la clásica estrella de cinco puntas tan habitual en la simbología comunista. Uno de los que más lo difundió fue el mítico «Che» con su desaliñado rostro, su boina con la estrella que en estos momentos históricos del XXI se recupera por los jóvenes que protagonizan las revueltas en el mundo islámico. La estrella es el motivo que ilustra el matasellos de primer día empleado el 28 de enero de 2011 en Medvode, su valor facial es de 0,92 €, como la moneda, estuvo diseñado por Edi Berk, tamaño 40×30 mm, horizontal, impreso en hojas de 25 ejemplares a cuatro colores en la Johan Enschedé Stamps (Holanda) y 70.000 ejemplares de tirada.
La moneda del centenario fue realizada siguiendo un concurso en el que el diseño de Edi Berk se alzó con el honor y se convirtió en una pieza de 2€ que comenzó a circular el pasado 28 de marzo, la pieza tuvo una acuñación de un millón de ejemplares. Los diseños propuestos por Matjaz Ucakar y Janez Bizjak (para nuestro gusto el mejor de los tres) fueron rechazados.
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Maestro de Primaria, licenciado en Geografía
y estudios de doctorado en Historia de América.
Colaborador regular, desde los años 70, con publicaciones especializadas
del mundo de las comunicaciones y diferentes emisoras de radio