Tras su ‘Poesía completa’ (1970-2021), en la que ha reunido 33 poemarios, Enrique Morón, ha publicado con Editorial Nazarí, ‘En el perfil del sueño’
El encuentro con Enrique Morón, alpujarreño de Cádiar, que el pasado 23 de enero cumplió su 82 cumpleaños se lleva a cabo en el Bar Chencho, de la Avenida Barcelona, próximo a su domicilio. Acude con su gorra y unas anotaciones escritas a mano, con su peculiar caligrafía, que justifica por ser zurdo pero en la época en la que nació como estaba mal visto, al igual que a la mayoría de los niños, se les obligó a escribir con la derecha. Notas en las que ha redactado aquellos puntos que no quiere que se le olviden y que considera importantes de su postrer poemario que ha tenido a bien titular ‘En el perfil del sueño’, publicado, como es habitual en su caso, por el sello editorial Nazarí, que presentaba el viernes en el Centro Artístico donde estuvo rodeado de sus amistades y acompañado en la mesa por Fernando de Villena, la persona que mejor conoce su producción poética, junto con su hijo Antonio César.
Tras tomar un descafeinado con leche, Enrique demuestra mantener intactas sus inquietudes poéticas como el primer día. Cualquier poeta que ha publicado sus obras completas hubiese ‘colgado’ la pluma, pero en su caso es imposible, pues para él escribir poesía es una necesidad imperiosa que le ha dado «mucha felicidad». De otra manera no se entiende que tras reunir sus 33 poemarios que suman 1250 páginas, incluido los tres prólogos a cargo de sus buenos amigos Antonio Enrique, José Lupiáñez y Fernando de Villena, le haya seguido un apéndice publicado por la Academia de Buenas Letras de Granada, de la que es académico supernumerario, titulado ‘Errante sombra’ que vio la luz en 2023, y en estos días el ya citado de ‘El perfil del sueño’, título extraído de un verso incluido en el poema ‘Silencio’ que va en la página 32. Poemario que consta de cinco partes en el que sigue «la norma y estilo de su poesía, lógicamente con las variantes propias y diversidad que lo convierten en una creación distinta, nueva y plural», y donde aborda los sempiternos temas de la poesía como es el paso del tiempo, el amor, la soledad o la melancolía.
La primera parte, integrada por 23 poemas breves, la titula ‘Intimidad’ y en ella el poeta se encierra en sí mismo con su silencio, el dolor y el desamparo, donde la noche está muy presente. En la segunda, el paisaje, especialmente el alpujarreño, con su fauna y su flora, le sirve para expresar su soledad dentro de las estaciones, siendo el otoño su estación preferida por su colorido, tristeza y añoranza que le transmite. La siguiente, ‘Amor poniente’ o de la senectud, -otra constante en la poesía moroniana de las últimas obras, junto con el paso del tiempo y en este caso «la llegada de la vejez, que se ha implantado en la geografía y en el corazón del poeta». En la cuarta parte, ‘Silencios y timbales’, Enrique evoca los lejanos tiempos de la adolescencia y a sus amigos queridos, algunos de ellos fallecidos que acuden a su memoria. También en este libro tiene cabida la crítica social, a veces descarnada de la sociedad actual. «En conclusión -añade- lo que hago es un nuevo poemario donde el tema de la vejez es una constante silenciosa y melancólica en el corazón del poeta». Un poeta que comenzó a escribir a los 14 años, que sentía por entonces especial admiración por Bécquer, al que siguieron Machado y Lorca, para quien «escribir poesía es una especie de descanso» y que ha demostrado su maestría con las formas clásicas pues tres de sus poemarios superan los 300 sonetos y también como dramaturgo pues cuenta con 18 obras teatrales.
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