En torno a la fortaleza
hispánico musulmana,
construida en el siglo XIII
entre el mar y las montañas
pero de origen fenicio
como la Historia relata,
por rocoso promontorio
Salobreña se atalaya
con sus calles laberínticas
y la blancura en sus casas,
emergiendo en el paisaje
cual deidad mediterránea.
El castillo es, sin duda,
la efigie paradigmática
de la bella Salobreña
deslumbrante y encalada,
con su poligonal forma
sobre la peña tajada
en cuyas faldas el pueblo
luce su tez albeada.
Al sur, el Mediterráneo,
al norte, Sierra Nevada,
por todos sitios, la Vega
que se extiende hacia las playas
donde la arena fulgura
con las caricias del agua.
Allá en el cerro del Vínculo,
restos de arcilla y cerámica
y un alfar hallado en Lobres,
con total certeza avalan
que unas tribus primitivas
en su quehacer se afanaban
también con las salazones,
otra industria de importancia
desde los tiempos arcaicos
en la villa milenaria.
Por el bajo Guadalfeo,
siempre muy bien cultivada,
una generosa vega
dispensa vida y templanza
con sus múltiples cultivos,
vides, cítricos y cañas
e inmensidad de productos
poseedores de gran fama
como las frutas exóticas,
hoy por hoy tan demandadas.
Los fenicios y los púnicos
Salambina la llamaban;
Segalvina, el sustantivo
en la época romana
y Salawbiniya en tiempos
de la era musulmana.
Finalmente, los topónimos
en SALOBREÑA acabaran,
siendo hoy un bello pueblo
de casas arracimadas
en la ladera del monte
descendiendo hasta la playa,
donde el susurro del mar
las inquietudes encalma.
Durante la Edad Media,
siendo tierra musulmana,
el castillo fue palacio
para nobles de alta gama
de la estirpe nazarita
que gobernaba en la Alhambra;
pero también fue prisión
de personas encumbradas
cual Abul Muley Hacén,
el gran sultán de Granada.
El peñón de Salobreña
en otros tiempos estaba
como una isleta pequeña
circundada por las aguas
cuyas olas la ceñían
cual diadema nacarada.
Por las calles y placetas
los jazmines se engalanan
con vistosas buganvillas
enmarcando las ventanas;
en las sombras de la noche
se va acunando la calma
por la Cruz de La Caleta
y el mirador de la plaza;
aromas de madreselva
van desde el pueblo a la playa
para retornar al cerro
con brisas de agua salada
mientras la luna dormita
al socaire de las calas.
- Próxima entrega: BAZA
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Profesor jubilado y escritor, autor de
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Comentarios
32 respuestas a «Juan José Gallego Tribaldos: «Salobreña»»
Preciosa.
Gracias, Benito. Que pases un buen domingo. Un abrazo.
Juan, magnífico retrato de Salobreña y su entorno. Un romance con versos repletos de bellas figuras literarias que adornan la descripción merecida de esta preciosa villa donde pasé un tiempo de mi vida.
Me alegra mucho haberte hecho recordar tiempos pasados en este bello lugar. Salobreña tiene una gran capacidad de convocatoria y nunca defrauda. Un abrazo.
Juan, eres un poeta extraordinario, pues hoy con tus versos has enriquesido mis conocimientos sobre Salobreña.
Enhorabuena.
Buenos días, José. Me alegra mucho lo que dices sobre tus conocimientos acerca del bellísimo pueblo de Salobreña. Cuando en la carretera aparece el pueblo a lo lejos es una estampa preciosa. Un fuerte abrazo.
Qué gratísimo despertar con tan bellísima postal de Salobreña.
Buenos días, Nicolás. Muchas gracias. Un abrazo.
Magnífico, como siempre. Genial descripción
Muchas gracias, Eugenio. Salobreña es un pueblo muy bonito.
Bonita descripción de un bonito pueblo.
Consigue trasladarnos hasta Salobreña e imaginárnosla nítidamente, amén de darnos a conocer datos tan cabales e interesantes sobre el origen de su nombre. Tan magistral como siempre…
Gracias, María José. La estampa de Salobreña sobre el monte es de una gran belleza. Un pueblo muy bonito. Un fuerte abrazo.
Gracias por compartir esta preciosidad. Un abrazo
Buenos días, Pilar. Gracias. Un abrazo.
Gracias Juan José. Tus romances sobre las tierras de España no caerán en el olvido, porque el romance es el «idioma» de nuestra Historia. Un abrazo.
Así es. «El romance es el río de la Lengua Española» (Juan R. Jiménez). El octosílabo continúa siendo un rasgo distintivo en nuestra literatura. Un abrazo. Gracias.
Precioso. Me ha parecido pasear por aquellos caminos en la vega, entre marjales, disfrutando del paisaje.
Muchas gracias, José Antonio. Ciertamente es un `paraje delicioso donde uno se siente bien. Un abrazo.
Bonita descripción de un pueblo que enamora, donde la caña de azúcar floreció en abundancia junto a otras frutas tropicales.
Gracias, amigo Manuel. La caña de azúcar, ciertamente, ha tenido una presencia importante en estas costas desde tiempos remotísimos. Un abrazo.
Antonio, tú conoces bien Salobreña y coincidimos en la magnífica imagen que ofrece cuando ya en la carretera se ve desde lejos. Precioso. Un fuerte abrazo.
Gracias, Juan, por describirnos tan bellamente estos pueblos nuestros. Feliz domingo.
Gracias a ti por leerlos. Una gran cantidad de nuestros pueblos encierran historia y belleza por los cuatro costados. Una delicia visitarlos. Un abrazo.
Deliciosa aportación en la que se entremezclan datos históricos y descripciones geográficas. Siempre con el buen gusto y el uso de un vocabulario amplio. Enhorabuena.
Juan, buenos días. Siempre tan generoso en tus apreciaciones. Un fuerte abrazo.
Un romance muy bien logrado, Juan. Sobre todo la última estrofa, que consigue darle un final bellísimo. Enhorabuena.
Muchas gracias, Modesto. Salobreña bien merece unos piropos en esta mañana lluviosa. Un fuerte abrazo.
Semana tras semana nos deleitas con tu arte descriptivo sobre tantos lugares bellos de nuestro entorno. Es un placer.
Gracias por dedicar parte de tu tiempo a leerlos. Un abrazo.
Es una delicia leer tus romances. Poesía, narrativa, historia… Eres un crack. Gracias por hacernos más sensibles.
Gracias a ti por tus palabras. Lo bello no debe pasar desapercibido. Hay que exaltarlo. Bastante vulgaridad nos rodea para ser insensibles ante los lugares agradables y hermosos que tenemos. Un abrazo.